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La cita es en el emblem?tico jard?n bot?nico de València. Paseando entre especies tropicales, mediterr?neas y forestales, Loreto Crespo y Mar?a S?nchez conversan, reflexionan y opinan con Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, sobre la figura de la mujer en la ciencia. La primera es fundadora y CEO de Genotipia; se lanz? como emprendedora en una especialidad médica, la genética, con muy poco recorrido en Espa?a. La segunda estudi? Ciencias Ambientales y, a pesar de la precariedad laboral existente, se dedica a la investigaci?n por vocaci?n; est? desarrollando su tesis doctoral sobre c?mo afecta la despoblaci?n a la biodiversidad en el ?mbito rural. Sus carreras, sus trayectorias, tienen sus diferencias, pero son muchas m?s las similitudes: son millenials – tienen 34 y 28 a?os, respectivamente -, son mujeres brillantes, con sus sue?os y temores; pero, principalmente, son una minor?a porque, pese a los avances de las ?ltimas décadas, la ciencia sigue siendo un espacio mayoritariamente reservado al género masculino.

Los tiempos cambian y, poco a poco, las mujeres – igual que en otros tantos espacios de la sociedad- van ganado presencia: “Seguimos siendo minor?a, pero no tanto”, reconocen. Son una excepci?n cada vez menos ins?lita pero, en su caso, a los posibles prejuicios por su género se suma un segundo factor: su juventud. “He estado en muchas reuniones que no me han hecho ni caso, pero no sabr?a decir si por ser mujer o por ser joven o por la mezcla de las dos”, explica Loreto. En su caso, Mar?a ha sentido la condescendencia o el paternalismo, aunque “he trabajado con mucha gente que s? que ha valorado mi trabajo”.

Loreto Crespo y Mar?a S?nchez observan una especie del jard?n bot?nico. | LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS MU?IZ
Sus trayectorias profesionales comenzaron hace apenas una década, pero en s?lo diez a?os la presencia femenina es cada vez mayor. “Hace 10 a?os, no podr?a decir el nombre de ninguna mujer emprendedora -puede que uno s?lo, si me esforzara- que fuera CEO; pero, ahora, soy capaz de nombrar varias que lideran sus empresas cient?ficas”.

Esta mayor visibilidad se replica en el ?mbito de la investigaci?n y la educaci?n superior con un mayor n?mero de doctorandas o de profesoras titulares de las universidades que en el pasado. Pero a mayor responsabilidad, a mayor nivel de decisi?n, a medida que se asciende a lo largo de la escala jer?rquica, la presencia femenina se reduce dr?sticamente; sigue siendo un techo de cristal. “?Por qué no hay catedr?ticas, directoras de departamento o mujeres con carrera de fondo? Ah? est? realmente el debate”, reflexiona Mar?a. Un mel?n –as? lo califican ellas con su personalidad millennial- al que se suma Loreto: “Los fondos de inversi?n son un terreno dominado por hombres; adem?s, con cierto aroma casposo”.

La falta de mujeres en cargos directivos del ?mbito cient?fico, empieza por la base, en los estudios universitarios. Seg?n los datos difundidos por la Unesco, las universitarias en carreras STEM s?lo representan el 35 % del total, aunque ellas lo matizan porque esta clasificaci?n engloba los grados de ciencia y tecnolog?a cuando las diferencias son notables. “El otro d?a estuve en una clase de inform?tica y s?lo hab?a una mujer -, explica Loreto- pero, en biotecnolog?a, éramos muchas m?s mujeres que hombres”.

Falta de referentes

El debate bascula hacia las posibles causas sobre la elecci?n universitaria de las adolescentes y, una y otra vez, aunque con ciertos matices, la conversaci?n recala en los referentes. Las dos se criaron en una época, los noventa y principios del siglo XXI, en la que no hab?a personajes animados femeninos que so?aran con ser astronauta y en la que los cat?logos de juguetes de las grandes superficies comerciales diferenciaban los juguetes con sesgos de género, con p?ginas tintadas de color azul o rosa para segmentar y dividir. “Todos esos referentes calan de forma invisible en nuestras ideas de ni?as -, comenta Loreto-. Nunca me planteé ser astronauta o mec?nica. Ahora lo pienso y me planteo: por qué no?”. Y Mar?a incide: “Cuentan muchos ingenieros que, de peque?os, jugaban a Lego. No conozco ni?as que lo hicieran. Afortunadamente, ahora, los juguetes y sus embalajes no tienen género”. Pero, ?de quién es la responsabilidad? Ambas coinciden en repartirla entre los progenitores, a cargo de la educaci?n familiar, y la escuela, como representante de la sociedad.

La falta de referentes, de cient?ficas modelo, es otra de las aristas del debate. La historia les ha lastrado su brillantez, como en tanto otros campos. S?lo Marie Curie asoma entre el largo listado de hombres: Einsten, Newton, Darwin, Galileo o tantos y tantos otros. Sin embargo, la historia de la ganadora de dos premios Nobel no estuvo exenta de sacrificios: “Todos hablamos de ella, pero lo pas? fatal -, argumenta Mar?a, a la vez que recomienda la lectura de La rid?cula idea de no volver a verte escrita por Rosa Montero-. Si yo hubiera tenido que enfrentarme a todo lo vivido por ella, no hubiera podido”.

Tener presente la historia pero, como defiende Loreto, sin precipitarse a renegar de ella: “Hay que entender las situaciones, pero no demonizarlas ?C?mo iba a haber referentes si se les prohib?a estudiar? Me quedo con saber que era una época distinta y que, ahora, trabajamos en la direcci?n de lo ético, lo moral y lo correcto”.

?Qué ocurre ahora? ?Existen referentes? “Lamentablemente, te dir?a que no”, confiesa con sinceridad la ganadora de Talento Joven. Y si los tienen son cercanos, como en el caso de Mar?a, quien se ve reflejada en algunas profesoras de la universidad o en compa?eras que, como ella, se enfrentan a un contexto socio-econ?mico marcado por la precariedad.

La precariedad de la ciencia

“La ciencia en Espa?a es precaria”. Sin tapujos, as? lo afirma la CEO de Genotipia con el asentimiento c?mplice y gestual de la investigadora. Ninguna de ellas ha emigrado -en Europa la situaci?n es m?s favorable-; una decisi?n que tiene sus consecuencias. Las cient?ficas espa?olas se ven obligadas a compaginar su proyecto cient?fico con trabajos precarios o con el pluriempleo -sirviendo copas o reponiendo productos en un supermercado- y, si consiguen una oportunidad en el terreno de la investigaci?n, trabajan gratuitamente para “sembrar”. “Trabajo en mi tesis gratis, sin un sueldo propiamente dicho. Es una cuesti?n de fe”, relata Mar?a, quien resiste a base de pasi?n: “O te gusta mucho y lo disfrutas o lo dejas porque la vida te arrolla”.

A pesar de ser cient?fica por vocaci?n, las dudas han invadido a Mar?a en m?s de una ocasi?n y se ha planteado relegar la ciencia a un segundo lugar, a expensas de un trabajo que le permita tener un sustento vital. Sus decisiones profesionales han sido m?s emocionales que racionales y, tras a?os de precariedad, cree que est? pagando las consecuencias. Pero, a?n as?, no se arrepiente. “Ser?a menos feliz si me hubiera dejado llevar por la racionalidad”, afirma a la vez que avisa: “voy a seguir haciendo ciencia siempre, sea de la forma que sea”.

Las cient?ficas Mar?a S?nchez y Loreto Crepos pasean por el jard?n bot?nico. | LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS MU?IZ
La precariedad es consecuencia de la debilidad del tejido cient?fico espa?ol. No hay grandes empresas, éstas tienen sus sedes en otros pa?ses de Europa. Y la inversi?n p?blica se queda corta. “O eres extraordinario o no puedes investigar, a no ser que tu situaci?n econ?mica te lo permita”, lamenta la ambient?loga. Porque, eso s?, en Espa?a hay investigaci?n de calidad, con laboratorios de referencia como el CNIC o el CNIO. “Tendr?amos mucha mejor investigaci?n si la cuid?ramos”, asevera Loreto.

Siempre ciencia

La preocupaci?n de ambas se olvida del presente para acrecentarse pensando en el futuro. La maternidad, la posibilidad de cambiar de trabajo sin haberse afianzado en su sector o la estabilidad laboral son mantras a los que regresan una y otra vez. De forma subyacente, un concepto: la incertidumbre. “Vivimos constantemente con ella”.

Loreto y Mar?a reflexionando sobre el papel de la mujer en la ciencia en el jard?n bot?nico. | LOYOLA PEREZ DE VILLEGAS MU?IZ
Entre reflexi?n y reflexi?n, la hora pactada para la entrevista se consume. Tienen compromisos profesionales que atender. Pero antes de despedirse, una ?ltima pregunta: ?volver?as a elegir la ciencia como profesi?n?

“A la Loreto de 19 a?os, que cambi? derecho por biotecnolog?a, no la disuadir?a. Ni en broma. Pero le dir?a que sea consciente de donde se mete”, comenta con sinceridad. Igual de claro lo tiene Mar?a, quien siempre se ha guiado por sus intereses: “Animo a los j?venes a apostar por lo que les gusta porque, al final, la vida va de eso”. Es la convicci?n de dos mujeres que, pese a las dificultades, se sienten orgullosas de ser cient?ficas.



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