El intento de cercenar la crisis abierta por el contrato err?neo de los trenes a Asturias y Cantabria no ha sido el ?nico motivo, ni probablemente el m?s relevante, para la destituci?n de la secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera. En una soluci?n considerada salom?nica la ministra resolvi? su cese y el del presidente de Renfe, Isa?as T?boas, porque en ese momento era la presidenta de Adif.

Pero en el caso de Pardo de Vera ha influido también su creciente poder en el Ministerio hasta el punto de que se hab?a instaurado la idea de que quien mandaba era ella. Esto ha sido tan trascendental en su ca?da como la exigencia de los presidentes de Cantabria y Asturias, Miguel ?ngel Revilla y Adr?an Barb?n, de que se depurasen responsabilidades o los nervios en Moncloa para que se les ofreciera dimisiones, que pudieran frenar su descontento a tres meses de las elecciones auton?micas y municipales.

No era el plan inicial de la ministra, Raquel S?nchez, pero en las ?ltimas semanas ha ido cristalizando que la n?mero dos iba demasiado por libre y que hab?a cogido "demasiada fuerza". Aunque la relaci?n entre las dos era buena, seg?n fuentes del Ministerio, Pardo de Vera "sab?a que era competente" y "aspiraba a ministra". Ten?a pr?cticamente una "agenda paralela", pretend?a tener interlocuci?n con el resto de ministros y era la persona a quien se dirig?an los presidentes auton?micas y las constructoras. Y, aunque no faltan halagos a su desempe?o, a su interés por buscar soluciones a los problemas en un Ministerio que se mueve al ritmo de la Edad de Piedra, la bicefalia que se hab?a instalado en el Paseo de la Castellana ha acabado con ella.

Hasta se le atribuye que resolv?a sin consultar sobre ceses y nombramientos, aunque desde Transportes se replica que siempre se trataron de decisiones "consensuadas", y se le reprocha falta de sentido pol?tico en sus actuaciones. Algo que ha resultado fat?dico en a?o electoral. Pero, precisamente, esta ausencia de olfato pol?tico ha sido el argumento que dentro del Ministerio se ha esgrimido para su relevo.

La ministra se ha sentido blindada porque desconoc?a el fallo del primer pliego de condiciones para la construcci?n de 31 trenes de cercan?as para Cantabria y Asturias, que conten?a medidas err?neas y que, de haberse construido, no habr?an cabido por los t?neles m?s antiguos. Lo supo por los medios de comunicaci?n, se?alan fuentes del Gobierno. "Las personas que lo ten?an que comunicar no lo han dimensionado bien". Una reflexi?n que se?ala directamente a Pardo de Vera y que se considera suficiente para el cese, en medio, por supuesto, del tira y afloja con Revilla y Barb?n.

La secretaria de Estado, apuntan otras fuentes, siempre ha mantenido "que la pifia era de Renfe no de Adif". Por eso cuando S?nchez trat? de ofrecer una primera soluci?n con dos ceses menores, mientras se elaboraba una auditor?a interna sobre la actuaci?n de Renfe y Adif que a?n no est? concluida, esta idea tampoco gust? a la n?mero dos porque, justific?, afectaba a unos de sus antiguos subordinados.

"Te tengo que cesar"

S?lo dos semanas después, la destituci?n fue la suya. El lunes por la ma?ana, con Pardo de Vera de vacaciones en Canarias, la ministra la llam? por teléfono para transmitirle su destituci?n. "Te tengo que cesar", le dijo. Tanto el modo de hacerlo, a distancia, como su enunciado, denotan que la paciencia se hab?a agotado en Moncloa y que la crisis se hab?a alargado demasiado. Pero pese a que algunas fuentes sostienen que para la ministra no ha sido f?cil porque la secretaria de Estado es "una excelente técnica que ha hecho cosas muy bien", también se destaca que en el Ministerio priman criterios "técnicos" pero estos también obedecen a "criterios pol?ticos".

Raquel S?nchez zanja as? un importante conflicto, pero no lo hace sin coste. Porque ha quedado demasiado de manifiesto el escaso control de su departamento. "No est? nunca en el despacho" y se ha puesto de manifiesto que tiene un "problema de autoridad" porque se le ocultaron los fallos del primer contrato, indican fuentes conocedoras. Por eso la bicefalia no pod?a permanecer mucho m?s tiempo.



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