El mundo del ciclismo siempre se ha distinguido por contar con tres Grandes Vueltas en su calendario anual. El Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a Espa?a componen un calendario que en la actualidad se ha mantenido inalterable desde 1995 con la ronda gala en el mes de julio, la italiana en mayo y la espa?ola entre finales de agosto y septiembre.

Este equilibrio de fuerzas ha permitido a cada una tener su espacio y su brillo propio, pero hubo un tiempo en que no fue as?.

La Vuelta a Espa?a fue la carrera que m?s tarde celebr? su primera edici?n -all? por 1935- y tuvo muchos problemas para conseguir el reconocimiento internacional.

Mientras que el Tour de Francia ascendi? por primera vez el Tourmalet en 1910 y el Giro de Italia ya hab?a creado hasta los maillots de l?der con la aparici?n de la 'Maglia Rosa' en 1931, en Espa?a no se hab?a puesto ni la primera piedra de la carrera.

Las grandes vueltas estaban completamente vinculadas en ese entonces a los grandes peri?dicos deportivos de la época.

En Italia, La Gazzetta dello Sport fue el que foment? la popularidad del Giro, mientras que L'Equipe hizo lo propio con el Tour de Francia. La primera edici?n de la Vuelta a Espa?a tuvo como primer sostén el diario Informaciones.

Complicado asentarse

La ronda espa?ola tuvo dos ediciones hasta que fue interrumpida por la Guerra Civil durante cuatro a?os.

En 1941, la Vuelta se reanud? con una participaci?n casi totalmente espa?ola mientras los ciclistas extranjeros estaban atrapados por culpa de la Segunda Guerra Mundial.

Los organizadores, tras dos ediciones, decidieron cancelar nuevamente la carrera en 1943 y 1944 ante la escasez de recursos por la postguerra y la ausencia de repercusi?n por no contar con estrellas del ciclismo mundial.

El peri?dico Ya apareci? en 1945 para relanzar la carrera consiguiendo financiaci?n y repercusi?n. La Vuelta a Espa?a parec?a finalmente asentada tras unos a?os muy complicados logrando celebrarse hasta 1950.

El principal escollo era que los ciclistas internacionales la segu?an ignorando, pese al fin de la guerra y eso que se hicieron gestiones para atraer a las selecciones francesas e italianas. Recordemos que en esa época se corr?an por equipos nacionales.

As? las cosas, la carrera volvi? a no disputarse entre 1951 y 1954.

La competici?n era inestable y estaba herida de muerte en parte por culpa de la falta de financiaci?n y también por los constantes cambios de fechas que tan pronto la llevaban a celebrarse en primavera como otra vez en oto?o.

En 1955, otro peri?dico llamado El Correo Espa?ol, s? le dio la estabilidad econ?mica necesaria a la prueba -coincidiendo con la mejora de condiciones del pa?s- para poder atraer a corredores internacionales.

El asentamiento

Ese a?o se multiplic? la longitud del pelot?n presentando por primera vez m?s de 100 ciclistas en la l?nea de salida.

Los premios aumentaron y se estableci? una reducci?n de etapas de las 25 que hab?a en sus albores a 18. Estos cambios atrajeron a grandes campeones internacionales que, adem?s, valoraban el buen clima meteorol?gico que se encontraban siempre en la prueba.

La Vuelta a Espa?a se asent? en mayo coincidiendo en fechas con el Giro de Italia en un momento en que los grandes corredores deb?an decantarse entre una u otra carrera. As? fue durante 40 a?os, hasta que en 1995 la organizaci?n decidi? dar un giro de 180 grados, saliéndose de su fecha habitual para pasar a finales de agosto y principios de septiembre.

Ese cambio estableci? un territorio claro para cada una de las tras grandes. La modificaci?n no sent? nada mal a una Vuelta a Espa?a que se convirti? en el plan B para los ciclistas que no rend?an al nivel esperado en el Tour de Francia.

La prueba ha ido incrementando todav?a m?s su 'pedigree' con apuestas arriesgadas que han dejado huella como las cuestas imposibles del 25% de desnivel o las salidas desde lugares ic?nicos.



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