El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, va a hablar. A su espalda, tiendas y m?s tiendas de campa?a, un mar de ellas, todas de personas que lo han perdido todo. Rode?ndole, todo su séquito: ministros, esposa, hombres de espaldas anchas con gafas de sol que miran al horizonte y una ni?a bien cerca, que a nadie se le olvide que estamos en campa?a preelectoral.

Delante del presidente, todos los micros de todas las televisiones del pa?s. Como cada d?a durante los ?ltimos d?as, Erdogan va a hablar desde la zona de la cat?strofe. “Estamos haciendo todo y vamos a seguir haciendo todo lo necesario para que nuestros ciudadanos no pasen hambre, no queden a la intemperie, y que no se sientan desatendidos ni sin ayuda”, dice Erdogan, con su tono y ritmo caracter?stico. Su forma de hablar, para cualquier turco, es inconfundible.

“Pero somos del todo intolerantes con los mercaderes del caos que provocan a nuestra naci?n, especialmente los que esparcen noticias falsas o infundadas en las redes sociales”, contin?a Erdogan. Serkan, que mira el discurso desde su teléfono en directo, estalla. “?Lo ves? ?No puede ser! Hay miles de personas a?n atrapadas bajo los escombros y él solo habla de esto”, le dice a su amigo, sentado a su lado, que también mira el discurso.

“Es incre?ble, no lo entiendo. Han fracasado en el rescate, reaccionaron tard?simo, los equipos de rescate llevan tiempo recibiendo un presupuesto irrisorio… ?Lo viste? Lo le? el otro d?a en el peri?dico. Y Erdogan solo habla de los enemigos del pa?s, los que le critican. Es incre?ble”, dice el amigo de Serkan. Ambos, chavales j?venes, son de Adana, una de las provincias afectadas por el terremoto que sacudi? el pasado lunes por la madrugada el sureste de Turqu?a y el noroeste de Siria y que se ha cobrado la vida ya de 25.000 personas.

Aunque Adana no es la localidad m?s da?ada, s? que ha visto cientos de muertos: la ciudad es grande, de casi dos millones de habitantes, y los edificios que se han derrumbado en el lugar ten?an, en algunos casos, m?s de 10 pisos. De ellos se ha conseguido rescatar a muy poca gente. La mayor?a han fallecido: desde este s?bado —tras m?s de seis d?as desde el se?smo— las tareas de rescate se han convertido m?s en una b?squeda de cad?veres entre los escombros que en una carrera contrarreloj para salvar vidas.

“Estoy convencido —dice Serkan— de que utilizar?n el estado de emergencia de esta semana para posponer las elecciones. Algo har?n. Estoy seguro”.

En primavera

En principio, si nada cambia, las elecciones presidenciales en Turqu?a est?n programadas para el pr?ximo 14 de mayo; pero los rumores ya circulan en Ankara, la capital, con que la fecha queda demasiado cercana, que es imposible, demasiado pronto: que con potencialmente 13 millones de desplazados internos —los habitantes de las diez provincias afectadas— el pa?s no puede celebrar unas elecciones presidenciales que se preve?an tanto hist?ricas como dif?ciles.

Seg?n la mayor?a de los sondeos, Erdogan, que lleva en el poder desde 2003, ten?a serias posibilidades de perder ante una oposici?n revitalizada desde su victoria electoral en las alcald?as de Estambul y Ankara en 2019. El terremoto, las muertes, todo lo que ha ocurrido después, lo cambia todo.

“Después del terremoto de 1999 —que ocurri? cerca de Estambul y se cobr? la vida de 17.000 personas—, Turqu?a aprendi? muchas lecciones: nuevos c?digos de construcci?n, regulaciones, planificaci?n urbana, planes de evacuaci?n… Pero con el tiempo, todo esto qued? en el olvido”, asegura al medio estadounidense ‘Vox’, Sinan Ciddi, profesor adjunto de la Universidad de Georgetown, que contin?a: “Cuando el AKP, el partido de Erdogan, lleg? al poder, la tentaci?n de dar cualquier permiso de construcci?n para que las empresas construyesen lo que fuese, sin importar los c?digos y est?ndares, prevaleci?. Ahora estamos viendo los efectos de esto, especialmente en el sureste, porque lo que estamos viendo es que el gobierno asegura que los edificios destruidos son todos antiguos, pero esto no es verdad”.

Una guerra medi?tica

Mientras tanto, en los medios de comunicaci?n, la guerra ha comenzado: los leales al presidente —la gran mayor?a— se centran en mostrar las labores de rescate y los milagros que ocurren en ellos. En una ocasi?n, hace unos d?as, un joven empez? a gritarle a un periodista de la televisi?n p?blica turca que c?mo pod?a ser, que era indignante, que nadie hab?a ido a su edificio, ni ayuda ni rescate, y que su familia, d?as después, segu?a all? abajo, enterrada, abandonada bajo los escombros de su antigua casa.

El periodista, mientras le gritaban, segu?a hablando de otra cosa. Y, entonces, a media conexi?n, la se?al se cort?, la imagen se fue, el telenoticias continu?.

En la radio p?blica, un anuncio ha empezado a sonar. Entre violines tristes, un hombre habla: “Le deseamos a toda la naci?n turca una pronta recuperaci?n. Una cat?strofe as?, un terremoto as?, da?a a todos por igual. Ninguna naci?n del mundo ser?a capaz de sobrevivir un terremoto as? sin muertos, sin pasar por el dolor por el que estamos pasando los turcos. Pero nuestra naci?n es fuerte, es resistente. Turqu?a se levantar?”.

Un dicho turco lo resume a la perfecci?n. Los turcos lo usan para todo, y ahora —una variante de él— lo usan los medios progubernamentales: ‘Cografya kaderdir’. La geograf?a es el destino.



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