"No habr?amos llegado hasta este punto si nos gan?ramos correctamente la vida", resume Charlie, de 69 a?os. Aunque ahora est? jubilado, antes se dedicaba a cultivar cereales y legumbres y tiene claros los motivos de las protestas agr?colas en Francia. Como decenas de militantes del sindicato Coordinaci?n Rural, este campesino jubilado particip? el martes en el bloqueo de la autopista A62, cerca de la localidad de Agen (suroeste). Grandes bloques de paja y decenas de tractores y m?quinas agr?colas se encontraban estacionados en medio de la carretera imposibilitando la circulaci?n. La gendarmer?a, con una actitud colaborativa con los manifestantes, supervisaba que no pasara ning?n veh?culo en ese tramo entre Toulouse y Burdeos.

Tras unos ?ltimos meses marcados por las protestas de campesinos en Alemania, Pa?ses Bajos, Rumania o Polonia, la rabia del campo ha llegado a Francia, probablemente el pa?s europeo m?s bullicioso. “Los bloqueos empezaron la semana pasada en la autopista en Carbonne (entre Toulouse y Tarbes), luego nos sumamos nosotros en Agen. Es como un efecto bola de nieve”, asegura a El Peri?dico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, Thierry Gola, campesino en Miramont-de-Guyenne y que como la mayor?a de los concentrados llevaba el gorro amarillo de la Coordinaci?n Rural. Con un seguimiento m?s que notable en todo el arco meridional del pa?s, las acciones se han multiplicado este miércoles en el centro y norte del territorio.

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“Nos hab?an olvidado, pero ahora los pol?ticos empiezan a hablar de nosotros”, destacaba con cierta satisfacci?n Gola. Eran las tres de la tarde, la hora de la sobremesa en torno a una mesa de pl?stico plantada en medio de la autopista. Al lado hab?a palés con manzanas y una hoguera con le?a. All? descansaban los payeses que supervisaban el convoy de tractores, mientras que la mayor?a de los manifestantes se hab?an ido a la ciudad a realizar acciones de protesta—b?sicamente verter ruedas, paja, frutos podridos y desechos de animales— delante de la prefectura (delegaci?n del Gobierno), la mutua agr?cola y sedes bancarias.

"A final de mes no me queda ning?n ingreso"

Sin el control de la FNSEA —primer sindicato agr?cola del pa?s y dirigido por grandes productores con intereses dispares al de los peque?os campesinos—, las acciones de protesta est?n organizadas por peque?as organizaciones sindicales o por agricultores sin afiliaci?n, como sucede en Carbonne. Los cortes de carreteras y otras acciones amenazan con un desborde de la indignaci?n. Este miércoles ya se han producido los primeros momentos de tensi?n entre payeses y polic?as enfrente de la prefectura en Agen, donde incendiaron una monta?a de paja y ruedas. En Breta?a, han vaciado un cami?n de mercanc?as ante la permisividad de las fuerzas de seguridad. Y la semana pasada miembros de un colectivo viticultores ya provocaron una gran explosi?n dentro de un edificio en obras de la administraci?n en Carcasona.

Mouvement des #AgriculteursEnColere :

A #Agen les #agriculteurs déposent des pelletées de déchets, pneus etc dans la cour de la préfecture. pic.twitter.com/JaggnQjgP9

— CLPRESS / Agence de presse (@CLPRESSFR) 24 de enero de 2024

Las acciones de protesta van subiendo en intensidad. A eso se le sum? el drama el del martes por la madrugada, cuando un coche embisti? contra un bloque de paja y provoc? la muerte de una campesina, de 37 a?os, y su hija, de 12 a?os, en Ariège, cerca de la frontera con Catalunya. Ese doble homicidio, en principio accidental, ha reforzado la determinaci?n de los trabajadores agr?colas. “El Gobierno no escuch? nuestras reivindicaciones y por desgracia hubo esos dos muertos. Ellos son los ?nicos responsables de esta situaci?n”, afirma Yves, de 58 a?os, quien menciona las acciones pac?ficas llevadas a cabo a finales de a?o con pocos resultados, como una campa?a para poner al revés los paneles en las entradas de las localidades.

Este agricultor ecol?gico de trigo no disimula su desesperaci?n ante las dificultades econ?micas de los peque?os y medianos campesinos. “Cuando llego a final de mes, no me queda ning?n ingreso neto. Vivo gracias al salario de mi mujer”, explica Yves, quien sufre asimismo la crisis del sector bio, lastrado por la inflaci?n. “Dieron ayudas para que hiciéramos agricultura ecol?gica, pero ahora la oferta es superior a la demanda”, lamenta.

“Para nosotros, es una cuesti?n de supervivencia”, afirma Charlie, sobre un sector primario marcado por las grandes desigualdades de ingresos y una elevada pobreza. El 18% de los campesinos galos vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras que la media de los activos es del 13%. “M?s all? de los grandes productores de cereales y vit?colas, una parte significativa de los payeses tiene grandes dificultades para vivir de su trabajo”, explica el economista Maxime Combes, buen conocedor de este sector. Seg?n este analista, el sur de Francia —donde han empezado las protestas— se caracteriza por la presencia de explotaciones peque?as y medianas.

Supresi?n de la subvenci?n del gas?leo: "la gota que colm? el vaso"

La precariedad del sector se ha visto acentuada por el aumento del coste de la electricidad, combustible y los fertilizantes debido a la crisis energética y la guerra de Ucrania. En el caso del diésel utilizado por los payeses, su precio ha aumentado de 70 céntimos a 1,20 euros durante los dos ?ltimos a?os. “La gota que ha colmado el vaso fue la supresi?n de la deducci?n fiscal del gas?leo de los campesinos”, afirma Jean-Luc Granet, de 69 a?os, refiriéndose a una medida adoptada en el ?ltimo presupuesto y que empieza a aplicarse de manera progresiva este a?o hasta la eliminaci?n definitiva en 2030. “El gran problema es el Green Deal y su visi?n claramente basada en el decrecimiento, ya que esto har? que bajemos nuestra producci?n en un momento en que las importaciones no paran de aumentar”, afirm? Arnaud Rousseau, presidente de la FNSEA.

Sobre el terreno, sin embargo, los motivos del enfado resultan mucho m?s diversos y complejos, m?s all? del denominador com?n de los bajos ingresos. Muchos de los campesinos denuncian los tratados de libre comercio con Nueva Zelanda o Chile, la falta de harmonizaci?n en las normas europeas —por ejemplo, mucho m?s exigentes respecto a los pesticidas en Francia que en Espa?a— o las repercusiones de una posible entrada de Ucrania en la UE. O incluso algunos recuerdan el “menosprecio” que mostr? el Gobierno de Emmanuel Macron hace un a?o ante las multitudinarias protestas contra la reforma de las pensiones. “Resulta muy simplista atribuir estas protestas a un rechazo de las pol?ticas ecologistas”, sostiene Combes.

A diferencia de las huelgas sindicales y la revuelta de los chalecos amarillos —aplacadas con mano de hierro—, el Ejecutivo macronista act?a con gran prudencia y cierto benepl?cito ante las acciones de los campesinos. Es consciente de la popularidad de las movilizaciones y la profesi?n, respaldadas por el 89% de los franceses, seg?n sondeos publicados este miércoles. “No vamos a impedir los bloqueos de carreteras”, ha declarado este miércoels la portavoz gubernamental, Prisca Thevenot, quien ha prometido medidas en los pr?ximos d?as. A la espera de esa respuesta pol?tica, el malestar del campo amenaza con un nuevo estallido social en la convulsa Francia de Macron.



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