El funeral de Paco Arévalo en el Servisa Tanatorio fue una fiesta. Una celebraci?n de la vida en la boca de la muerte, en la despedida de uno de los humoristas m?s importantes de Espa?a.

Matadores de toros como Vicente Ruiz El Soro, José Ortega Cano, Javier V?zquez, Vicente Luis Murcia, Miguel Giménez y Santiago L?pez ; novilleros como Cristian Climent y banderilleros como Luis Bl?zquez, El Pisa y Puchol no faltaron a la cita. El periodista y presentador de televisi?n, Jes?s Mar?a ?lvarez; el cantante Francisco también acudieron a despedir a su amigo Paco.

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“No solo era mi padre, era mi mejor amigo”, afirm? su hija Nuria al final del funeral. Otro familiar interpret? ‘Castillos en el aire’ de Alberto Cortez, la canci?n favorita de Arévalo, y los asistentes acabaron tarare?ndola y aplaudiendo. Un abrazo entre el hijo de Arévalo y Francisco marc? el final del funeral con este gesto tan emotivo.

M?s tarde, al cementerio Parque de la Paz de València, que es como un pante?n de lujo adormilado, llegaban flores para Paco Arévalo antes de ser sepultado. Rosas encendidas de la olvidada primavera, flores que conten?an esa temperatura humana que desbordan sus chistes. ?ltimas rosas para el gran viaje de un humorista que fue adopt?ndose a su manera a los tiempos: Francisco Rodr?guez Iglesias, conocido art?sticamente como Arévalo, quién falleci? este miércoles a los 76 a?os en su casa de València.

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La muerte de Arévalo pone frente al espejo a una sociedad con sus gentes confusas, con las ideas confundidas y los conceptos desgastados, donde el ministro de Cultura entrante, Ernest Urtasun, todav?a no se ha pronunciado tras el fallecimiento de un humorista que naci? cuando a?n colgaban los flecos de la posguerra.

Pero no hizo falta ese consuelo de Urtasun para que Arévalo se fuera en paz. El c?mico valenciano (nacido en Madrid y criado en Catarroja) cont? en su ?ltimo adi?s con sus amigos y familia.

Antes de contar chistes en los escenarios se hab?a ganado la vida en los ruedos, vestido de payaso en El Bombero Torero, lidiando vaquillas mientras sacaba de la maleta un capote min?sculo. Y por eso el mundo del toro no falt? a la cita de su adi?s.

Solamente por hacernos re?r en alg?n momento de nuestra vida, Arévalo merece un respeto.



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