Tras dejar a un lado la caravana de Extremoduro, Robe Iniesta ha puesto la directa, y sus discos y sus ‘tours’ cabalgan uno detr?s de otro. Dos de las canciones de ‘Se nos lleva el aire’ ya fueron destapadas en tiempos de su ?ltima gira, y confluyen ahora en una obra que lo muestra en racha, a él y a su compenetrada banda, manejando un repertorio con menos cuerpo filos?fico que el anterior, ‘Mayéutica’ (2021).

Robe a chorros, en una vor?gine sonora tan l?rica como aparatosa, compartiendo cavilaciones en voz alta, tal vez encriptadas pero ricas en sentencias lapidarias (“demasiada droga hasta para m?”, “el mundo no nos interesa nada”, “vamos a robar un banco”), ahora sin necesidad de invocar a Cicer?n ni a S?crates. Tratar de analizar ‘Se nos lleva el aire’ a partir de sus letras es arriesgado, pero la primera pista la desliz? d?as atr?s el tema ‘Nada que perder’, donde Robe alude a sus fantasmas (las adicciones) y a la idea de que, tras haber ca?do hasta lo m?s bajo, ya solo queda la remontada. Canci?n corpulenta y con giros arm?nicos emotivos, cuyo v?deo prescinde de relato: el grupo, tal cual, tocando en lo que parece un receso de la prueba de sonido de uno de sus conciertos.

Delgado frente al espejo

‘Se nos lleva el aire’ equilibra la arquitectura sonora de sus ?lbumes en solitario: est? ah? el sello levantisco de Extremoduro, su arrollador muro de electricidad, y el contrapeso mel?dico neocl?sico, con las dram?ticas cenefas de viol?n de Carlitos Pérez, en roce constante con los ‘power chords’ guitarreros, y el eco de la voz de Lorenzo Gonz?lez. Esta vez las piezas no son movimientos, sino canciones, diez. Y flota entre ellas la percepci?n de un Robe que se mira al espejo y busca su centro de gravedad: “Necesito que vengas, que se me lleva el aire”, suplica en ‘El hombre p?jaro’, el tema de apertura. “Hoy tampoco he probado bocado, ya comeré ma?ana / Sé que estoy m?s delgado y he perdido las ganas”.

?Se sobrepone Robe tras un (nuevo) pulso con la depresi?n? Podr?a parecerlo, si bien el ?nimo mostrado es de afrontar las tinieblas de cara: ah? est? ‘Ininteligible’, pieza arrolladora e indignada, la juguetona ‘A la orilla del r?o’ o la ‘Haz que tiemble el suelo’, con su catedralicio ‘crescendo’ y sus aullidos finales. Y la monta?a rusa de ‘El poder del arte’, situando ah?, en la creatividad y en las musas, la posibilidad de la salvaci?n de “una vida inerte, una vida triste, una mala muerte”. Robe, gimiendo y estremeciéndose a lomos de una din?mica filo-sinf?nica que supera los nueve minutos.

Con sus sacudidas torrenciales, sus resoplidos de ?rgano Hammond y los desatados solos de guitarra setenteros, ‘Se nos lleva el aire’ sirve una experiencia intensa que ser? paladeada con deleite por la afici?n y que puede resultar sofocante para los dem?s. Pero as? son las leyes de Robe. Jordi Bianciotto



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