Fue un ejercicio de son?mbulos encantados con su ?nico juguete, el 1-0, como si un dios les viniera a ver con el apellido de Gündogan. Después el equipo se entreg? a pensar en las musara?as, hasta que se dio cuenta de que ese tanto solitario hab?a sido poco para justificar la ilusi?n de que Gavi acabara con la esperanza firme de que Bellingham se rindiera ante sus ?mpetus.

El resultado podr?a ser injusto, como el mal sabor que deja el resultado. Pero, como dice un t?tulo milagroso de Elias Canetti, el equipo jug? con la lengua amputada; crey? que esa lengua, que cuelga ahora como el esquema visual de una derrota, era suficiente para hacer que el gol durara tanto como los Rolling en el candelero del rock.

Todo se fue al garete en la segunda parte, cuando entraron casi al un?sono Lewandowski y Modric. Esa clave rompi? al Barça: el barcelonista fue decorativo y el madridista entr? como si ya supiera c?mo vencer convenciendo. Modric fue la inteligencia del Madrid y Lewandovski, la esperanza contraria, ensay? como que jugaba, hasta que se rompi? el esquema de esperanza que hab?a dibujado Xavi para hacer del Barça demediado, un ilusionado con la victoria pero sin la capacidad para mantener el triunfo.

Ganar no era imposible, claro, estuvo a punto de ser verdad, esa era la ilusi?n instalada en el campo como la gallard?a de aquella lengua musical. Pero al final ese detalle estético se pareci? también a una marcha f?nebre de la que acaso se despertar? el Barça cuando alguien haga de Modric en el centro descuidado de su campo.



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