Hace algo m?s de un a?o, en la gira por Estados Unidos de 2022, uno de los responsables de comunicaci?n del Barça comentaba, en una charla informal y ante un reducido grupo de periodistas, que el tema de las acreditaciones de prensa deb?a reformularse. La idea entonces era limitar de forma considerable los pases para ‘streamers’ que, poco a poco, han ganado presencia en la sala de prensa y en la tribuna de prensa, tanto en el Camp Nou como en Montjuïc. Este cambio de rumbo no se ha llegado a producir porque quienes mandan ten?an otros planes.

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Cada club gestiona de la manera que considera m?s adecuada su relaci?n con quienes nos dedicamos a informar sobre el Barça y, de hecho, el blaugrana es uno de los que se ha mostrado m?s accesible para todas estas formas de comunicar. Si quieres llegar a m?s gente, hay que abrirse a nuevas plataformas que nacen alrededor del club con mayor o menor fortuna. Muchos son, adem?s, periodistas; otros solo comunicadores. Un grupo importante de esos altavoces se dedica, ?nica y exclusivamente, a elogiarlo todo, guardando el sentido cr?tico en un caj?n y aplaudiendo con las orejas a cualquier decisi?n sin preguntarse nada. Es comprensible que as? sea porque no hacerlo puede significar quedarse sin acreditaci?n. Y todos tenemos que comer. Cada uno hace lo que puede (y le dejan) para ganarse la vida. Hasta ah?, nada que objetar.

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Joan Laporta y Rafa Yuste abandonan las oficinas del Camp Nou
David Bernabeu
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El problema llega cuando, m?s all? de informar, comunicar o trasladar el d?a a d?a de lo que ocurre en el Barça, hay quien se dedica a menospreciar el trabajo o las opiniones de quienes piensan distinto o de quienes, ejerciendo de periodistas en medios tradicionales, fiscalizan la actividad del club pregunt?ndose, por ejemplo, por qué la Asamblea de Compromisarios sigue siendo telem?tica o por qué la prensa no puede acreditarse para seguir su desarrollo.

El brazo armado (con un m?vil) del poder no solo se dedica a nutrir de contenido sus respectivas plataformas y a mantener a sus seguidores, sino a menospreciar la cr?tica, ejerciendo de voceros interesados emulando al entorno madridista. Y eso no es jugar limpio. Eso es venderse por un paquete de entradas o un par de camisetas. All? cada uno con su conciencia, que también hay ejemplos poco recomendables en la prensa tradicional, pero en esta selva comunicativa que cada palo aguante su vela.



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