Matar. Acabar con la vida de otra persona por voluntad, por creerse con la capacidad y la oportunidad puede que sea una de las acciones humanas m?s aterradoras e ininteligibles, en especial cuando cuesta encontrar una causa —aunque nunca, bajo ning?n pretexto, pueda justificarse un desenlace mortal—, cuando la pregunta principal, por qué, no tiene respuesta o es demasiado absurda como para asimilarla. El matar por matar.

La ficci?n literaria y cinematogr?fica est? llena de personajes que, dependiendo de la intenci?n del autor, pueden ser espec?menes malvados, crueles, perversos o ciudadanos ejemplares, incluso aburridos de tan comunes, que encuentran en la posibilidad de arrebatarle la existencia a sus semejantes una motivaci?n que se escapa a la raz?n.

El p?blico siente por esas historias cierta fascinaci?n, puede que por la paz que suele reportar la expectativa, generalmente cumplida, de que el desenlace siempre se decantar? del lado de los buenos. Esas historias acaban con el villano entre rejas. Y fin.

La vida real, aunque inagotable fuente de inspiraci?n, tiene poco que ver con esas tramas casi siempre impersonales a las que asistimos como meros espectadores, desde la distancia. La cosa cambia y mucho cuando no es un relato efectista para llamar la atenci?n, sino la cr?nica de un suceso tan cercano que abruma y que tiene secuela sin buscarla, porque el tiempo pasa y la vida sigue, también para los malos de la pel?cula.

JFV, en libertad

El pr?ximo s?bado, Joaqu?n Ferr?ndiz, el hombre que asesin? a cinco mujeres en Castell?n entre 1995 y 1996, ser? libre. Ha saldado la deuda que le reclam? la Justicia en cumplimiento de las condiciones que establecen el C?digo Penal y el sistema penal y penitenciario de este pa?s. Un hecho objetivo y con pocos matices. Tras imponerle la pena que se consider? m?s acorde a lo que establece la ley para la gravedad de sus cr?menes, se le debe reconocer el derecho de reinserci?n en la sociedad y as? ser?.

Las leyes no contemplan --no se les puede pedir algo semejante-- las cicatrices que ciertos actos criminales imprimen en la memoria, y a esa sociedad a la que vuelve JFV le cuesta bastante olvidar seg?n qué hechos.

Los nombres propios de quienes ya no est?n se diluyen, llegan a perderse --algo que no sucede con el criminal--, pero hay muertes que permanecen para siempre, que por el impacto que produjeron son pérdidas colectivas. Las de Sonia Rubio Arrufat, Natalia Archel?s Olaria, Francisca Salas Le?n, Mercedes Vélez Ayala y Amelia Sandra Garc?a Costa est?n entre ellas. Cinco fotograf?as, en eso han quedado, tristemente vinculadas a la cr?nica negra de Castell?n y de Espa?a, y que merecen todas las reflexiones que las ayude a permanecer.

Durante los pr?ximos d?as hasta el s?bado, cuando las puertas de la prisi?n se abran para el asesino en serie de Castell?n, Mediterr?neo dedicar? este espacio a hacer memoria de lo que sucedi?. Recordaremos no por sacar m?s punta a un l?piz que ha dado casi todo de s? de tanto escrito y analizado, sino por la necesidad de incidir en que detr?s de un criminal atroz hay seres humanos inocentes, siempre lo son, porque la culpabilidad le pertenece en exclusiva al verdugo, y porque la vida no sigue para todos.

Cosificaci?n de sus v?ctimas

JFV le dijo a la crimin?loga Carmen Balfag?n que no recordaba «ni que cara ten?an» las tres mujeres a las que abandon? en Vila-real. Sobre sus cr?menes le dijo que «no se piensa, es como un aut?mata. La mente no da para m?s y yo creo que se puede tender a hacerlo m?s f?cil».

Sus acciones le acompa?ar?n de por vida, incluso le sobrevivir?n. Ha pagado, cierto, pero siempre ser? el asesino de Sonia, Natalia, Francisca, Mercedes, y Amelia.







Pues bien, el cad?ver de Sonia lo dej? abandonado entre unos arbustos entre Benicàssim y Orpesa. A Amelia la encontraron de una forma muy similar en una balsa de Onda. Tras su detenci?n por estos dos cr?menes, reconoci? haber hecho lo mismo antes con Natalia, Mercedes y Francisca, cuyos cuerpos descompuestos fueron hallados en la zona de Vora Riu en Vila-real.

Otras mujeres tuvieron m?s suerte. V?ctimas también de JFV, fueron agredidas o frustraron los planes del violador confeso y pusieron a las autoridades sobre su pista. Su papel valiente y determinante merece un espacio en cualquier retrospectiva.

JFV puede haberse rehabilitado por completo, no puede descartarse esa posibilidad, pero sus acciones le acompa?ar?n de por vida, incluso le sobrevivir?n. Ha pagado, cierto, pero siempre ser? el asesino de Sonia, Natalia, Francisca, Mercedes, y Amelia.



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