El 31 de octubre de 2022, Pedro S?nchez presidi? el acto celebrado con motivo del primer D?a de Homenaje y Recuerdo a las v?ctimas del franquismo. El encuentro, enmarcado en lo dispuesto por la Ley de Memoria Democr?tica, convoc? en la sala de c?mara del Auditorio Nacional a asociaciones y v?ctimas del franquismo. Entre ellas se encontraban los familiares de Juli?n Grimau, los de Juana Do?a y el activista Jordi Petit,uno de los pioneros en la reivindicaci?n de los derechos LGTBI que desarroll? buena parte de su lucha durante el franquismo en situaciones de clandestinidad.
"Aunque se le homenaje? a t?tulo personal, con el reconocimiento a Petit se quer?a hacer una reparaci?n simb?lica al conjunto del colectivo. Fue un gesto expreso por parte del Gobierno de reconocer la memoria de esas personas y, aunque queda mucho por hacer, poco a poco este pa?s est? saldando las cuentas pendientes con la gente represaliada", explica Fernando Olmeda, periodista y escritor que, con la publicaci?n hace casi dos décadas de 'El l?tigo y la pluma', se convirti? en uno de los primeros en reivindicar la memoria de los homosexuales hostigados por el franquismo.
"Mientras trabajaba como presentador y editor de los fines de semana de informativos Tele 5, se tramit? la Ley de matrimonio igualitario, en cuya defensa me impliqué. En ese contexto, surgi? la posibilidad de escribir un libro sobre la homosexualidad en el franquismo, que era un tema que no hab?a sido estudiado ni desde la academia, ni desde la historiograf?a, ni siquiera desde los propios movimientos LGTB, que estaban m?s centrados en la teor?a 'queer' que en la historia", recuerda Olmeda, cuyo libro acaba de ser reeditado por la editorial Dos Bigotes con un pr?logo escrito para la ocasi?n por Bob Pop.
"Aunque est?bamos a principios de los dos mil, la gente todav?a ten?a miedo social, familiar y laboral a contar su vida. Por eso fue muy importante poder acceder a los expedientes de peligrosidad que estaban en la c?rcel de Huelva. De hecho, a la hora de analizar esos documentos, no me interesaban tanto los nombres de los represaliados como la letra de la persecuci?n. Es la letra de los expedientes de la Ley de Vagos y Maleantes y los de la Ley de Peligrosidad Social la que explica realmente c?mo fue la persecuci?n de la homosexualidad tanto legal como social".
"Repugnante porquer?a", "que ofende al pudor", "contra natura", "perversi?n sexual", "desviaciones l?bricas", "inmorales aberraciones", "lubricidades repugnantes" o "nefando tr?fico sodom?tico" son algunos de los términos que los expedientes judiciales empleaban para referirse a la homosexualidad en virtud de una regulaci?n establecida por esa Ley de Peligrosidad Social que, si bien fue aprobada en 1970, no ser?a derogada de modo efectivo hasta 1995.
"El retraso en la derogaci?n de esa norma responde a que, durante la Transici?n y los primeros a?os de la democracia, se establecieron otras prioridades, en mi opini?n razonables y l?gicas, porque hab?a que reconstruir todo un pa?s. Tampoco hay que olvidar que, una vez asentada la democracia, el colectivo homosexual vivi? un momento contradictorio o complementario. Por un lado la estigmatizaci?n de sus miembros por el VIH y, por otro, el refuerzo de los grupos LGTB que reclamaban sus derechos. Por eso, si bien es verdad que se hab?a avanzado muy poco en treinta a?os de democracia, luego fue todo muy r?pido".
La moralidad de un régimen amoral
"El obsceno expolio general y las carencias m?s b?sicas, como la falta de alimento, vivienda o trabajo, siempre ten?an justificaci?n y al ciudadano no le quedaba m?s opci?n que la resignaci?n pasiva. Sin embargo, los pecados del sexo s? eran considerados una indecencia. Y como no hab?a moral alguna, salvo la sexual, se vigilaba de modo obsesivo el comportamiento p?blico y privado de los espa?oles", escribe Fernando Olmeda en uno de los cap?tulos de 'El l?tigo y la pluma', en referencia a la forma de actuar del franquismo y su principal aliado, la Iglesia cat?lica.
"El nacionalcatolicismo, la alianza Iglesia-Estado, determina la naturaleza de la dictadura. Entre sus objetivos estuvo la represi?n de los homosexuales que, en un primer momento, fueron enemigos, luego delincuentes, m?s tarde enfermos y, finalmente, peligrosos. Sin embargo, ese control y represi?n de la sexualidad se demostr? enseguida un gran fracaso tanto en el ?mbito social como en el penitenciario. Por mucho control que impongas, los hombres y las mujeres somos m?s fuertes que las dictaduras y todo el mundo encontr? subterfugios, f?rmulas, recursos de lo m?s creativos, algunos arriesgados, pero muy interesantes para resistir y reivindicarse", relata Olmeda, que cita en su libro numerosos lugares de encuentro homosexual. Desde el madrile?o cine Carretas, a los urinarios de las estaciones de tren, algunos bares, los billares, sin olvidar los cuarteles, los seminarios o incluso romer?as tan populares y p?as como la del Roc?o.
La gente que llega a la ciudades desde el campo encuentra all? a hom?logos con los que empieza a tener c?digos, lugares y espacios de relaci?n [como] las florister?as, las peluquer?as o las sastrer?as""La parte que m?s me gusta es la de los a?os 60, cuando la emigraci?n a Madrid y Barcelona empieza a crear redes de sociabilizaci?n homosexual. La gente que llega a esas ciudades desde el campo encuentra all? a hom?logos con los que empieza a tener c?digos, lugares y espacios de relaci?n, que se convierten también en su propia bandera. Por ejemplo, las florister?as, las peluquer?as, las sastrer?as y otros comercios que funcionan como resistencia y reivindicaci?n. En esos lugares no solo pod?an mostrarse tal y como eran, sino que adem?s eran los propietarios de su propio negocio, lo que les permit?a conseguir aceptaci?n social. De hecho, es ese fen?meno de apoyo mutuo el que explica que, a finales de los 60, el colectivo empiece a ganar la calle".
Imag?nate c?mo ser?a ser homosexual en la época de Franco, cuando ni siquiera en los 2000, cuando se public? 'El l?tigo y la pluma', exist?an esos referentes para una comunidad estigmatizada y menospreciada""Lo clandestino es individual y dif?cil de compartir salvo que estés en un partido pol?tico y la experiencia sea colectiva. Por eso, creo que hay que ser indulgente con nuestros padres y abuelos, una generaci?n que ven?a de la Guerra Civil y a la que no se puede juzgar con efectos retroactivos. En esa época, media Espa?a estaba en el exilio, en la c?rcel o repudiada por roja, por lo que resultaba imposible tener informaci?n o referentes que permitieran vivir la sexualidad de otra manera que no fuera esa. Imag?nate c?mo ser?a ser homosexual en la época de Franco, cuando ni siquiera en los 2000, cuando se public? 'El l?tigo y la pluma', exist?an en Espa?a esos referentes para una comunidad que viv?a estigmatizada por el caso Arny, menospreciada en los medios de comunicaci?n y en la que las lesbianas no ten?an ninguna presencia".
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