Se nos ha ido Clemente.

Adolescente, decidi? consagrar su vida a Dios en el monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos. Siete veces al d?a, desde el amanecer hasta ca?da la noche, los monjes se re?nen en la iglesia para contemplar y alabar a Dios, siguiendo una regla establecida por San Benito en el siglo sexto. “Se?or, ven en mi auxilio, date prisa en socorrerme”. Clemente era elegido abad en 1989, siguiendo la costumbre mon?stica: por los propios monjes, en voto secreto. Por vida.

A principio de los a?os noventa una casa discogr?fica lanza al mercado un disco de canto gregoriano de los monjes de Silos; pensaba vender, con suerte, unos miles de ejemplares; se convirti? en el gran éxito del momento, llegando a ocupar la primera posici?n, y no solo en Espa?a. Se pon?a (quien lo hubiera imaginado) en las discotecas. Televisiones europeas ped?an entrevista al abad; un productor de Nueva York hizo una oferta para que la comunidad mon?stica cantara gregoriano en las Naciones Unidas, en la catedral de San Patricio, en un famoso teatro; insist?a, ofrec?a dinero. Clemente, con su sonrisa inefable, respond?a que ellos eran monjes, no un grupo de concierto; que para ellos el gregoriano era un rezo. Que con tanta gira, tanto movimiento la comunidad se distraer?a de lo esencial. No hubo gira de conciertos, a pesar de que en aquellos momentos el monasterio necesitaba dinero para llevar a cabo restauraciones y obras varias.

Tranquilo, bondadoso, apacible, nacido en una modesta familia rural, Clemente recibe con igual sonrisa a personajes de la pol?tica, de la vida social, y a las gentes sencillas.

Hace ahora casi mil a?os el monasterio de San Sebasti?n de Silos, de ra?ces visigodas, recibe un impulso definitivo del monje Domingo, con el tiempo Santo Domingo de Silos, quien dar? nombre al monasterio. Con la desamortizaci?n desaparece la vida mon?stica, el edificio sufre, su gran biblioteca se dispersa. Monjes franceses procedentes de Solesmes y Ligugé restauran en 1880, con esfuerzo y gran mérito, la vida mon?stica. Plantan el famoso ciprés del centro del claustro, “flecha de fe, saeta de esperanza” (Gerardo Diego). En el balc?n de mi casa, entonces en Par?s, ve?a crecer dos reto?os regalo de Clemente. En 1997 los tres abades los plantaron en Solesmes y Ligugé, en donde prosperan, respuesta a aquellos benéficos monjes restauradores franceses. Hoy la Congregaci?n Benedictina de Solesmes – a la que pertenece Silos- la forman m?s de veinte monasterios de monjes (en distintos pa?ses de tres continentes) y siete de monjas.

Entre las tantas iniciativas del abad Clemente la creaci?n de la Asociaci?n de Amigos de Silos, la revista Glosas Silenses, la restauraci?n del monasterio de San Francisco, viajes al Monte Athos, a Egipto, encuentro con el gran im?n de Al Azhar… Hoy, a lo largo del a?o miles de personas asisten a los cantos gregorianos; algunos deciden pasar en Silos unas jornadas de reflexi?n y de paz.



En 2012, cumplidos veinticuatro a?os de abad, Clemente ve que sus fuerzas decaen. Renuncia. Una grave dolencia le aparta poco a poco del mundo. Hasta esta semana, que le aparta para siempre.

Un ?ngel nos acaba de dejar.

Ahora formar? parte de otro coro de ?ngeles.

Ruega por nosotros, Querido Clemente. Se que no nos abandonas. Nos mirar?s con tu sonrisa bondadosa. Interceder?s por nosotros.



Un placer haberte conocido. Aleluya.

Env?anos tu bendici?n.



Te seguimos queriendo. M?s que nunca.

Domingo de Silos Manso



أكثر...