Saliendo del “Palau”, después de padecer una derrota por la m?nima contra Olympiacos en el primer partido de una eliminatoria que no tengo duda alguna que vamos a revertir, y dirigiéndome ya para casa, pasé con la moto por simple recorrido delante del domicilio del presidente Laporta.
All? se agolpaban, nunca mejor dicho, decenas de compa?eros periodistas de los medios m?s diversos intentando dilucidar el que, el c?mo y el cu?ndo de una continuidad, la de Xavi Hern?ndez, que solo unas horas antes y tras una junta directiva, ellos mismos daban pr?cticamente por descartada.
Miren, no he tenido tiempo (les escribo pocas horas después) de saber con precisi?n lo sucedido ni de hablar demasiado con nadie. Sé que las idas y venidas, las entradas y salidas, enloquecieron a lo largo de la tarde, noche y madrugada en la residencia del m?ximo mandatario azulgrana, me cuentan que todo dio un giro inesperado cuando absolutamente todo apuntaba a lo contrario, y lo que s? les aseguro es que en el chalad?simo mundo del futbol, hay que matricularse en un doctorado en Harvard para entender y dar sentido a episodios como el que nos ocupa.
?El ambiente? En esa casa, que acab? muy concurrida, s? me consta alegr?a, celebraci?n y satisfacci?n por la decisi?n tomada y mucho, mucho ajetreo: Entraron convocados y no tan convocados, salieron convocantes, llegaron invitados, salieron y hablaron los elocuentes y callaron los m?s prudentes.
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El resultado es ya archiconocido: Xavi Hern?ndez, nuestro Xavi, acabar? su contrato y seguir? al tim?n de la nave m?s importante de la flota hasta el verano de 2025. ?Bueno? ?Malo?
El tiempo dir?. Lo que si es cierto es que el presidente, que es al final quién tom? definitivamente la compleja decisi?n de parar el tiempo y dar un ?ltimo aliento y oportunidad al de Terrassa, qued? m?s que convencido, probablemente con argumentos no solo técnicos sino también emocionales, al escuchar la sentida petici?n de Xavi, tanto expositiva como expositora del proyecto que, arrepentido por haber declarado lo contrario hace unos meses, ahora solicitaba poder acabar.
Tal fue el convencimiento de Laporta, que él mismo, al confiar, somete su figura presidencial a una cierta desnudez y queda en un estado de vulnerabilidad si el proyecto no da un giro de 180? y comienza a avanzar con la seguridad y firmeza que debiera.
Miren, en la pel?cula del famoso camarote la historia acaba bien y vence el amor. Que Laporta cree y est? enamorado de su entrenador, es una obviedad, ahora esperemos que tanta estima sea correspondida y el de Terrassa se haga merecedor de tanta exposici?n y riesgo. El culé lo merece.
Yo le deseo suerte.
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