"?Y si no hay un ma?ana? ?Hoy no lo ha habido!", se dice en una de las escenas de Groundhog Day, una pel?cula conocida en Espa?a como Atrapado en el tiempo. Bill Murray interpreta a un meteor?logo de la televisi?n. Mientras reporta sobre un evento anual del D?a de la Marmota en Pensilvania, es prisionero de un bucle temporal que repite las misma escenas. Algo similar ocurre en Per? con sus crisis pol?ticas: la reincidencia parece no tener fin. Los nombres son intercambiables. Por estas horas se trata de Dina Boluarte, cuya presidencia provisional pende de un hilo cada vez m?s delgado. Multitudinarias manifestaciones reclaman no solo que abandone el Palacio Pizarro. Se pide la disoluci?n del Congreso y nuevas elecciones este a?o. El compromiso legislativo de celebrar comicios recién en abril de 2024 no parece ajustarse a las urgencias de la calle. El ?ltimo episodio de esta crisis ha tenido lugar este jueves (madrugada del viernes en Espa?a), cuando marchas procedentes de diferentes puntos del pa?s confluyeron en la capital en la llamada "toma de Lima".

Las protestas tienen desde el principio un fuerte componente campesino, pero en Lima se sumaron los estudiantes universitarios y sectores de la clase media. Las fuerzas de seguridad intentaron contener el avance de las columnas y sucedi? lo que ha sido una constante desde que se desencaden? el conflicto: enfrentamientos, gases lacrim?genos, incendios de instalaciones...

Boluarte no tiene aliados en el Parlamento ni en la calle. Ella ha bautizado a 2023 como el "a?o de la unidad, la paz y el desarrollo". Sucede lo contrario: la cuenta regresiva de su precaria gesti?n se inici? el mismo d?a en el que le colocaron la banda presidencial.

Han muerto m?s de 59 personas en los enfrentamientos con la polic?a. El Gobierno interino ha declarado el estado de emergencia durante 30 d?as que pueden ser eternos. No tuvo mejor ocurrencia que exhumar el fantasma del grupo terrorista Sendero Luminoso para restarle legitimidad al malestar que se anid? primero en las regiones m?s postergadas de Per? y que, desde ese sur profundo creci? como la espuma hasta inundar la capital. "La explicaci?n de un rebrote como respuesta general y un?voca para analizar la situaci?n de convulsi?n social falla porque es poco cre?ble y parece zozobrar ante la extensi?n que ha alcanzado la protesta", ha se?alado el diario 'La Rep?blica'.

El eterno retorno

Este nuevo cap?tulo de la crisis, tan parecido a los precedentes, comenz? a escribirse en su ?ltima versi?n al asumir de Pedro Castillo en julio de 2021, después de haber ganado por apenas miles de votos a Keiko Fujimori en la segunda vuelta electoral. Todo se aceler? cuando el maestro rural fue cesado por el Parlamento en la primera semana de diciembre pasado. Castillo nunca pudo gobernar: cambi? m?s de 70 ministros y cont? con cinco primeros ministros en un a?o y medio. Tampoco se destac? por su sagacidad pol?tica. Quiso disolver el Parlamento y dio un salto al vac?o en completa soledad. Su salida del Palacio Pizarro y su posterior prisi?n preventiva abrieron la puerta para malestares contenidos.

El analista César Hildebrandt ha se?alado que Per? ha pasado de Castillo a un "castillo de arena", la imagen m?s elocuente de una inestabilidad que viene de lejos. El fin de la autocracia de Alberto Fujimori supuso, con el cambio de siglo, el inicio de una era de probidad. La bonanza econ?mica (entre 2003 y 2013 el pa?s creci? a una tasa promedio del 6% del PIB) iba a ser acompa?ada de una ética p?blica y una vocaci?n de los liderazgos de reducir las hist?ricas desigualdades sociales de un pa?s profundamente asimétrico.

M?s informaci?n (Auto)


T?tulo noticia (Auto)






Fujimori, quien hab?a huido a Jap?n en setiembre de 2000, fue a la c?rcel en 2007 tras ser extraditado de Chile. Sin embargo, Per? regres? una y otra vez al punto de partida. Alejandro Toledo, el primer mandatario electo democr?ticamente en 2001, se encuentra bajo arresto domiciliario en Estados Unidos, acusado de lavado de dinero y a la espera de ser enviado a Lima. Alan Garc?a, el presidente que sigue en esta saga de desprop?sitos, se suicid? en 2018 para evitar que la polic?a le detuviese. Hab?a sido acusado por un caso de corrupci?n, lo mismo que Ollanta Humala, a la espera de un juicio por las mismas razones de su malogrado antecesor.

2018, punto de quiebre

A partir de 2018, la inestabilidad se "estabiliz?". El neoliberal Pedro Pablo Kuczynski tuvo que abandonar la presidencia para no ser destituido por el Congreso. El jefe de Estado provisional, Mart?n Vizcarra, no pudo evitarlo. Lo reemplaz? uno de sus verdugos, el congresista Manuel Merino. Pero apenas se mantuvo unos d?as en el poder. Lo sustituy? Francisco Sagasti. Su mayor mérito es haber entregado el poder a Castillo, cuya suerte estaba echada de antemano.

En un reciente editorial, el diario lime?o El Comercio sostuvo que si Boluarte diera finalmente un paso al costado "las cosas estar?an peor de lo que est?n y el caos absoluto, a la vuelta de la esquina".

El grado de desconfianza hacia las instituciones no tiene precedentes. De acuerdo con una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), la figura de la mandataria provisional es rechazada por el 71% de la sociedad. La impopularidad del Congreso, el gran ?rbitro de la pol?tica desde 2018, es incluso mucho mayor: un 88% de las personas entrevistadas reprueban su papel. La bala que atraves? la cabeza de Alan Garc?a alcanz? también a la élite peruana que no puede sino volver, como en Atrapado en el tiempo, a recomenzar la escena.



أكثر...