El consumo excesivo de pornograf?a puede provocar una adici?n, al igual que el tabaco o las apuestas. Se trata de un enganche m?s desconocido y tab?, pero que tiene graves efectos en las relaciones afectivas y sexuales, as? como en el ?mbito laboral, familiar y social de quien lo sufre. Dos hombres explican a EL PERI?DICO, del grupo Prensa Ibérica, c?mo se engancharon al porno, c?mo afect? a sus vidas y c?mo han logrado dejarlo atr?s, siempre con mucha ayuda.

"Me daba miedo tener pareja por no estar a la altura de lo que ve?a"

Daniel Rego tiene 33 a?os y lleva siete "desenganchado", pero libr? una dura “batalla” contra el porno –de los 9 a los 26 a?os– que se llev? por delante su trabajo, casi su matrimonio y le hizo, durante un par de meses, plantearse el suicidio porque se "sent?a un monstruo y no lograba parar de ver pornograf?a, pese a haberlo intentado de un mill?n de maneras”.

Como la mayor?a de los ni?os, Rego comenz? a visualizar porno con apenas 9 a?os. En aquella época, no hab?a m?viles y empez? a ver im?genes en revistas o en el ?nico ordenador que hab?a en su casa. "Mi familia cre?a que era un ‘ni?o bueno’ pero todo era un enga?o, cuando cerraba la puerta de mi habitaci?n, en mi soledad, consum?a pornograf?a", rememora.

"Ten?a miedo a tener pareja por no poder representar lo que la pornograf?a dice que tienes que ser”







Al principio, no ten?a adicci?n pero los “efectos del porno tuvieron consecuencias desde el minuto uno” porque empez? “a sexualizar relaciones” en plena preadolescencia.Y ten?a “miedo” a tener pareja por no poder representar “lo que la pornograf?a dice que tienes que ser”. Por eso, recuerda, no tuvo novia hasta los 17 a?os.

Contenidos "duros"

El porno afect? tanto a sus relaciones como a su trabajo, porque un adicto a la pornograf?a ve a cada persona que le rodea, explica, como potenciales actores o actrices porno. “En la etapa m?s oscura, dorm?a apenas tres horas, casi no com?a y me quedé muy delgado, deseaba llegar a casa para poder consumir pornograf?a y masturbarme”, confiesa.

Otro problema es que el cerebro te pide contenidos cada vez m?s “sorprendentes” para mantener el deseo sexual, lo que llev? a Rego a visualizar videos “oscuros y duros”, pero sin entrar en el consumo de algo “ilegal”.

"Las drogas puedes dejarlas, pasar el mono y se acab?. Pero esto se instala en tu cerebro"







Finalmente fue su mujer, con la que se cas? a los 23 a?os, la que le hizo comprender que era un adicto y ten?a que dejarlo. Ella sent?a el porno como una “infidelidad” y la relaci?n estaba llena de enga?os e insatisfacci?n sexual. “Yo quer?a dejarlo para no hacerle da?o, pero no pod?a, como mucho a los dos meses volv?a a caer. Adem?s, no es como otras adiciones. Las drogas puedes dejarlas, pasar el mono y se acab?. Pero esto se instala en tu cerebro, consegu?a dejar de consumir pero no era capaz de dejar de pensar en la pornograf?a, por eso necesité gente que me ayudara y mucho apoyo”.

Para lograrlo, Rego dej? su trabajo e ingres? en un centro de rehabilitaci?n para j?venes problem?ticos, dado que en 2016 no encontr? ning?n especialista en adici?n al porno. Ahora s? existen, pero en aquella época “nadie sab?a como tratarlo”. Rego ha conseguido desengancharse pero sabe lo dif?cil que es, por eso ha decidido colaborar con Dale una Vuelta, entidad que trabaja para prevenir la adici?n a la pornograf?a, prestando su testimonio a cara descubierta. “Ya no tengo nada que esconder porque estoy sano y quiero demostrar que si he salido yo, puede hacerlo cualquiera”, afirma.

Pedro: “Ve?a entre seis y diez horas diarias, incluso de contenido legalmente cuestionable”

Un hombre consumiendo contenidos pornogr?ficos en la red. /

DAVID CASTRO

Pedro (nombre ficticio) también sufri? adicci?n al porno, pero prefiere explicar su caso desde el anonimato porque “no est? preparado” para hablar de ello p?blicamente. También se siente rehabilitado y “gracias al apoyo profesional y familiar” lleva ya bastante tiempo “limpio”, pero considera que a?n “no est? fuera de peligro”. “En palabras de mi psic?loga, estoy cl?nicamente estable pero a?n tengo trabajo que hacer”. Aun as?, ha decidido explicar a EL PERI?DICO c?mo fue su adici?n porque cree que de esta forma puede ayudar “a mucha gente”, para la que el porno es una droga, “a dar el paso y pedir ayuda”.

"En torno a los 14 o 15 a?os el consumo de porno pas? de ser una curiosidad a una necesidad"







Pedro comenz? a ver porno en torno a los 12 a?os. El primer contenido pornogr?fico lleg? hasta él a través de internet, mediante una b?squeda. En un primer momento visualiz? contenidos er?ticos porque “ten?a curiosidad de saber c?mo es el sexo”. “Mi curiosidad empez? en clase de Biolog?a, al ver cuerpos desnudos, quer?a saber m?s y en mi casa no se hablaba del tema”, rememora. Al principio visualizaba fotos pero lleg? un momento en que ya no le satisfac?an y pas? a ver v?deos, con contenidos cada vez m?s duros. En torno a los 14 o 15 a?os, confiesa, el consumo de porno pas? de ser una “curiosidad a una necesidad”.

Hasta que lleg? un momento que visualizaba entre seis y diez horas diarias, de lunes a domingo. “Me encerraba en m? mismo, mi autoestima fue bajando... por resumir acabé en un c?rculo vicioso, lo que me provoc? un aislamiento de la realidad que me rodeaba, que a su vez empeoraba la situaci?n y obviamente esto acab? afectando a la relaci?n familiar y con mis amistades. Ocultaba el consumo de pornograf?a a todo el mundo, no expresaba mis sentimientos y sol?a tener muchos roces con mis padres”, explica.

Al ser menor de edad no tuvo que cumplir pena de c?rcel, pero s? que le obligaron a apuntarse a terapia







Todo salt? por los aires el d?a que la polic?a descubri? que consum?a porno de “legalidad cuestionable”, seg?n su definici?n. “El mundo se me cay? encima”, rememora. Al ser menor de edad no tuvo que cumplir pena de c?rcel, pero s? que le obligaron a apuntarse a terapia, apoyo psicol?gico con el que lleva ya cinco a?os y prevé seguir.

Y est? firmemente convencido de que las empresas que generan, producen y promueven el porno deber?an implementar “medidas eficaces de verificaci?n de la edad” para que los menores no puedan acceder a este tipo de contenidos. Asimismo, opina que las autoridades deber?an “promover campa?as para visibilizar este gran problema".



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