No hay ninguna ley, ni escrita ni consuetudinaria, que promulgue que cientos de m?sicos tengan que ponerse de acuerdo para publicar sus mejores discos durante el mismo a?o. Los calendarios son, igual que esas listas anuales que tanto nos gustan a los periodistas musicales, intentos de enjaular la creaci?n en celdillas temporales. En cierto modo est?n condenados al fracaso, porque la historia de la m?sica popular, del arte en general, est? repleta de gozosas asincron?as y de un sinf?n de excepciones que confirman las reglas y desbaratan los t?picos m?s enquistados.

Quiz? no haya motivo alguno para a?orar 1994 m?s que por el simple hecho de que todos éramos bastante m?s j?venes: ten?amos m?s pelo, ninguna cana, escasas arrugas, quiz? también alg?n kilo de menos y –desde luego– también muchas menos preocupaciones porque la vida se abr?a en flor ante nosotros como un infinito muestrario de suculentas posibilidades. Doy por hecho, afortunados de vosotros, que algunos ni siquiera ten?ais uso de raz?n. O mejor a?n: ni hab?ais nacido.

Image ID:
101720294
Brett Anderson, de Suede, durante un concierto en la sala Razzmatazz de Barcelona.
FERRAN SENDRA
/clip/09b5b249-321b-4803-a6f9-8914abf605c9_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg
880
495

Pero basta un simple vistazo a la cosecha musical de hace justo 30 a?os para darse cuenta de que viv?amos en la cresta de muchas olas. En uno de esos raros periodos de esplendor en los que no pocos de los lenguajes musicales que hoy en d?a a?n parten alguna pana, o cuyo eco todav?a reverbera, llegaban al pico de su potencialidad: hab?an tocado techo y no enfilaban la inevitable pendiente abajo. Es m?s, dif?cilmente lo alternativo y lo mainstream, lo underground y lo decididamente comercial, volver?an a cruzar sus caminos (o incluso a fundirse) con la misma armon?a que en 1994. Seguramente 1991 fuera m?s rompedor, pero muchos de sus logros no cristalizaron hasta tres a?os después.

Internet a?n no hab?a cambiado nuestras vidas y los discos en formato f?sico se vend?an como rosquillas (ya fueran vinilos, cedés o cintas de casete) sin que nadie pudiera a?n atisbar nubarrones en el horizonte. Quedaban solo cinco a?os para 1999, el ejercicio en el que m?s discos se vendieron en toda la historia. Pero en 1994 viv?amos en tiempos de la generaci?n X, la apat?a slacker y la coronaci?n de la integridad (sin asomo de cinismo ni de aderezos postizos) como valor deseable en el mundo de las artes, a?n sin disolverse en el éter de la postmodernidad. El eterno reciclaje de ideas de los 2000 y su sucesi?n de revivals no ten?an fecha asignada. ?Lo record?is?

Estilos que alcanzaban su cima

Si uno hace el sencillo ejercicio de preguntarle a San Google cu?l fue musicalmente el mejor a?o de la década de los 90, la respuesta es clara: 1994. Hay decenas de argumentos period?sticos que lo justifican, e innumerables opiniones vertidas en toda clase de foros. Como apuntaba, por ejemplo, el periodista David Barnett hace un lustro en las p?ginas de The Independent, fue el a?o en el que las barreras estil?sticas comenzaban a difuminarse y la integridad cotizaba en las listas de éxitos. Veamos: el brit pop a?n no se hab?a convertido en una insoportable feria de las vanidades porque Blur, Oasis y Suede publicaban sus mejores discos y no esbozaban declive, mientras Pulp aguardaban turno con su cuarto elepé. Incluso Morrissey, a quien muchos daban por amortizado, desvel? su mejor obra en solitario. El grunge viv?a su m?ximo punto de ebullici?n, con Pearl Jam convenciendo a quienes dudaban de su autenticidad con Vitalogy y Kurt Cobain demostrando que su discurso bien podr?a haberse reciclado con un plus de madurez (aquel MTV Unplugged publicado unos meses después de su muerte, en abril del mismo a?o), justo antes de que suced?neos como Live, Stone Temple Pilots o Bush conquistaran el mercado (estos ?ltimos lo hicieron ya en 1995 porque su debut vio la luz en diciembre de 1994).

Image ID:
101720211
Lian Gallagher, durante una actuaci?n en el Festival de Cap Roig.
DAVID BORRAT
/clip/e0c1221c-3e74-49e0-befd-2cb86c60f81a_source-aspect-ratio_default_0.jpg
880
495

Hasta los mega vendedores R.E.M. hab?an dado su bendici?n al l?der de Nirvana en Let Me In (exactamente igual que Neil Young aquel mismo a?o en Sleeps With Angels), una de las canciones de Monster (1994), que también rend?a honores desde su p?lpito multinacional a la electrizante sonoridad, rebosante de guitarras con feedback y distorsi?n, de la naci?n alternativa a lo largo de aquel mismo disco. Hab?a algo (mucho) de justicia poética en esa decisi?n, porque el indie rock norteamericano deparaba también algunos de sus mejores trabajos, a nombre de Pavement, Sebadoh, Built To Spill, Guided By Voices o unos debutantes Low. El indie estaba a punto de dejar de ser una actitud para convertirse en una suerte de estilo. Sin olvidarnos del riot grrrl: desde el estado de Washington, al noroeste del pa?s, un pu?ado de bandas femeninas reivindicaban por fin un nuevo espacio para las mujeres, sin los lastres del feminismo de la generaci?n anterior, aunque su onda expansiva fuera de efecto retardado porque su propia naturaleza mostraba aversi?n por los grandes medios y corporaciones.

Grandes debuts y confirmaciones

Massive Attack con su segundo disco y Portishead con su debut daban cuerda al trip hop como un juguete en continua transformaci?n, un par de a?os antes de que el estilo se convirtiera –en manos de otros– en banda sonora de anuncios de colonia, hilos musicales para ascensores y consultas de dentista. Fue también un a?o pr?digo en debuts de impacto, en algunos casos nunca superados, como los de Jeff Buckley, Beck y Weezer, los tres medrando de forma ejemplar entre la corriente principal y las que discurr?an por el subsuelo. Los dos ?ltimos siguen viviendo (mucho m?s los ?ltimos) de aquellas rentas, algo que Buckley no pudo hacer porque las aguas de un afluente del Misisipi nos lo arrebataron tres a?os después. Hay una cierta unanimidad entre los medios brit?nicos y norteamericanos a la hora de valorar aquellos 12 meses, porque también Billboard (“se produce un perfecto equilibrio en el sistema”, dijo), LA Weekly o la edici?n yanqui de Rolling Stone advirtieron hace tiempo de su car?cter de hito: para esta ?ltima, la palabra alternativo empez? a perder su sentido desde el momento en que ocho ?lbumes procedentes de ese ?mbito se inmiscu?an con descaro en el Top 10 norteamericano. Entre ellos figuraba Dookie, el tercer disco de unos Green Day que pon?an de moda por todo el planeta el revival punk rock californiano justo unas semanas después de haber pasado por Espa?a en una gira por peque?os gaztetxes, casas okupas, casales populares y centros c?vicos ante unos pocos centenares de personas. Nunca m?s se les podr?a volver a disfrutar en petit comité. Otra peque?a revoluci?n que se hab?a desbordado para no volver nunca al punto de partida. Viv?amos un momento hist?rico, pero no lo sab?amos.

Image ID:
101720477
Billie Joe Armstrong, l?der de Green Day, en un concierto en Holanda.
FERDY DAMMAN
/clip/442637a7-b86a-429f-85b4-e60a3c5e24a8_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg
880
495

El black metal, con el debut de Korn, el rock industrial, con la rev?lida de Nine Inch Nails, y el hip hop, con las primeras entregas de Notorious B.I.G. y Nas o los Beastie Boys marcando su primer cénit con su cuarto disco (qué lejos quedaban remedos como Vanilla Ice o MC Hammer) también eran géneros sometidos a un abrillantado que rara vez volver?an a lucir. Incluso se pod?a apreciar un instante de ingenuidad primigenia, no contaminada por las grandes audiencias y las expectativas desmesuradas, en los primeros singles de Chemical Brothers, el segundo elepé de The Prodigy o el tercero de Underworld, a?n lejos del fen?meno Trainspotting (1997) y de los festivales que frecuentar?an en su toma de poder de aquellos grandes recintos que hasta entonces hab?an sido exclusivos del rock de guitarras.

M?s atenuada resulta la presencia de hallazgos de 1994 en nuestra producci?n musical. La revista Rockdelux introduc?a su resumen del a?o en Espa?a en su n?mero de enero de 1995 diciendo que "la autocr?tica y los atisbos de madurez han contribuido a una de las m?s abultadas y variopintas cosechas", algo que se reflejaba en la ampliaci?n de discos destacados (de 20 a 30) por el medio y en un inédito empate en cabeza entre los discos de Family y Cancer Moon. A largo plazo, sin embargo, el impacto de aquel a?o qued? algo m?s diluido: ocho de sus discos figuraron en su especial resumen con los cincuenta mejores discos estatales de los a?os 90 y solo tres en su n?mero con los cien mejores discos hispanos del siglo XX, entre ellos Un soplo en el coraz?n de Family, Indicios de Carlos Berlanga y el debut hom?nimo de Le Mans. Se impon?a un recambio generacional y reg?a escasa sincron?a con los fen?menos de fuera de nuestras fronteras. Los Planetas, que est?n ahora celebrando los treinta a?os de su efervescente debut, S?per 8, a?n tendr?an que esperar cuatro a?os para entregar su obra maestra.



أكثر...