- ?Te molesta envejecer?

-Personalmente no tengo miedo al paso del tiempo. La muerte es otra cosa, chat?n.

Es un extracto de una conversaci?n de loco a loco. El mismo loco, en realidad. Una conversaci?n entre Jes?s Quintero y el Loco de la Colina, su alter ego. Una autoentrevista que ahora aparece en un libro editado por su familia, con motivo del primer aniversario del fallecimiento de uno de los comunicadores m?s carism?ticos que ha dado Espa?a.

Ya hace un a?o que se fue Quintero. El perro verde. El rat?n colorao. Un hombre que, por ser hijo de José y Mar?a (nombres de sus padres) s?lo pudo llamarse Jes?s. Que entr? en el mundo de la comunicaci?n casi por accidente, pero se qued? para siempre y cre? escuela. El periodista que se hizo famoso, entre otras cosas, por sus silencios. La forma en la que forzaba pausas eternas en sus entrevistas acab? siendo una de sus se?as de identidad.

También lo fueron los personajes a los que puso en el candelero. Desde el Risitas y su Cu?ao hasta Rafi Escobedo, un preso que clamaba por su inocencia en el macabro y medi?tico crimen de sus suegros (los marqueses de Urquijo). Escobedo decidi? darle una entrevista a Quintero para avisar de que, si no se hac?a justicia con su caso, se quitar?a la vida. Encontraron su cuerpo ahorcado siete d?as después de la emisi?n.

Talento para el talento

"Mi padre ten?a talento para identificar el talento". Una redundancia voluntaria de Lola, su hija peque?a, en una conversaci?n con EL PERI?DICO DE ESPA?A, del grupo Prensa Ibérica. Ella se ha volcado junto a su hermana en la programaci?n de los actos homenaje a su padre que se est?n llevando a cabo estos d?as por toda Espa?a. De Sevilla (lugar de nacimiento de su hija mayor Andrea) a Catalu?a (el sitio en el que naci? Lola, la peque?a). De Madrid, una de sus ciudades favoritas, a San Juan del Puerto (Huelva), el pueblo en el que naci? y del que se fue porque instalaron una f?brica de celulosa que lo impregnaba todo con su olor.

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Quintero con su hija Andrea en el plat? donde grababan Ratones Coloraos.
CEDIDA
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Jes?s Rodr?guez Quintero (San Juan del Puerto, 1940) naci? en el seno de una humilde familia onubense, al lado de las minas de R?otinto, el lugar al que lleg? el f?tbol en Espa?a. Un ni?o feliz y extrovertido, pero de comportamiento singular. "Eres m?s raro que un perro verde y un rat?n colorao", le espetaba su madre, Mar?a Dolores. La misma que le anim? a presentarse a unas pruebas para ser locutor en Radio Popular Huelva.

Ah? empez? todo. Porque, en realidad, Quintero quer?a ser actor. Y hac?a sus pinitos sobre las tablas en el circuito amateur. Pero en una funci?n, un espectador le alab? su imponente tono de voz: "Se te escucha hasta en la ?ltima fila". De ah?, a superar sobrado el casting radiof?nico. El resto ya es historia. Una historia que resume con impecable estilo su segunda esposa, la periodista catalana Joana Bonet, en el mencionado libro titulado Memoria del silencio. El mundo desde la colina.

El Loco de la colina

Lo fich? Radio Nacional, le dieron las madrugadas y se convirti? en la voz m?s reconocible de cuantas sal?an de los transistores espa?oles durante el tardofranquismo. Corr?a 1973 y le toc? conducir un programa con un t?tulo que le horrorizaba (Para mayores sin reparos) y que acabaron suspendiendo porque dec?an que incitaba al suicidio.

Cuenta Bonet que, a?os después, el propio Quintero le revel? que Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del primer gobierno democr?tico postfranquista, llam? personalmente a la emisora para pedir explicaciones por la cancelaci?n. Volvi? Quintero, pinch? una de los Beatles (The Fool on the hill) y empez? a gritar: "Yo soy un loco en la colina".

Ese fue el origen del apodo con el que incluso sus propias hijas se siguen refiriendo a él. El Loco. El Loco de la Colina fue también el nombre del programa de radio que le llev? al éxito. Un espacio nocturno en el que hizo lo que le dio la gana y en el que lleg? a dejar a las mujeres de la limpieza del estudio al frente del micr?fono.

El Perro verde

Aquel éxito le catapult? a televisi?n. Para ese proyecto eligi? el nombre de El Perro verde, un homenaje al apodo que le puso su madre. Y all?, el 27 de julio de 1988, marc? un hito en la historia del periodismo espa?ol: se meti? en la c?rcel de Dueso para entrevistar a Rafi Escobedo, el yerno de los Marqueses de Urquijo. Dos nobles que hab?an sido asesinados brutalmente en su propio domicilio mientras dorm?an.

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Jes?s Quintero sostiene a su primera hija, Andrea, que ahora lleva la fundaci?n con su nombres.
Manuel Outumuro
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Fue el propio Escobedo, que llevaba 7 a?os preso por ese crimen, el que pidi? hablar en su programa: "Si en el quinto d?a después de la emisi?n no me conceden lo que me corresponde, me suicido", advirti? el reo. Escobedo cumpli? su promesa y se colg? en su celda. "Me quité de enmedio (...), me fui a casa de mi compadre Paco Cervantes y, estando en la playa, uno me dijo "estar?s contento que se ha matado Rafi". Ah? empez? la telebasura", cont? Quintero posteriormente, tal y como refleja Bonet en el libro.

A partir de ah? se sucedieron los programas televisivos que le hicieron cruzar el charco y convertirse en una celebridad allende los mares, en lugares como Argentina. También se sucedieron sus amores con periodistas catalanas: la primera, Angie Urrutia, con la que tuvo a su primera hija, Andrea. La siguiente, la propia Joana Bonet, que alumbr? a la peque?a Lola seis a?os después (1998) en Lleida. Y fue su faceta como padre ausente la que m?s le mortific? el resto de su vida.

Los silencios del padre

"Ser hija del Loco no ha sido siempre un camino f?cil", cuenta su hija Lola. "Crec? viendo c?mo se entregaba a los dem?s. Su tiempo, su energ?a y su atenci?n se volcaban en los entrevistados, en sus espectadores y en su p?blico. Y para una ni?a que s?lo quer?a a su padre para ella, que anhelaba su presencia constante y su atenci?n exclusiva, esa realidad pod?a ser cruel y confusa".

"Con el paso del tiempo y grandes dosis de esfuerzo, tuve que aprender a compartir a mi padre", recuerda ahora Lola, que reconoce que "como padre también hizo silencios largos", pero que recuerda aquella época de éxito televisivo de su padre como "lo m?s maravilloso que he vivido nunca. Mira que he recorrido pa?ses en mi vida, mira que he pasado por plat?s. Pero entrar en el de mi padre era hacerlo en un lugar especial. A m? me dec?a que me sentase en una esquina a verlo. Y entre las luces tenues, su tono de voz, sus silencios... yo me acababa quedando dormida", rememora.

Quintero fij? su residencia en su amada Sevilla, en un edificio cuya azotea ten?a vistas a La Giralda y por el que se desplazaba en un ascensor de cristal: "Para m?, aficionada a Roald Dahl, mi padre no era menos que Willy Wonka, el excéntrico due?o de la f?brica de chocolate que protagoniza el libro Charlie y el gran ascensor de cristal. Y, de alg?n modo, su plat? signific? para m? su propia f?brica de chocolate, con los personajes m?s singulares y extravagantes que yo haya visto jam?s", remata Lola.

Compaginar su faceta profesional con la de padre fue su mayor espina. Mucho m?s que esos negocios que no le salieron bien y que la prensa del coraz?n aprovech? para poner al Loco en la picota. "El dinero fue lo que menos le import? en el mundo. Y no porque viniese de un entorno rico. ?l proced?a de una familia muy humilde. Pero no le ten?a ning?n aprecio al dinero y le hac?a gracia cuando ve?a su nombre en los titulares diciendo que se hab?a arruinado. Le daba igual. Si mont? un restaurante no fue para hacer dinero, sino porque crey? que aquello podr?a ser divertido para pasarse horas hablando con sus amigos", puntualiza su hija menor.

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Jesus Quintero con su hija Lola.
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Patrimonio de la humanidad

Sus hijas, a pesar de no vivir con Quintero en el ?ltimo tramo de su vida, se fueron en paz con él. Quintero falleci? en Ubrique (C?diz) hace ahora un a?o, Con motivo de la efeméride, se ha presentado el libro y se han celebrado homenajes. En todos ha participado su hija Andrea, que conduce el proyecto Fundaci?n Quintero. Ubicada en San Juan del Puerto, la Fundaci?n busca convertirse en un laboratorio period?stico. Un espacio que trascienda el museo y, m?s all? de exponer el material que queda del Loco, sirva como lugar de conferencias, coloquios y especializaci?n de periodistas de nuevo cu?o.

Andrea es la ?nica que ha heredado la vocaci?n period?stica de su padre, del que profesionalmente aprendi? "el compromiso con los valores éticos, respetar el c?digo deontol?gico, cultivar la curiosidad y la importancia de la escucha. Pero, sobre todo, el ir a una entrevista 'a ver qué te cuenta el otro'. Escuchar lo que nos dice el entrevistado, m?s all? de la idea que tengamos para titular", le cuenta desde Barcelona a EL PERI?DICO DE ESPA?A.

También coincide en que su padre fue una de esas rara avis que consigui? un p?blico heterogéneo que trascend?a a las ideolog?as. El Loco tiene admiradores a derecha e izquierda: "Las figuras del periodismo suelen estar bastante politizadas. Mi padre podr?a simbolizar un consenso, porque le interesaban las personas. Le daba igual su procedencia o clase social. Dec?a que hasta con la persona con las ideas m?s opuestas a ti pod?as encontrar un punto de acuerdo". El Loco se muri? sin haber podido cumplir su sue?o profesional: entrevistar al Papa. Incluso ten?a prevista la primera pregunta: "?Cree usted en Dios?".

La mayor de las Quintero, gracias a haber optado por seguir con la profesi?n, ha conseguido comprender aquellas ausencias de su padre: "Ser periodista me ha ayudado a entender que, a veces, haces renuncias que no son por gusto sino por coherencia. Yo de ni?a no entend?a c?mo pod?a estar todos los d?as trabajando y hasta los dos o las tres de la ma?ana. Y con el tiempo entend? que el periodismo fue uno de los amores de su vida. Aprend?, igual que mi hermana, a compartir al Loco con el resto del mundo". Porque Jes?s Quintero, a fin de cuentas, es patrimonio de todos.



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