Al filo de la medianoche, Rafael Nadal hinca la rodilla en la pista central de la Caja M?gica. 20 ediciones, cinco t?tulos y 76 partidos después, el mito dice eso de "hasta aqu? hemos llegado" y se rinde al paso del tiempo, ese rival invencible contra el que tanto lleva luchando. Ya no volver? a jugar un partido como profesional en Madrid, seguramente tampoco en Espa?a, tras haber ca?do ante un imponente Jiri Lehecka. Y las emociones explotan.

Por un momento, rompe a llorar. Pero en su cara prevalece una sonrisa. La noche es cerrada en Madrid, tan cerrada como el techo de la Caja M?gica. Como quer?a Nadal para sentir m?s cerca a 12.000 que abarrotan la Manolo Santana y disfrutar. De eso se trataba esta vez, y no tanto de luchar por ganar. De sentir por una ?ltima vez el calor de su gente como profesional, de recibir su merecido homenaje vestido de corto y no de traje.

Todos los focos le apuntan. Ni la semifinal de Champions que disputa el Real Madrid en M?nich al mismo tiempo evita que las gradas estén abarrotadas. Es la cuarta vez en menos de una semana la pista central de la Caja M?gica, algo impensable hace unos d?as y m?s que suficiente para los planes de Nadal, pero los all? presentes quieren m?s. Y se lo hacen saber.

Rugen a la llegada de su ?dolo y no paran de animar esperando otra epopeya en la que Lehecka no quiere ser v?ctima. El checo, tan corpulento como Nadal, pega y pega, no hay plan B en su juego. Al resto, con una derecha y un revés que son martillos, y al saque, con el que llega a superar varias veces los 230 kil?metros por hora. La altura y el fresco nocturno con el que se despide abril en Madrid le ayudan. Es su oportunidad. A sus 22 a?os, el checo quiere ser él, y no otro, el que salga en la foto del ultimo partido de Nadal en suelo espa?ol.

El ritmo de peloteo es alt?simo desde el inicio, y Nadal acepta el reto. Resiste, pega también en cuanto tiene ocasi?n y va sacando juegos al saque. Espera paciente su oportunidad. Esa que llega tras una doble falta del checo en el octavo juego.*Agua. El checo, fr?o, no tiembla y redobla la apuesta: rompe en blanco en el undécimo tras un juego perfecto, saca para ganar y ejecuta.


Y se acab?. Hasta aqu? llega el fuelle de Nadal, por m?s que desde la grada tratan de levantar sus ?nimos entre v?tores y gritos de "s? se puede". Lehecka vuelve a romper nada m?s volver de vestuarios y enfila la que seguramente ser? la victoria m?s ic?nica de su carrera hasta ahora. Ante Nadal, en tierra y en su casa, impensable hace no tanto, real ahora.

Demasiados riesgos para alguien que apenas ha jugado ocho partidos en el ?ltimo a?o y medio. Mucho tute en ese cuerpo lleno de cicatrices. Nadal compite hasta el final, no se deja ir, pero en el fondo ya lo sabe. Y los m?s de 12.000 que abarrotan las gradas de la pista Manolo Santana también. Por eso, en un arranque de sentimentalismo pocas veces visto en el tenis en Madrid, cada punto del juego con el que Lehecka cierra el partido se convierte en un homenaje.



أكثر...