Son tiempos de tambores de guerra y gasto militar. De reforzar la disuasi?n contra la amenaza de Rusia en Europa, la posibilidad de una escalada en Oriente Pr?ximo, la inestabilidad del Sahel o la creciente asertividad de China. Hay varias guerras abiertas que rodean a Espa?a y amenazan con provocar oleadas migratorias descontroladas, inflaci?n y golpes econ?micos. El orden internacional muestra grietas. Se rompen o ignoran los tratados internacionales y la legislaci?n humanitaria. Se revientan consulados o se invaden embajadas, se bombardean indiscriminadamente zonas altamente pobladas y se lanzan lluvias de misiles de forma disuasoria.

En este contexto, desde Naciones Unidas se clama por el refuerzo de los mecanismos de negociaci?n y di?logo. Hay que evitar que se desmorone el orden construido tras la II Guerra Mundial y conservar el campo para la paz, en palabras del ex ministro de Exteriores y Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones de la ONU, Miguel ?ngel Moratinos, el pasado viernes en una conferencia en Madrid.

Esa es la propuesta también del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que insiste en cada comparecencia en que la pol?tica exterior espa?ola est? centrada en estos momentos en contribuir a la paz mientras se defiende a los que sufren la guerra, ya sea en Ucrania (con el env?o de armas, como el anunciado por el Ministerio de Defensa el pasado viernes) o en Gaza (con el reconocimiento del Estado palestino para impulsar la soluci?n de dos Estados y la propuesta de celebrar una conferencia de paz).

Cuando rugen las armas, la negociaci?n es impensable. Pero todas las guerras acaban en la mesa de negociaci?n, de una u otra forma. Espa?a contribuye ya a la elaboraci?n de los detalles concretos del plan de paz que perge?a el Gobierno ucraniano con ayuda de sus aliados occidentales, seg?n cuentan a este diario fuentes diplom?ticas.

Aunque se da un problema: el presupuesto para diplomacia es muy escaso. Est? por debajo del de los pares en Occidente, y muy por debajo de lo que ten?a 2009, antes de que comenzara la crisis econ?mica hace 15 a?os, como subraya el diplom?tico retirado Domingo de Silos Manso en su libro Diplomacia Ayer y Hoy (Editorial Silex). Si aquel a?o la partida de los presupuestos para el Ministerio de Exteriores era de 3.677 millones de euros, los recortes lo redujeron a menos de la mitad. Y as? segu?a en 2021: 1.882 millones. Subi? en 2022 hasta los 2.254 millones.

En 2023 se produjo una mejora del 13,7%. El presupuesto consolidado total del Ministerio de Asuntos Exteriores, Uni?n Europea y Cooperaci?n creci? hasta los 2.192 millones de euros. El grueso de esa partida se dedic? a la Ayuda Oficial al Desarrollo: 1.118 millones de euros, que supusieron con respecto al a?o anterior un incremento del 23%.

Es decir, José Manuel Albares dispone de un tercio menos de dinero del que tuvo el ministro Miguel ?ngel Moratinos, por situarnos. Cuando menos dinero, menos viajes, menos cooperaci?n, menos cumbres, menos iniciativas. Son gotas en un océano diplom?tico, pero a?o tras a?o van marcando la diferencia y el m?sculo de la pol?tica exterior espa?ola. “Sigue pesando una década previa de austeridad en toda la acci?n exterior”, asegura en su informe Espa?a en el Mundo el Real Instituto Elcano.

Defensa crece m?s

La diferencia es m?s llamativa cuando se compara con la partida del Ministerio de Defensa. Los Presupuestos Generales del Estado para 2023 concedieron al Ministerio de Defensa 14.073 millones, una subida de un 24% respecto al a?o anterior. El presidente, Pedro S?nchez, se ha comprometido a elevar el gasto en defensa desde el 1,4% actual hasta el 2%, es decir, 24.000 millones, en un tiempo por determinar. Hay presi?n desde Washington para que los socios de la OTAN cumplan su compromiso de inversi?n. Nadie presiona, en cambio, para aumentar el presupuesto dedicado a diplomacia.

El Centro Del?s de Estudios de Paz asegura que el gasto real en defensa es ya mucho mayor. Incluye, por ejemplo, el gasto en Guardia Civil, que es un “cuerpo de naturaleza militar”. En ese caso, y sumando los costes financieros (los intereses de la deuda), se llegar?a hasta a los 23.000 millones a los que apunta esta organizaci?n, una cifra discutida por expertos militares consultados por este diario.

El contexto es de cambio de paradigma. Lo explic? otro ex ministro de Exteriores espa?ol, el ahora Alto Representante europeo Josep Borrell, durante una comparecencia de prensa en el debate sobre el Estado de la Uni?n del a?o pasado. Europa est? despertando de su sue?o de proyectar paz a través del comercio y del di?logo a un mundo que se basa cada vez m?s en garant?as y fuerza.



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