Todos recordamos al joven impulsivo y arrebatador l?der del Elefant Blau all? por 2003. El nuevo 'Kennedy', un tipo arrollador, conquistador y tremendamente vital. Un l?der carism?tico y con una atracci?n y empuje extraordinarios. Ahora, pr?ximo a los 62 a?os, por mor de la naturaleza, ha perdido muchas de esas virtudes que le convirtieron en el mes?as del barcelonismo en la transici?n del nu?ismo al f?tbol moderno.

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Ya no es ese hombre arrebatador de f?cil discurso que engatusaba y conquistaba los auditorios con su verbo f?cil. Su don de la palabra le confer?a la raz?n en casi todos los debates. Ahora, el actual presidente del Barcelona se contradice y se ve obligado a rectificar p?blica y privadamente con m?s asiduidad de la que deber?a. Su palabra no es una garant?a ya y eso es muy peligroso en el mundo societario en el que se mueve. Genera desconfianza. Es capaz de llegar a un acuerdo y romperlo en apenas un gui?o de ojos, un suspiro, una respiraci?n prolongada.

Se mueve a impulsos del coraz?n, por sentimientos, por afecto, lo cual, generalmente no es malo, salvo que sea para tomar decisiones de peso y de calado en las que es m?s necesaria la cabeza fr?a y la serenidad que el cari?o por las cosas o las personas. Le pierde y le lleva a mostrar sus debilidades m?s habitualmente que de costumbre.

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Apenas pide consejo y asume todo el protagonismo de los pasos a dar. Suya es y ser? siempre toda la responsabilidad, para lo bueno y para lo malo. Ha dejado de escuchar, virtud extraordinaria y muy necesaria en organizaciones de gran envergadura, u oye pero no parece escuchar. El pater familias del barcelonismo ejerce su papel de manera omn?moda. Es el jefe de la tribu y ejerce fielmente su liderazgo.

Laporta est? perdiendo el relato

Laporta est? perdiendo el relato y los acontecimientos le est?n atropellando. En apenas tres semanas ha mostrado muchas debilidades que han dejado en entredicho su gesti?n y oportunismo a la hora de tomar decisiones. El caso Xavi y la cruel destituci?n, por el momento y las formas, han debilitado mucho la imagen del presidente del Barcelona. Se puede estar a favor de la destituci?n o m?s de un cambio de rumbo en el banquillo, claro que s?, pero no con esos vaivenes casi diarios, esos golpes o arrebatos casi pasionales que convierten la gesti?n del Barcelona en una telenovela de sobremesa.

Laporta ha terminado apostando fuerte por cambiar el amor en el momento final de su mandato. Despechado, se ha lanzado a los brazos de una nueva experiencia. Y busca volver a seducir al barcelonismo con un giro final muy arriesgado. Se ha equivocado en el tiempo y las formas y lo sabe, pero son el coraz?n y la pasi?n del presidente lo que mueve al actual Barcelona, para lo bueno y para lo malo.



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