El Barça se ha acostumbrado a vivir en una monta?a rusa permanente con situaciones que, dif?cilmente, casan con la seriedad en la que deber?a gestionarse un club. El caso Xavi, sin duda, se lleva la palma. Porque el error del presidente no es echar marcha atr?s tras haberlo confirmado sino la famosa cena en su domicilio en el que el técnico entr? fuera del club y acab? saliendo renovado.

Si ah? Laporta ya sab?a de la opini?n contraria de su directiva y de los informes deportivos negativos a la continuidad del entrenador cometi? un error grav?simo al dejarse llevar manteniendo a un técnico que no generaba consenso. La comedia de los ?ltimos d?as deja claro que no hay confianza en Xavi y, pase lo que pase, est? muerto. O le cesar?n ahora o dentro de unos meses, pero tiene fecha de caducidad porque en el club no se conf?a en su proyecto. Ni ahora, ni antes.

Laporta manejaba desde enero informes preocupantes sobre la nula mejora individual de la mayor?a de futbolistas y también de los errores defensivos que hab?an condenado al equipo en todas las competiciones con especial émfasis en las transiciones defensivas y el posicionamiento de los laterales. Errores que se han ido repitiendo y no se han corregido encajando severas goleadas en encuentros clave. Todo ello estaba encima de la mesa, pero Laporta decidi? darle una oportunidad m?s a Xavi. Sin convencimiento,pero lo hizo.

La derrota ante el Girona colm? el vaso y la rueda de prensa de Xavi, repleta de realismo, ha servido de excusa para tomar una decisi?n que debi? tomarse antes. Quiz?s queda un nuevo cap?tulo por escribir en todo este culebr?n y ya no hay nada descartable, hasta que el técnico convenza de nuevo al presidente para seguir, pero aqu? ya nada ser?igual. Es imposible que Xavi pueda triunfar el pr?ximo curso porque sabe lo que piensan internamente de él y tiene claro los movimientos que se han hecho en los ?ltimos d?as para buscarle sustituto. Est? muerto pase lo que pase y, tal vez, muera matando. Porque su adi?s comenz? a escribirse con la marcha de Jordi Cruyff y Alemany.*



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