Lo que le est? sucediendo al Barça estos ?ltimos meses parece sacado de un guion de telenovela mala: el rid?culo es de tal magnitud, que ni el m?s culé de los culers, tiene ya argumento alguno para defender absolutamente nada.

Si el rey Midas ten?a la capacidad de convertir todo lo que tocaba en oro, esta junta directiva tiene la habilidad opuesta. Y es que igualar la pésima gesti?n de la anterior junta es motivo suficiente para tomar cartas en el asunto.

Laporta, tras el éxito de su primera etapa en el club, ha dinamitado toda su buena imagen pasada en esta segunda fase. Convertido en una caricatura berlusconiana, cada una de las decisiones que ha tomado, ha estado envuelta de polémica. En el momento que pegar tres gritos o cantar cuatro c?nticos no ha sido suficiente para esconder alguna cosa o ganarse f?cilmente el apoyo de los aficionados, en ese momento en que uno debe ser serio para tomar decisiones, el castillo de naipes se ha ca?do siempre: empezando por las filtraciones a la prensa, pasando por las promesas incumplidas y acabando por la nefasta gesti?n del entrenador.

Hoy, parece ser que Xavi vuelve a estar m?s fuera que dentro, y algo que a priori parece una buena decisi?n, se ha convertido en un nuevo capitulo de este show rid?culo capitaneado por el presidente. No hac?a falta convencer al mister para que se quedase, mucho menos montar el paripé que se mont? en la rueda de prensa donde se anunciaba esa decisi?n, era innecesario porque entre bambalinas se sab?a que era tan solo una cuesti?n econ?mica y que m?s pronto que tarde todo iba a explotar por los aires.

Ha sido suficiente unos pocos d?as, menos a?n de los que pens?bamos los m?s pesimistas, debo reconocer. Veremos como concluye este nuevo cap?tulo, pero el rid?culo que est? dando el club delante todo el mundo, costar? borrarlo de la memoria colectiva.

Quién nos ha visto y quién nos ve. Laporta y su junta deben salir a dar explicaciones, pedir perd?n y si hace falta, por el bien del Barça, dimitir. Y es que Joan Laporta debe ser consciente de que ya no tiene a su lado a dos genios como Cruyff o Begiristain, en cambio tiene a gente que le mal asesora y que le permite quedar en rid?culo d?a si d?a también. Reconducir esta situaci?n parece misi?n imposible, entonces, si no queremos abrir a?n m?s la herida, es momento de tomar una decisi?n, y, quiz?s, la mejor de ellas sea irse.**



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