Reem
04-17-2023, 10:41 AM
La dramaturgia tranquila de la Real Academia de la Lenguaabri? sus puertas este domingo para que entrara, con los honores que merece, la fil?loga canaria Dolores Corbella, que llev? consigo (con sus palabras) un tesoro que ella ha cultivado como nadie, con la ayuda de otros amigos suyos que se han dedicado a esta materia. Puso sobre la mesa académica, desde que se levant? a leer, el tesoro de la lengua espa?ola hablada en Canarias, como si estuviera pulimentando secretos o talismanes, feliz de explicar la naturaleza sobre la que lleva trabajando a?os y a?os, en el mar de unas palabras que, al de su discurso, fueron también las palabras de la poes?a.
Serena, sonriente, atendi? las precisiones burocr?ticas de la presidencia de la Docta Casa, y luego agarr?, por separado, varias resmas de su discurso de ingreso ante la expectaci?n casi religiosa de los numerosos canarios, autoridades, autoridades académicas, compa?eros de clase, alumnos, exalumnos, que llenaron la Academia de un p?blico que, antes y después del acto principal, le dieron al lugar el ambiente de una celebraci?n de la amistad y del orden alfabético. En este contexto lleno de afecto parec?a que no s?lo entraba Dolores Corbella sino una lengua, el espa?ol que hablamos, al que ella le ha dado fulgor y empaque, autoridad y futuro.
Don Emilio Lled?, académico que en Tenerife nos ense?? a muchos a entender que la palabra es lo m?s serio de la vida, y que a ella también la ense??, fue a la celebraci?n por la admiraci?n que Dolores Corbella se ha ganado entre los que ahora son sus compa?eros. El profesor, el fil?sofo que nos ayud? a ponerle orden a las dudas de la filosof?a, estaba feliz ante este ingreso, y as? ella lo hab?a saludado, como a otros, en su discurso, pues ha sido elegida merced a una terna de académicos que ahora son sus compa?eros de deliberaciones sobre el pasado y el porvenir del tesoro que ella trae y el que va a compartir con fil?logos de su estirpe.
Cuando nos encontramos en medio de un bullicio que era, sin ruido, un momento especialmente emocionante para la mujer que nos hab?a dirigido la palabra, don Emilio estaba como cuando un alumno suyo llega al p?dium: sintiendo que él también ingresaba, de nuevo, con Corbella, al sitio al que pertenecen los sabios de la lengua. Ese era el ambiente general, como si la recién ingresada estuviera representando el anhelo de una manera de hablar el espa?ol que viaja como un tesoro por las venas de sus investigaciones y de sus libros.
Durante su discurso, 'Un mar de palabras', acogido en el silencio que la Academia regala a sus recién llegados, se escuch?, a poco de comenzar a hablar la nueva académica, el llanto de un ni?o que aun no habla. Nieto o hijo, cualquier parentesco es posible, fue ese llanto como un bautizo de una palabra nueva, de las que aun no ha tenido tiempo de descifrar esta mujer que ha hecho de los diccionarios que ha estudiado materia de su sabidur?a. En su discurso orden? sus gratitudes, entre las cuales est?n las muy principales de Lled?, José Antonio Pascual y Carme Riera, los que la presentaron, pero también las de sus compa?eros de siempre, Inmaculada y Crist?bal Corrales, su “peculiar familia”, adem?s de la figura de Francisco Rodr?guez Adrados, que fue quien estuvo antes sentado en esa 'd' que es la letra que le ha tocado. Ah? estuvo también D?maso Alonso, palabra mayor de la poes?a, de modo que entre el fil?logo y el poeta ella tuvo escenario para rendirle al pasado la fidelidad que éste reclama.
Manuel Alvar, que abri? en las islas la pasi?n etnogr?fica, fue otra de las puertas a las que toc? Dolores Corbella, como toc? también la del académico Pedro ?lvarez de Miranda, que fue el encargado por la Academia para darle la bienvenida a la letra 'd' y al futuro en la casa a la que ella ha tra?do el tesoro lexicogr?fico que ha cultivado, y cultiva, como la baza mayor de su legado como investigadora. Su recorrido por 'los palacios' de la lengua, por esta identidad que ella ha ido edificando con otros para que los canarios tengamos una gu?a mayor de afecto a la lengua que hablamos (y que decimos), hall? un final como de mar interior, ?ntimo, que ella dedic? a los versos de Pedro Garc?a Cabrera: 'A la mar fui por mi voz', del poemario 'La esperanza me mantiene'. Dijo Dolores Corbella que ese poema “refleja perfectamente esa relaci?n entre el mar y la palabra que ha orientado todo mi discurso”, “define mi trabajo y […] constituye un referente para cualquier isle?o: ´Mar la que he buscado como un sue?o,/ haz tuya mi palabra, / no me la dejes nunca descansar en la frente,/ llénala de retumbos y de olas,/ lev?ntamela en vilo,/ dale la libertad de andar por todas partes”. **
Es mucho m?s que una canci?n, es un himno que, al término del discurso, antes de que le respondiera ?lvarez de Miranda, constitu?a una invitaci?n para que, entre la m?sica y la poes?a, el habla que entraba con ella a formar parte de los tesoros filol?gicos de la Academia hallara su acomodo y su homenaje en el que resuenan nombres propios que ella también desgran? como piedras del mar: Viera y Clavijo, Mar?a Rosa Alonso, Rafael Arozarena, Mar?a Dolores de la Fe, Carmen Laforet, Pérez Gald?s, ?lvarez Rixo, los Iriarte, o, por citar un nombre propio que era ajeno y que fue nuestro, Gregorio Salvador, tan inolvidable profesor de La Laguna…
Fue una memorable celebraci?n de la lengua, llena de nombres, tanto como de sabios, y en esa cr?nica general de la sabidur?a fue Dolores Corbella la intérprete y la gu?a de una sosegada sesi?n que ya es historia para Canarias. Dicha, adem?s, con la pasi?n con la que ella fue recorriendo las distintas estancias del palacio en el que viven las palabras que ella cuida como el mar en el que habita su sabidur?a.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/tesoro-dolores-corbella-entra-rae-86109368)
Serena, sonriente, atendi? las precisiones burocr?ticas de la presidencia de la Docta Casa, y luego agarr?, por separado, varias resmas de su discurso de ingreso ante la expectaci?n casi religiosa de los numerosos canarios, autoridades, autoridades académicas, compa?eros de clase, alumnos, exalumnos, que llenaron la Academia de un p?blico que, antes y después del acto principal, le dieron al lugar el ambiente de una celebraci?n de la amistad y del orden alfabético. En este contexto lleno de afecto parec?a que no s?lo entraba Dolores Corbella sino una lengua, el espa?ol que hablamos, al que ella le ha dado fulgor y empaque, autoridad y futuro.
Don Emilio Lled?, académico que en Tenerife nos ense?? a muchos a entender que la palabra es lo m?s serio de la vida, y que a ella también la ense??, fue a la celebraci?n por la admiraci?n que Dolores Corbella se ha ganado entre los que ahora son sus compa?eros. El profesor, el fil?sofo que nos ayud? a ponerle orden a las dudas de la filosof?a, estaba feliz ante este ingreso, y as? ella lo hab?a saludado, como a otros, en su discurso, pues ha sido elegida merced a una terna de académicos que ahora son sus compa?eros de deliberaciones sobre el pasado y el porvenir del tesoro que ella trae y el que va a compartir con fil?logos de su estirpe.
Cuando nos encontramos en medio de un bullicio que era, sin ruido, un momento especialmente emocionante para la mujer que nos hab?a dirigido la palabra, don Emilio estaba como cuando un alumno suyo llega al p?dium: sintiendo que él también ingresaba, de nuevo, con Corbella, al sitio al que pertenecen los sabios de la lengua. Ese era el ambiente general, como si la recién ingresada estuviera representando el anhelo de una manera de hablar el espa?ol que viaja como un tesoro por las venas de sus investigaciones y de sus libros.
Durante su discurso, 'Un mar de palabras', acogido en el silencio que la Academia regala a sus recién llegados, se escuch?, a poco de comenzar a hablar la nueva académica, el llanto de un ni?o que aun no habla. Nieto o hijo, cualquier parentesco es posible, fue ese llanto como un bautizo de una palabra nueva, de las que aun no ha tenido tiempo de descifrar esta mujer que ha hecho de los diccionarios que ha estudiado materia de su sabidur?a. En su discurso orden? sus gratitudes, entre las cuales est?n las muy principales de Lled?, José Antonio Pascual y Carme Riera, los que la presentaron, pero también las de sus compa?eros de siempre, Inmaculada y Crist?bal Corrales, su “peculiar familia”, adem?s de la figura de Francisco Rodr?guez Adrados, que fue quien estuvo antes sentado en esa 'd' que es la letra que le ha tocado. Ah? estuvo también D?maso Alonso, palabra mayor de la poes?a, de modo que entre el fil?logo y el poeta ella tuvo escenario para rendirle al pasado la fidelidad que éste reclama.
Manuel Alvar, que abri? en las islas la pasi?n etnogr?fica, fue otra de las puertas a las que toc? Dolores Corbella, como toc? también la del académico Pedro ?lvarez de Miranda, que fue el encargado por la Academia para darle la bienvenida a la letra 'd' y al futuro en la casa a la que ella ha tra?do el tesoro lexicogr?fico que ha cultivado, y cultiva, como la baza mayor de su legado como investigadora. Su recorrido por 'los palacios' de la lengua, por esta identidad que ella ha ido edificando con otros para que los canarios tengamos una gu?a mayor de afecto a la lengua que hablamos (y que decimos), hall? un final como de mar interior, ?ntimo, que ella dedic? a los versos de Pedro Garc?a Cabrera: 'A la mar fui por mi voz', del poemario 'La esperanza me mantiene'. Dijo Dolores Corbella que ese poema “refleja perfectamente esa relaci?n entre el mar y la palabra que ha orientado todo mi discurso”, “define mi trabajo y […] constituye un referente para cualquier isle?o: ´Mar la que he buscado como un sue?o,/ haz tuya mi palabra, / no me la dejes nunca descansar en la frente,/ llénala de retumbos y de olas,/ lev?ntamela en vilo,/ dale la libertad de andar por todas partes”. **
Es mucho m?s que una canci?n, es un himno que, al término del discurso, antes de que le respondiera ?lvarez de Miranda, constitu?a una invitaci?n para que, entre la m?sica y la poes?a, el habla que entraba con ella a formar parte de los tesoros filol?gicos de la Academia hallara su acomodo y su homenaje en el que resuenan nombres propios que ella también desgran? como piedras del mar: Viera y Clavijo, Mar?a Rosa Alonso, Rafael Arozarena, Mar?a Dolores de la Fe, Carmen Laforet, Pérez Gald?s, ?lvarez Rixo, los Iriarte, o, por citar un nombre propio que era ajeno y que fue nuestro, Gregorio Salvador, tan inolvidable profesor de La Laguna…
Fue una memorable celebraci?n de la lengua, llena de nombres, tanto como de sabios, y en esa cr?nica general de la sabidur?a fue Dolores Corbella la intérprete y la gu?a de una sosegada sesi?n que ya es historia para Canarias. Dicha, adem?s, con la pasi?n con la que ella fue recorriendo las distintas estancias del palacio en el que viven las palabras que ella cuida como el mar en el que habita su sabidur?a.*
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