Reem
03-18-2023, 07:51 AM
El pueblo cubano sufre por un futuro incierto y un presente precario. Mientras el gobierno se centra en recuperar el sector tur?stico, el pa?s se enfrenta al mayor éxodo migratorio de su historia . El a?o pasado, m?s de 180.000 personas, j?venes en su mayor?a, abandonaron la isla por el deterioro de las condiciones de vida y la carest?a de oportunidades. La inflaci?n, la tercera m?s alta del mundo por detr?s de Zimbabue y Venezuela, unida al*bloqueo econ?mico por parte de*Estados Unidos*y a la gesti?n disfuncional de las administraciones, provoca que la gran mayor?a de los cubanos*no puedan cubrir sus necesidades b?sicas.
La situaci?n de la vivienda es un claro reflejo del hundimiento del pa?s caribe?o. En La Habana Vieja –la zona m?s antigua de la capital y principal foco tur?stico- edificios en ruinas colindan con grandes hoteles de lujo formando un paisaje de contrastes socioecon?micos. Las viviendas cubanas ya se encontraban en mal estado debido a su antigüedad y la falta de mantenimiento, pero*la situaci?n empeor? significativamente tras el hurac?n Irma (2017), que provoc? 10 muertos, da?os en 158.000 viviendas y 14.000 derrumbes en el pa?s. En 2022, cuatro de cada 10 domicilios cubanos se encontraban en regular o mal estado técnico, seg?n estad?sticas oficiales y la cifra contin?a aumentando. Mientras el gobierno se centra en reflotar el sector tur?stico, que ha encabezado la lista de peor recuperaci?n en las Américas, en 2022 solo construy? el 58% de las viviendas planeadas, dejando a miles de cubanos viviendo en un lugar –y pa?s- que se cae a pedazos.
https://aglitk.com/clip/49e14b00-6954-4d42-bd3f-0d84d1891c08_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Edificio ya remodelado donde viv?an Irene (60), Mairelis Ortiz (37), Naiara (19), Daian (17), Kendri (siete meses, hijo de Naiara} antes del derrumbe en el que murieron tres menores debido al desprendimiento de un balc?n. | JORDI OTIX-MANU MITRU
“Eso es lo que pasa aqu? en La Habana cuando llueve demasiado. Como estas construcciones son del tiempo de la colonia, cuando cae mucha agua y luego sale mucho sol, las estructuras comienzan a agrietarse y se caen”, argumenta Niovis (33). Vive junto a su hermana Salin (32) en un peque?o habit?culo en Muelles La Coubre, unas antiguas oficinas portuarias que se usan como albergue. Cuando el edificio donde viv?a Salin cedi?, el Estado las reubic? a este espacio como medida temporal, pero los cuatro meses iniciales se han convertido ya en m?s de cinco a?os.*El albergue no cumple los requisitos m?nimos de habitabilidad, todo es eléctrico y los apagones est?n a la orden del d?a. Las perspectivas de futuro de las hermanas son escasas: “Nosotras estamos peladas, aqu?, sobreviviendo”, comenta Niovis tras soltar una carcajada ir?nica. Los signos de malnutrici?n ya comienzan a ser visibles en sus cuerpos, les queda un trozo de pollo para los pr?ximos 23 d?as. Ninguna de las dos trabaja, Salin ten?a un empleo en el sector de la limpieza, pero afirma que ya no hay trabajo.
Mayor?a de mujeres y ni?os en los albergues
“Aqu? hay muchos bebés, demasiados. Y todos casi siempre est?n enfermos”, dice Salin. Uno de ellos es el peque?o Kendri, que seg?n indica Naiara (19), su madre, se ha acatarrado tres veces en sus siete meses de vida. Ambos viven con la madre de Naira, Mairelis (37), su hermano Daian (17) y su abuela Irene (60). La situaci?n de esta ?ltima es particularmente complicada, perdi? las piernas a causa de la diabetes y los problemas circulatorios que sufre:*“Yo no bajo de aqu?, hace dos a?os que vivo aqu? arriba y no me muevo pa’ ning?n lado”, comenta. “Nosotros nos sentimos pésimos en estado general, porque lo m?nimo que debe tener el ser humano son unas condiciones de vida que nosotros no tenemos”, lamenta Mairelis. Reciben una pensi?n de 3.702 pesos para Irene –como persona dependiente-, su hija –para que pueda cuidarla- y Daian, por estudiante. Aseguran que con este dinero no llegan a comprar la comida de m?s de una semana, as? que subsisten “inventando”, como dice Naiara. “Ese mismo hijo m?o tiene 17 a?itos y él vende pomitos de refresco a 15 pesos. Me ayuda bastante, hay que darle gracias a Dios”, agradece Mairelis.
https://aglitk.com/clip/15c22469-0ca5-49db-b889-ae980fc8cb50_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Dos bebés tumbados en los colchones del suelo de la recepci?n de la antigua oficina. | JORDI OTIX-MANU MITRU
Afirma que hay una historia delicada acerca de la casa donde viv?an, en el 102 de la calle Vives, situada en el barrio habanero Jes?s Mar?a. El edificio fue declarado inhabitable y el Estado lo desaloj? con la intenci?n de demolerlo. 3 a?os después, en diciembre de 2020, un balc?n se derrumb?, ocasionando la muerte de 3 j?venes de 11 y 12 a?os: “La casa nos quedaba frente a una escuela y era una fecha se?alada, al d?a siguiente se celebraba el aniversario del nacimiento de José Mart?. All? viv?amos nosotros…”, relata Mairelis. El caso tuvo una gran repercusi?n a nivel global: “Todo lo que es medi?tico, todo lo que es noticia internacional, se soluciona. Ahora, si no hubo afectaci?n ninguna, est?s 'cagao'. En este caso, el edificio fue reconstruido y qued? precioso. Es que no se vea lo que no quiero que se vea”, critica R. (51), ex restaurador de edificios.*
El negocio de la especulaci?n
Actualmente, R. se dedica a la compra-venta clandestina de material para la construcci?n: “Todo aqu? se mueve por el mercado negro, no se mueve nada por lo legal porque hay carest?a de todo. Y a la vez que hay carest?a de todo, la inflaci?n es grande”, explica. En Cuba hay tres almacenes distintos: el Rastro, destinado al pueblo, que lleva a?os vac?o; el almacén de las PyMEs y el de la UCM (Uni?n de Construcciones Militares): “Este ?ltimo est? lleno de material importado, lo ?nico cubano es el acero. All? no hay carencia de material”, indica R. La UCM, junto a GAESA (Grupo de Administraci?n Empresarial S.A.) y otras organizaciones militares, dominan el 70% de la econom?a cubana y tienen el monopolio de los sectores m?s rentables, como el del turismo. Aquellos que necesitan comprar material de construcci?n, sobre todo para realizar reparaciones, no tienen m?s remedio que adquirirlo mediante el mercado negro. R. asegura que*detr?s de la falta de mantenimiento y reconstrucci?n de las viviendas, hay una intenci?n especulativa: “El gobierno deja que se destruyan las cosas, las compra a bajo coste, las vende a cualquier compa??a extranjera y hace un acuerdo con ellos. Trabaja la UCM junto con cualquier firma inversora". Al inicio de la revoluci?n, el Estado convirti? los grandes hoteles en pisos, el modelo de resoluci?n de la vivienda se basaba en el usufructo gratuito. “Toda la gente que vive en este tipo de construcciones, se va para el albergue directo cuando se derrumban. Las personas que s? que tienen propiedad y se les cae la casa, tiran todos los muebles para fuera, cierran la cuadra y duermen con los muchachos al aire libre”, explica R.*
https://aglitk.com/clip/e98eb473-7533-47cd-b104-95bf7bf7b50a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Yurislandi (8) y Sally (32) observan la acumulaci?n de residuos en el refugio situado en Muelles La Coubre, una antigua oficina portuaria que ha estado abandonada durante a?os hasta que el gobierno la utiliz? como alojamiento temporal para las personas que perdieron su hogar. | JORDI OTIX-MANU MITRU
Habitar en un lugar ag?nico
Romilio (80) y su hijo Isaac residen en una de las zonas que siguen en pie en el n?mero 62 de la calle Cuba, donde Romilio ha pasado los ?ltimos 30 a?os de su vida. El edificio se encuentra en situaci?n de derrumbe parcial, lo primero que cedi? fue el patio de un vecino y, posteriormente, el cuarto: “Al viejito que estaba arriba lo sacaron los bomberos de debajo los palos. Se salv? de milagro…”, recuerda Romilio. Otra vecina no tuvo tanta suerte, el derrumbe de un cuarto acab? con su vida, su hija y su nieto pudieron escapar a través de un agujero que los vecinos hicieron en la cocina. Actualmente, nadie sabe cu?l es el futuro de este lugar, pero las perspectivas no son favorables: “Aqu? no hay mantenimiento, no hay nada. Dicen que van a arreglar, pero todo es mentira y cuento. En Cuba s? que hay material de bien, pero arreglan lo que les conviene a ellos”, asegura Romilio. Marta (62), exinspectora de reforma urbana, explica por qué hay personas que deciden quedarse en un lugar cuyo riesgo de derrumbe es elevado: “Si a m? se me cayera el piso que tengo en propiedad, me albergan. Deber?an llamar para darte una casa, pero no te la van a dar nunca. Si te vas, se pueden colar personas para reparar el lugar y vivir all?, o también puede ser que el gobierno compre el espacio para hacer por ejemplo una pizzer?a, un hotel…”*
Marta es t?a del rapero y activista Den?s Sol?s, uno de los tres detenidos por las marchas del Movimiento San Isidro (un movimiento art?stico y social que centra su actividad en la cr?tica de la gesti?n gubernamental). Su detenci?n caus? un gran revuelo a nivel nacional e internacional, estuvo en prisi?n durante ocho meses y abandon? el pa?s tres meses después, en octubre de 2021. Se refugi? en los Estados Unidos donde reside junto a otros cuatro familiares, entre los que se encuentra la hija de Marta y su nieta. “Mi hija no me dijo que se iban aquel d?a. Vino un carro con dos hombres grandes y se despidieron r?pido de m?.*Ni besarlos pude. Ahora me he quedado sola con mi hijo y ya”, lamenta.*
https://aglitk.com/clip/556a5a5c-7c61-4535-baac-d87af42b069a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg )Edificio derrumbado en la calle Tejadillo, 264, donde viv?an Rosa Fresneda (53) y sus hijos Howal (14), Harold (17) y Hansel (20). Ahora viven en el albergue Le Coubre. | JORDI OTIX-MANU MITRU
Ella ha trabajado como inspectora en tres lugares distintos. Aun as?, su pensi?n de 1540 pesos no le permite tener una jubilaci?n digna. “Por eso hago mandados y lavo ropa. Por ejemplo, hay un viejito que me manda con su cartilla a hacer cola para comprar su pan. Me da 10 pesos, los panes cuestan 2, as? que me quedo con 8. Madrugo porque el pan est? dif?cil”, relata.
La soluci?n, m?s all? de las fronteras*
La propiedad de Marta es antigua y necesita de reparaciones, pero es su hogar. Los albergues dan techo a quienes han perdido su casa, pero estos comparten espacio con filtraciones, insectos y ratas. La familia de Jani (34) compuesta por su marido, sus tres hijos y su nieta de tres meses, llevan cinco a?os en muelles La Coubre. El Estado les proporcion? una sola litera cuyos colchones no pueden utilizar a causa de la presencia de chinches. Ella limpia todas las noches con cloro para desinfectar las superficies, pero aun as? aseguran que no duermen tranquilos. Leyanis (16), hija de Jani y madre de la peque?a Silenai, recuerda que*cuando estaba embarazada le entr? una cucaracha en el o?do mientras dorm?a y requiri? de asistencia médica.*“Aqu? no hay quien se sienta bien”, confirma con voz triste. “Mi hija, cuando vino era una ni?a, ahora es una mujer… Cambi? todo”, lamenta Jani. La joven ha sido madre en un lugar donde ni siquiera tienen asegurada el agua potable y las condiciones insalubres atentan contra su salud f?sica y mental.
R. admite que hay un conformismo generalizado por miedo a las represalias. Por ello, cuando los cubanos hablan con los periodistas sobre sus condiciones de vida, lo hacen después de repetir un mantra que parece casi acordado:*“No hablo de pol?tica, hablo de vida”. Las voces de este reportaje coinciden en que la ?nica alternativa que ven viable para vivir acorde con los derechos humanos es abandonar Cuba. La intenci?n de R. es vender su vivienda para financiar su huida a través de la ruta de Nicaragua. Aquellos que no tienen ninguna propiedad o capacidad econ?mica suficiente, como su cu?ado, invierten 10.000 pesos entre 20-40 personas para construir una balsa y dejar su destino en manos de las olas.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/derrumbe-cubano-84827513)
La situaci?n de la vivienda es un claro reflejo del hundimiento del pa?s caribe?o. En La Habana Vieja –la zona m?s antigua de la capital y principal foco tur?stico- edificios en ruinas colindan con grandes hoteles de lujo formando un paisaje de contrastes socioecon?micos. Las viviendas cubanas ya se encontraban en mal estado debido a su antigüedad y la falta de mantenimiento, pero*la situaci?n empeor? significativamente tras el hurac?n Irma (2017), que provoc? 10 muertos, da?os en 158.000 viviendas y 14.000 derrumbes en el pa?s. En 2022, cuatro de cada 10 domicilios cubanos se encontraban en regular o mal estado técnico, seg?n estad?sticas oficiales y la cifra contin?a aumentando. Mientras el gobierno se centra en reflotar el sector tur?stico, que ha encabezado la lista de peor recuperaci?n en las Américas, en 2022 solo construy? el 58% de las viviendas planeadas, dejando a miles de cubanos viviendo en un lugar –y pa?s- que se cae a pedazos.
https://aglitk.com/clip/49e14b00-6954-4d42-bd3f-0d84d1891c08_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Edificio ya remodelado donde viv?an Irene (60), Mairelis Ortiz (37), Naiara (19), Daian (17), Kendri (siete meses, hijo de Naiara} antes del derrumbe en el que murieron tres menores debido al desprendimiento de un balc?n. | JORDI OTIX-MANU MITRU
“Eso es lo que pasa aqu? en La Habana cuando llueve demasiado. Como estas construcciones son del tiempo de la colonia, cuando cae mucha agua y luego sale mucho sol, las estructuras comienzan a agrietarse y se caen”, argumenta Niovis (33). Vive junto a su hermana Salin (32) en un peque?o habit?culo en Muelles La Coubre, unas antiguas oficinas portuarias que se usan como albergue. Cuando el edificio donde viv?a Salin cedi?, el Estado las reubic? a este espacio como medida temporal, pero los cuatro meses iniciales se han convertido ya en m?s de cinco a?os.*El albergue no cumple los requisitos m?nimos de habitabilidad, todo es eléctrico y los apagones est?n a la orden del d?a. Las perspectivas de futuro de las hermanas son escasas: “Nosotras estamos peladas, aqu?, sobreviviendo”, comenta Niovis tras soltar una carcajada ir?nica. Los signos de malnutrici?n ya comienzan a ser visibles en sus cuerpos, les queda un trozo de pollo para los pr?ximos 23 d?as. Ninguna de las dos trabaja, Salin ten?a un empleo en el sector de la limpieza, pero afirma que ya no hay trabajo.
Mayor?a de mujeres y ni?os en los albergues
“Aqu? hay muchos bebés, demasiados. Y todos casi siempre est?n enfermos”, dice Salin. Uno de ellos es el peque?o Kendri, que seg?n indica Naiara (19), su madre, se ha acatarrado tres veces en sus siete meses de vida. Ambos viven con la madre de Naira, Mairelis (37), su hermano Daian (17) y su abuela Irene (60). La situaci?n de esta ?ltima es particularmente complicada, perdi? las piernas a causa de la diabetes y los problemas circulatorios que sufre:*“Yo no bajo de aqu?, hace dos a?os que vivo aqu? arriba y no me muevo pa’ ning?n lado”, comenta. “Nosotros nos sentimos pésimos en estado general, porque lo m?nimo que debe tener el ser humano son unas condiciones de vida que nosotros no tenemos”, lamenta Mairelis. Reciben una pensi?n de 3.702 pesos para Irene –como persona dependiente-, su hija –para que pueda cuidarla- y Daian, por estudiante. Aseguran que con este dinero no llegan a comprar la comida de m?s de una semana, as? que subsisten “inventando”, como dice Naiara. “Ese mismo hijo m?o tiene 17 a?itos y él vende pomitos de refresco a 15 pesos. Me ayuda bastante, hay que darle gracias a Dios”, agradece Mairelis.
https://aglitk.com/clip/15c22469-0ca5-49db-b889-ae980fc8cb50_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Dos bebés tumbados en los colchones del suelo de la recepci?n de la antigua oficina. | JORDI OTIX-MANU MITRU
Afirma que hay una historia delicada acerca de la casa donde viv?an, en el 102 de la calle Vives, situada en el barrio habanero Jes?s Mar?a. El edificio fue declarado inhabitable y el Estado lo desaloj? con la intenci?n de demolerlo. 3 a?os después, en diciembre de 2020, un balc?n se derrumb?, ocasionando la muerte de 3 j?venes de 11 y 12 a?os: “La casa nos quedaba frente a una escuela y era una fecha se?alada, al d?a siguiente se celebraba el aniversario del nacimiento de José Mart?. All? viv?amos nosotros…”, relata Mairelis. El caso tuvo una gran repercusi?n a nivel global: “Todo lo que es medi?tico, todo lo que es noticia internacional, se soluciona. Ahora, si no hubo afectaci?n ninguna, est?s 'cagao'. En este caso, el edificio fue reconstruido y qued? precioso. Es que no se vea lo que no quiero que se vea”, critica R. (51), ex restaurador de edificios.*
El negocio de la especulaci?n
Actualmente, R. se dedica a la compra-venta clandestina de material para la construcci?n: “Todo aqu? se mueve por el mercado negro, no se mueve nada por lo legal porque hay carest?a de todo. Y a la vez que hay carest?a de todo, la inflaci?n es grande”, explica. En Cuba hay tres almacenes distintos: el Rastro, destinado al pueblo, que lleva a?os vac?o; el almacén de las PyMEs y el de la UCM (Uni?n de Construcciones Militares): “Este ?ltimo est? lleno de material importado, lo ?nico cubano es el acero. All? no hay carencia de material”, indica R. La UCM, junto a GAESA (Grupo de Administraci?n Empresarial S.A.) y otras organizaciones militares, dominan el 70% de la econom?a cubana y tienen el monopolio de los sectores m?s rentables, como el del turismo. Aquellos que necesitan comprar material de construcci?n, sobre todo para realizar reparaciones, no tienen m?s remedio que adquirirlo mediante el mercado negro. R. asegura que*detr?s de la falta de mantenimiento y reconstrucci?n de las viviendas, hay una intenci?n especulativa: “El gobierno deja que se destruyan las cosas, las compra a bajo coste, las vende a cualquier compa??a extranjera y hace un acuerdo con ellos. Trabaja la UCM junto con cualquier firma inversora". Al inicio de la revoluci?n, el Estado convirti? los grandes hoteles en pisos, el modelo de resoluci?n de la vivienda se basaba en el usufructo gratuito. “Toda la gente que vive en este tipo de construcciones, se va para el albergue directo cuando se derrumban. Las personas que s? que tienen propiedad y se les cae la casa, tiran todos los muebles para fuera, cierran la cuadra y duermen con los muchachos al aire libre”, explica R.*
https://aglitk.com/clip/e98eb473-7533-47cd-b104-95bf7bf7b50a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Yurislandi (8) y Sally (32) observan la acumulaci?n de residuos en el refugio situado en Muelles La Coubre, una antigua oficina portuaria que ha estado abandonada durante a?os hasta que el gobierno la utiliz? como alojamiento temporal para las personas que perdieron su hogar. | JORDI OTIX-MANU MITRU
Habitar en un lugar ag?nico
Romilio (80) y su hijo Isaac residen en una de las zonas que siguen en pie en el n?mero 62 de la calle Cuba, donde Romilio ha pasado los ?ltimos 30 a?os de su vida. El edificio se encuentra en situaci?n de derrumbe parcial, lo primero que cedi? fue el patio de un vecino y, posteriormente, el cuarto: “Al viejito que estaba arriba lo sacaron los bomberos de debajo los palos. Se salv? de milagro…”, recuerda Romilio. Otra vecina no tuvo tanta suerte, el derrumbe de un cuarto acab? con su vida, su hija y su nieto pudieron escapar a través de un agujero que los vecinos hicieron en la cocina. Actualmente, nadie sabe cu?l es el futuro de este lugar, pero las perspectivas no son favorables: “Aqu? no hay mantenimiento, no hay nada. Dicen que van a arreglar, pero todo es mentira y cuento. En Cuba s? que hay material de bien, pero arreglan lo que les conviene a ellos”, asegura Romilio. Marta (62), exinspectora de reforma urbana, explica por qué hay personas que deciden quedarse en un lugar cuyo riesgo de derrumbe es elevado: “Si a m? se me cayera el piso que tengo en propiedad, me albergan. Deber?an llamar para darte una casa, pero no te la van a dar nunca. Si te vas, se pueden colar personas para reparar el lugar y vivir all?, o también puede ser que el gobierno compre el espacio para hacer por ejemplo una pizzer?a, un hotel…”*
Marta es t?a del rapero y activista Den?s Sol?s, uno de los tres detenidos por las marchas del Movimiento San Isidro (un movimiento art?stico y social que centra su actividad en la cr?tica de la gesti?n gubernamental). Su detenci?n caus? un gran revuelo a nivel nacional e internacional, estuvo en prisi?n durante ocho meses y abandon? el pa?s tres meses después, en octubre de 2021. Se refugi? en los Estados Unidos donde reside junto a otros cuatro familiares, entre los que se encuentra la hija de Marta y su nieta. “Mi hija no me dijo que se iban aquel d?a. Vino un carro con dos hombres grandes y se despidieron r?pido de m?.*Ni besarlos pude. Ahora me he quedado sola con mi hijo y ya”, lamenta.*
https://aglitk.com/clip/556a5a5c-7c61-4535-baac-d87af42b069a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg )Edificio derrumbado en la calle Tejadillo, 264, donde viv?an Rosa Fresneda (53) y sus hijos Howal (14), Harold (17) y Hansel (20). Ahora viven en el albergue Le Coubre. | JORDI OTIX-MANU MITRU
Ella ha trabajado como inspectora en tres lugares distintos. Aun as?, su pensi?n de 1540 pesos no le permite tener una jubilaci?n digna. “Por eso hago mandados y lavo ropa. Por ejemplo, hay un viejito que me manda con su cartilla a hacer cola para comprar su pan. Me da 10 pesos, los panes cuestan 2, as? que me quedo con 8. Madrugo porque el pan est? dif?cil”, relata.
La soluci?n, m?s all? de las fronteras*
La propiedad de Marta es antigua y necesita de reparaciones, pero es su hogar. Los albergues dan techo a quienes han perdido su casa, pero estos comparten espacio con filtraciones, insectos y ratas. La familia de Jani (34) compuesta por su marido, sus tres hijos y su nieta de tres meses, llevan cinco a?os en muelles La Coubre. El Estado les proporcion? una sola litera cuyos colchones no pueden utilizar a causa de la presencia de chinches. Ella limpia todas las noches con cloro para desinfectar las superficies, pero aun as? aseguran que no duermen tranquilos. Leyanis (16), hija de Jani y madre de la peque?a Silenai, recuerda que*cuando estaba embarazada le entr? una cucaracha en el o?do mientras dorm?a y requiri? de asistencia médica.*“Aqu? no hay quien se sienta bien”, confirma con voz triste. “Mi hija, cuando vino era una ni?a, ahora es una mujer… Cambi? todo”, lamenta Jani. La joven ha sido madre en un lugar donde ni siquiera tienen asegurada el agua potable y las condiciones insalubres atentan contra su salud f?sica y mental.
R. admite que hay un conformismo generalizado por miedo a las represalias. Por ello, cuando los cubanos hablan con los periodistas sobre sus condiciones de vida, lo hacen después de repetir un mantra que parece casi acordado:*“No hablo de pol?tica, hablo de vida”. Las voces de este reportaje coinciden en que la ?nica alternativa que ven viable para vivir acorde con los derechos humanos es abandonar Cuba. La intenci?n de R. es vender su vivienda para financiar su huida a través de la ruta de Nicaragua. Aquellos que no tienen ninguna propiedad o capacidad econ?mica suficiente, como su cu?ado, invierten 10.000 pesos entre 20-40 personas para construir una balsa y dejar su destino en manos de las olas.*
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