Reem
03-08-2023, 10:55 AM
A los 18 a?os, Rebecca Solnit estuvo trabajando de camarera durante unos meses en un restaurante donde el cocinero sol?a tocarle el culo. Solnit no sab?a c?mo parar aquello, hasta que un d?a decidi? asegurarse de llevar una bandeja de vasos limpios durante el rutinario toqueteo: entonces grit?, la solt?, los vasos se rompieron y el cocinero recibi? una bronca del propietario. “Los vasos”, escribe Solnit, “ten?an una audibilidad y un valor de los que yo carec?a”. “Quienes ocupan puestos subalternos tienen fama de falsos porque a veces recurren a medios indirectos si los directos no est?n a su alcance”, reflexiona. “Cuando no eres nadie, resulta dif?cil impedir que lo hagan”, escribe. Una frase que es la consecuencia directa de otra sentencia famosa pronunciada por Donald Trump: “Cuando eres una estrella, te dejan hacerlo”.
La anécdota de c?mo Solnit se libr? del jefe que le tocaba el culo en el trabajo mucho antes de que Anita Hill introdujera en la conversaci?n p?blica el concepto de “acoso sexual” en 1991 es una de las historias personales que la activista feminista incluye en su ?ltimo ensayo, ‘?De quién es esta historia?’ (Lumen), donde analiza c?mo ha cambiado el relato en los ?ltimos a?os tras el estallido del MeToo y el Black Lives Matter. Para Solnit, célebre por acu?ar el concepto de ‘mansplaining’, ambos son movimientos s?smicos que han alterado nuestra percepci?n de los derechos, lo justo y la desigualdad, de cuya onda expansiva todav?a no somos realmente conscientes. En comparaci?n, Solnit cree que las cosas durante la segunda ola feminista eran mucho m?s “est?ticas” y que el run-r?n que empez? hace una década (por un c?mulo de gotas que colmaron el vaso, como la salvaje violaci?n grupal en Nueva Delhi de 2012) y que estall? en 2017 no tiene parang?n, pese a toda la contraofensiva machista.
Abusos y acoso sexual ha habido siempre, explica Solnit, igual que racismo y violencia policial sistémica: lo que ha cambiado es que la sociedad decide ahora escuchar, en lugar de ignorar los hechos. Dicho de otro modo: la credibilidad, ese bien tan preciado hasta hace poco en manos de unos pocos, se ha redistribuido. Y con ella, la autoridad. “Las historias de Harvey Weinstein, Bill Cosby, Larry Nassar y Woody Allen no eran nuevas. Lo que cambi? fue que los periodistas decidieron contarlas y el mundo escuch?”. “El poder de la credibilidad”, apunta Solnitt, “se reparte de forma tan desigual como cualquier otro. La polic?a supone que tiene m?s que aquellos que est?n en su punto de mira; los hombres suponen que tienen m?s que las mujeres; los blancos m?s que los no blancos. Vivimos en una época en la que se ha allanado la posesi?n de esa preciosa ventaja”.
Imaginar 2073
“El mundo ha cambiado dram?ticamente a mejor en muchos aspectos”, sostiene Solnit, “aunque todav?a quede mucho camino por recorrer”. “Eso es porque la naturaleza del poder y del cambio est?n desprovistas de perspectiva hist?rica. Tengo 61 a?os, m?s o menos la edad de segunda ola feminista, y a veces me siento como una tortuga en una fiesta de moscas. La gente joven siente una enorme desesperaci?n por el futuro, pero esa angustia viene de la amnesia. Estados Unidos es un pa?s totalmente amnésico. Se han perdido las relaciones intergeneracionales, si los de 20 se juntaran m?s con los de 80, eso estimular?a su imaginaci?n hist?rica. Del pasado podemos aprender c?mo la historia puede sorprendernos: de repente, el Tel?n de Acero y la Uni?n Soviética caen, Nelson Mandela sale de la c?rcel y se convierte en presidente… el mundo cambia, a veces por cosas que parecen peque?as e insignificantes”, apunta Solnit. “Pensemos en 1923 y comparémoslo con 2023. ?Alguien es capaz de imaginarse 2073? ?Es inimaginable! Pero eso es precisamente lo que hace que merezca la pena trabajar para la mejor versi?n posible del futuro y evitar lo peor, que estar? relacionado con el clima”.
Las grandes tecnol?gicas lideradas por Elon Musk, Mark Zuckerberg y dem?s hombres blancos “han creado nuevas formas de opresi?n” como la pornovenganza
Hollywood, una industria podrida
Se acercan los Oscar y Solnit tiene una clara favorita: ‘Todo a la vez en todas partes’, por su hero?na, encarnada por Michelle Yeoh. “Creo que habr?a sido una pel?cula muy aburrida si la hubiera protagonizado un hombre, pero me parece incre?ble que una mujer menop?usica, que tiene que cuidar de su padre, su hija y la lavander?a que regenta, salve el multiverso”. Sobre Hollywood, Solnit se alegra de que cada vez se estrenen m?s pel?culas en las que la mujer no es un florero o un objeto sexual. “La industria siempre ha estado podrida, es imposible que una instituci?n con tanto dinero y poder no lo esté. Pero empieza a haber pel?culas que no giran exclusivamente alrededor de los hombres”, apunta, aunque sea por puro interés monetario. Hollywood se ha dado cuenta, por fin, de que las mujeres también son una parte del mercado.
La serpiente de Silicon Valley
“Hubo un tiempo en que me orgullec?a de vivir en San Francisco, pero ahora mismo me siento como un conejito devorado por la serpiente de Silicon Valley”, confiesa Solnit, para quien las grandes tecnol?gicas lideradas por Elon Musk, Mark Zuckerberg y dem?s hombres blancos “han creado nuevas formas de opresi?n” como la pornovenganza. En su opini?n, el aislamiento y el individualismo que han tra?do a nuestras vidas las redes sociales ha hecho que la gente ya no pase tanto tiempo en la calle, las cafeter?as o las iglesias, espacios p?blicos compartidos. “Y la democracia depende de que seamos capaces de sentir un tipo de conexi?n con extra?os, con gente que es distinta a nosotros. Si no salimos, si no nos movemos, perderemos esa sensaci?n de lo colectivo”, avisa, “que es la base de todo”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/rebecca-solnit-historias-weinstein-nuevas-84273296)
La anécdota de c?mo Solnit se libr? del jefe que le tocaba el culo en el trabajo mucho antes de que Anita Hill introdujera en la conversaci?n p?blica el concepto de “acoso sexual” en 1991 es una de las historias personales que la activista feminista incluye en su ?ltimo ensayo, ‘?De quién es esta historia?’ (Lumen), donde analiza c?mo ha cambiado el relato en los ?ltimos a?os tras el estallido del MeToo y el Black Lives Matter. Para Solnit, célebre por acu?ar el concepto de ‘mansplaining’, ambos son movimientos s?smicos que han alterado nuestra percepci?n de los derechos, lo justo y la desigualdad, de cuya onda expansiva todav?a no somos realmente conscientes. En comparaci?n, Solnit cree que las cosas durante la segunda ola feminista eran mucho m?s “est?ticas” y que el run-r?n que empez? hace una década (por un c?mulo de gotas que colmaron el vaso, como la salvaje violaci?n grupal en Nueva Delhi de 2012) y que estall? en 2017 no tiene parang?n, pese a toda la contraofensiva machista.
Abusos y acoso sexual ha habido siempre, explica Solnit, igual que racismo y violencia policial sistémica: lo que ha cambiado es que la sociedad decide ahora escuchar, en lugar de ignorar los hechos. Dicho de otro modo: la credibilidad, ese bien tan preciado hasta hace poco en manos de unos pocos, se ha redistribuido. Y con ella, la autoridad. “Las historias de Harvey Weinstein, Bill Cosby, Larry Nassar y Woody Allen no eran nuevas. Lo que cambi? fue que los periodistas decidieron contarlas y el mundo escuch?”. “El poder de la credibilidad”, apunta Solnitt, “se reparte de forma tan desigual como cualquier otro. La polic?a supone que tiene m?s que aquellos que est?n en su punto de mira; los hombres suponen que tienen m?s que las mujeres; los blancos m?s que los no blancos. Vivimos en una época en la que se ha allanado la posesi?n de esa preciosa ventaja”.
Imaginar 2073
“El mundo ha cambiado dram?ticamente a mejor en muchos aspectos”, sostiene Solnit, “aunque todav?a quede mucho camino por recorrer”. “Eso es porque la naturaleza del poder y del cambio est?n desprovistas de perspectiva hist?rica. Tengo 61 a?os, m?s o menos la edad de segunda ola feminista, y a veces me siento como una tortuga en una fiesta de moscas. La gente joven siente una enorme desesperaci?n por el futuro, pero esa angustia viene de la amnesia. Estados Unidos es un pa?s totalmente amnésico. Se han perdido las relaciones intergeneracionales, si los de 20 se juntaran m?s con los de 80, eso estimular?a su imaginaci?n hist?rica. Del pasado podemos aprender c?mo la historia puede sorprendernos: de repente, el Tel?n de Acero y la Uni?n Soviética caen, Nelson Mandela sale de la c?rcel y se convierte en presidente… el mundo cambia, a veces por cosas que parecen peque?as e insignificantes”, apunta Solnit. “Pensemos en 1923 y comparémoslo con 2023. ?Alguien es capaz de imaginarse 2073? ?Es inimaginable! Pero eso es precisamente lo que hace que merezca la pena trabajar para la mejor versi?n posible del futuro y evitar lo peor, que estar? relacionado con el clima”.
Las grandes tecnol?gicas lideradas por Elon Musk, Mark Zuckerberg y dem?s hombres blancos “han creado nuevas formas de opresi?n” como la pornovenganza
Hollywood, una industria podrida
Se acercan los Oscar y Solnit tiene una clara favorita: ‘Todo a la vez en todas partes’, por su hero?na, encarnada por Michelle Yeoh. “Creo que habr?a sido una pel?cula muy aburrida si la hubiera protagonizado un hombre, pero me parece incre?ble que una mujer menop?usica, que tiene que cuidar de su padre, su hija y la lavander?a que regenta, salve el multiverso”. Sobre Hollywood, Solnit se alegra de que cada vez se estrenen m?s pel?culas en las que la mujer no es un florero o un objeto sexual. “La industria siempre ha estado podrida, es imposible que una instituci?n con tanto dinero y poder no lo esté. Pero empieza a haber pel?culas que no giran exclusivamente alrededor de los hombres”, apunta, aunque sea por puro interés monetario. Hollywood se ha dado cuenta, por fin, de que las mujeres también son una parte del mercado.
La serpiente de Silicon Valley
“Hubo un tiempo en que me orgullec?a de vivir en San Francisco, pero ahora mismo me siento como un conejito devorado por la serpiente de Silicon Valley”, confiesa Solnit, para quien las grandes tecnol?gicas lideradas por Elon Musk, Mark Zuckerberg y dem?s hombres blancos “han creado nuevas formas de opresi?n” como la pornovenganza. En su opini?n, el aislamiento y el individualismo que han tra?do a nuestras vidas las redes sociales ha hecho que la gente ya no pase tanto tiempo en la calle, las cafeter?as o las iglesias, espacios p?blicos compartidos. “Y la democracia depende de que seamos capaces de sentir un tipo de conexi?n con extra?os, con gente que es distinta a nosotros. Si no salimos, si no nos movemos, perderemos esa sensaci?n de lo colectivo”, avisa, “que es la base de todo”.
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