Reem
02-24-2023, 10:57 AM
En el ?ltimo relato de su libro Flores oscuras (Alfaguara), Sergio Ram?rez (Masatepe, 1942) simula un encuentro en un museo romano con un personaje malencarado con el que discute acerca de cuadros que recogen la historia de la traici?n padecida por Jes?s.
Cuando acaba el extra?o encuentro, su mujer, Tulita, le pregunta a su marido por la identidad de aquel con el que éste conversaba. Estaba hablando con Judas, le dice. Este miércoles, en Madrid, le recordamos ese episodio de su literatura. Parec?a natural asociar esa identidad literaria con la de quien fue su presidente tras la Revoluci?n.
Daniel Ortega, revolucionario devenido dictador de Nicaragua, lo ha despose?do a él, a la también escritora Gioconda Belli (Managua, 1948) y a otros cientos de ciudadanos nicaragüenses de su nacionalidad. También ha amenazado sus bienes y los ha arrojado a una expatriaci?n que ha sido desafiada por otros pa?ses, Espa?a, México, Argentina, Chile o Colombia, dispuestos todos ellos a entregarles pasaportes a estos represaliados por quien fue su compa?ero de lucha contra la dictadura de Somoza en los a?os 70 del pasado siglo.
Ram?rez fue vicepresidente en los primeros a?os de aquel gobierno revolucionario. Gioconda Belli fue militante de la Revoluci?n. Los dos viven desde hace un a?o exiliados en Espa?a. Ahora, adem?s, no tienen patria. Ambos han declarado que la falta de pasaporte (Belli rompi? el suyo en un programa de televisi?n) no los despoja de la esencia que para siempre los anima: ser nicaragüenses.
Sergio Ram?rez no se acordaba de aquel cuento. Le lleva a re?r la coincidencia entre la ficci?n y el presente. “No lo recordaba, pero s?, ya ves lo que hace Judas con Nicaragua… Pero yo creo que todav?a vamos a ver cosas peores, eh”. Pausado, este hombre que vivi? aquella guerra que liber? a Nicaragua de un dictador ahora ya confronta con otro. Sabe que est? en el momento m?s dif?cil, y m?s triste, de su vida, pero no regala conmiseraci?n, sino esp?ritu de lucha. Como su amiga y compa?era (también de la antigua lucha) Gioconda Belli.
https://aglitk.com/clip/0761acce-0a2a-4b70-b7b6-6c532396b0ee_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La escritora Gioconda Belli, en una imagen de 2019. | EFE
lla nunca conoci? a Ortega antes del triunfo de la Revoluci?n. “Desde el principio me pareci? poco s?lido moralmente y por eso me pareci? un error ponerlo a él como representante de la Revoluci?n”. Seg?n ella, aquel revolucionario devenido dictador “era una persona que no med?a lo que dec?a, no se daba cuenta de las consecuencias de sus palabras, ten?a contradicciones, era injusto con sus propios compa?eros. A mi, por ejemplo, cuando tuve un encontronazo con su mujer, Rosario Murillo, me quiso obligar a retroceder de la postura que ten?a con respecto a lo que él hac?a como presidente”.
"Ellos dos [Ortega y su mujer Rosario Murillo] tienen grandes problemas psicol?gicos, una ambici?n de poder desmedida, complejo mesi?nico, y eso es muy da?ino para el pueblo"
Adem?s, después de las evidencias del abuso que practic? Ortega con su hija Zoila América, “demostr? el nivel que ten?a”. Ellos, Rosario Murillo y Daniel Ortega, dieron prueba entonces del nivel moral que los corromp?a. “Ellos dos tienen grandes problemas psicol?gicos, una ambici?n de poder desmedida, complejo mesi?nico, y eso es muy da?ino para el pueblo”.
Ram?rez conoci? al ahora nuevo Somoza de Nicaragua cuando él mismo trataba, a su lado, de acabar con la dictadura. Luego compartieron, como Gioconda, partido. Sergio fue vicepresidente hasta la derrota de 1990, cuando subi? al poder Violeta Chamorro. “Después de esa derrota, todav?a bajo las reglas democr?ticas, nosotros empezamos a exigir cuentas claras de lo que se llam? la pi?ata, la apropiaci?n de bienes del Estado por parte de algunos compa?eros. Demand?bamos también que se pusiera en claro el camino que deb?amos seguir para volver al poder, para reconquistar la mayor?a que hab?amos perdido. Pero Ortega pensaba que hab?a habido una manipulaci?n para quitarnos el poder, y no, aquellas hab?an sido unas elecciones limpias”.
Ah?, dice Sergio Ram?rez, “gente como Gioconda y yo, y muchos otros, nos dimos cuenta de su autoritarismo y nos separamos de él. Supongo que de ah? viene todo, tal vez desde ah? nos puso en la lista negra, no lo sé”. Gioconda Belli lo ha contado en su libro m?s reciente (Luciérnagas, Seix Barral)… Después de aquella derrota de 1990 se puso en evidencia “la ambici?n de Ortega”, que hasta entonces estaba controlado por sus compa?eros. “Y cuando se queda solo sale a flote su personalidad y su ambici?n de poder y todo impregna al Frente Sandinista”. En esa actitud, le preguntamos, ?hay venganza, ignorancia o maldad? “Maldad y venganza…, en ese orden”.
https://aglitk.com/clip/f9b925b6-bebd-4801-90d9-1872b584480e_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Sergio Ram?rez, en su casa de Madrid. | Alba Vigaray
Ella se llama Gioconda, equivalente a alegr?a. ?Qué ha hecho Ortega con su alegr?a? “Me ha mortificado. Pero no s?lo a mi, a todo el pa?s. Ha golpeado, ha pateado… a todo el pa?s. Y eso me ha ofendido profundamente como nicaragüense”. ?Y Sergio Ram?rez c?mo explica esa locura diab?lica en la que est? envuelto su pa?s? “El poder. El poder es un organismo vivo, monstruoso que siempre termina rompiendo sus reglas. Alguien se apodera del poder, valga la redundancia, y si llega a ser por mucho tiempo hace todo por conservar ese poder. Y eso ya no tiene fin. Porque te desprendes de los escr?pulos y empiezas a conspirar permanentemente para que no te quiten el poder. Puede que el tirano muera en su cama, pero eso también implica poder. Ninguna dictadura tiene buen fin”.
?No hay l?mites para ese infierno?, preguntamos. Ram?rez cree que no. “No sabemos a d?nde va a llevar la ambici?n de poder a Ortega. ?ste dice que él es imprescindible, que sin él el proyecto no funciona. Eso est? alimentado por sus aduladores, que le dicen que s?, que va bien, que no se equivoca. Eso es parte de los mecanismos de la dictadura”. Ahora, dice Gioconda Belli, ella tiene “una confianza optimista”, porque cree que “Ortega est? actuando de una manera tan err?tica, tan vil, que va a haber un rechazo en el pueblo de Nicaragua. Ahora puede que tengan miedo, pero tarde o temprano ver?n que la supervivencia supera el miedo. No queremos una nueva lucha armada, pero podemos hacer las cosas sin recurrir a las armas”.
Todo el esfuerzo que hicimos en los a?os 80 hoy ha desembocado en una situaci?n maligna que ha aprisionado al pa?s. Y eso es algo que no se puede ignorar. Ver que Nicaragua est? atrapada en una dictadura vulgar y silvestre'
?Estados de ?nimo? Ram?rez ve ahora prohibidos todos sus libros en Nicaragua. “Es otra manera de ausencia del pa?s”. Siente “frustraci?n, decepci?n”. Est?, dice, “en un episodio en el cual yo me despido cada vez m?s de la vida. Hoy me siento m?s frustrado que antes. Todo el esfuerzo que hicimos en los a?os 80 hoy ha desembocado en una situaci?n maligna que ha aprisionado al pa?s. Y eso es algo que no se puede ignorar. Por esa sensaci?n de desencanto, de mayor frustraci?n. Ver que Nicaragua est? atrapada en una dictadura vulgar y silvestre…”. Su libro de despedida de su época revolucionaria en el poder se titul? Adios muchachos (Aguilar). Apareci? en 1999.
La despedida de aquel periodo revolucionario se titul?, en el caso de Gioconda Belli, El pa?s bajo mi piel (Txalaparta), y apareci? en 2000. En esas memorias cuenta que su instinto era huir de su pa?s para no ver lo que iba a suceder. ?Ahora que siente? “Mmmm, déjame pensar… Ahora todo es m?s triste. Una tristeza profunda. Porque ya todos los sue?os han sido machacados. Amo mucho a mi pa?s y a su gente y me parece que ahora no ha sido s?lo a nosotros a los que nos han dejado sin nacionalidad, sino que toda la poblaci?n del pa?s est? en una mala situaci?n. Me da m?s pesar la identificaci?n de ellos, el miedo que han de tener de abogar por nosotros, el terror que debe haber… Eso me da mucha tristeza. El pa?s entero es una c?rcel, la gente no puede salir y si sale no puede volver a entrar. Es un reino maléfico en el que el emperador est? desnudo, la gente lo ve, pero no puede hacer nada. Ahora ese emperador desnudo va diciendo que la religi?n también la marca él. Hasta eso llega su nivel de absolutismo”.
Aquel cuento de Sergio Ram?rez hace aparecer a Judas. La ficci?n ahora se le confunde a él mismo con la realidad extra?a, ruin, que a él y a Gioconda Belli y a muchos otros los tienen amando el pa?s de sus vidas, pero sin poder tocar su piel, aunque acaricien, de cerca y de lejos, su alma.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/sergio-ramirez-nicaragua-83634026)
Cuando acaba el extra?o encuentro, su mujer, Tulita, le pregunta a su marido por la identidad de aquel con el que éste conversaba. Estaba hablando con Judas, le dice. Este miércoles, en Madrid, le recordamos ese episodio de su literatura. Parec?a natural asociar esa identidad literaria con la de quien fue su presidente tras la Revoluci?n.
Daniel Ortega, revolucionario devenido dictador de Nicaragua, lo ha despose?do a él, a la también escritora Gioconda Belli (Managua, 1948) y a otros cientos de ciudadanos nicaragüenses de su nacionalidad. También ha amenazado sus bienes y los ha arrojado a una expatriaci?n que ha sido desafiada por otros pa?ses, Espa?a, México, Argentina, Chile o Colombia, dispuestos todos ellos a entregarles pasaportes a estos represaliados por quien fue su compa?ero de lucha contra la dictadura de Somoza en los a?os 70 del pasado siglo.
Ram?rez fue vicepresidente en los primeros a?os de aquel gobierno revolucionario. Gioconda Belli fue militante de la Revoluci?n. Los dos viven desde hace un a?o exiliados en Espa?a. Ahora, adem?s, no tienen patria. Ambos han declarado que la falta de pasaporte (Belli rompi? el suyo en un programa de televisi?n) no los despoja de la esencia que para siempre los anima: ser nicaragüenses.
Sergio Ram?rez no se acordaba de aquel cuento. Le lleva a re?r la coincidencia entre la ficci?n y el presente. “No lo recordaba, pero s?, ya ves lo que hace Judas con Nicaragua… Pero yo creo que todav?a vamos a ver cosas peores, eh”. Pausado, este hombre que vivi? aquella guerra que liber? a Nicaragua de un dictador ahora ya confronta con otro. Sabe que est? en el momento m?s dif?cil, y m?s triste, de su vida, pero no regala conmiseraci?n, sino esp?ritu de lucha. Como su amiga y compa?era (también de la antigua lucha) Gioconda Belli.
https://aglitk.com/clip/0761acce-0a2a-4b70-b7b6-6c532396b0ee_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La escritora Gioconda Belli, en una imagen de 2019. | EFE
lla nunca conoci? a Ortega antes del triunfo de la Revoluci?n. “Desde el principio me pareci? poco s?lido moralmente y por eso me pareci? un error ponerlo a él como representante de la Revoluci?n”. Seg?n ella, aquel revolucionario devenido dictador “era una persona que no med?a lo que dec?a, no se daba cuenta de las consecuencias de sus palabras, ten?a contradicciones, era injusto con sus propios compa?eros. A mi, por ejemplo, cuando tuve un encontronazo con su mujer, Rosario Murillo, me quiso obligar a retroceder de la postura que ten?a con respecto a lo que él hac?a como presidente”.
"Ellos dos [Ortega y su mujer Rosario Murillo] tienen grandes problemas psicol?gicos, una ambici?n de poder desmedida, complejo mesi?nico, y eso es muy da?ino para el pueblo"
Adem?s, después de las evidencias del abuso que practic? Ortega con su hija Zoila América, “demostr? el nivel que ten?a”. Ellos, Rosario Murillo y Daniel Ortega, dieron prueba entonces del nivel moral que los corromp?a. “Ellos dos tienen grandes problemas psicol?gicos, una ambici?n de poder desmedida, complejo mesi?nico, y eso es muy da?ino para el pueblo”.
Ram?rez conoci? al ahora nuevo Somoza de Nicaragua cuando él mismo trataba, a su lado, de acabar con la dictadura. Luego compartieron, como Gioconda, partido. Sergio fue vicepresidente hasta la derrota de 1990, cuando subi? al poder Violeta Chamorro. “Después de esa derrota, todav?a bajo las reglas democr?ticas, nosotros empezamos a exigir cuentas claras de lo que se llam? la pi?ata, la apropiaci?n de bienes del Estado por parte de algunos compa?eros. Demand?bamos también que se pusiera en claro el camino que deb?amos seguir para volver al poder, para reconquistar la mayor?a que hab?amos perdido. Pero Ortega pensaba que hab?a habido una manipulaci?n para quitarnos el poder, y no, aquellas hab?an sido unas elecciones limpias”.
Ah?, dice Sergio Ram?rez, “gente como Gioconda y yo, y muchos otros, nos dimos cuenta de su autoritarismo y nos separamos de él. Supongo que de ah? viene todo, tal vez desde ah? nos puso en la lista negra, no lo sé”. Gioconda Belli lo ha contado en su libro m?s reciente (Luciérnagas, Seix Barral)… Después de aquella derrota de 1990 se puso en evidencia “la ambici?n de Ortega”, que hasta entonces estaba controlado por sus compa?eros. “Y cuando se queda solo sale a flote su personalidad y su ambici?n de poder y todo impregna al Frente Sandinista”. En esa actitud, le preguntamos, ?hay venganza, ignorancia o maldad? “Maldad y venganza…, en ese orden”.
https://aglitk.com/clip/f9b925b6-bebd-4801-90d9-1872b584480e_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Sergio Ram?rez, en su casa de Madrid. | Alba Vigaray
Ella se llama Gioconda, equivalente a alegr?a. ?Qué ha hecho Ortega con su alegr?a? “Me ha mortificado. Pero no s?lo a mi, a todo el pa?s. Ha golpeado, ha pateado… a todo el pa?s. Y eso me ha ofendido profundamente como nicaragüense”. ?Y Sergio Ram?rez c?mo explica esa locura diab?lica en la que est? envuelto su pa?s? “El poder. El poder es un organismo vivo, monstruoso que siempre termina rompiendo sus reglas. Alguien se apodera del poder, valga la redundancia, y si llega a ser por mucho tiempo hace todo por conservar ese poder. Y eso ya no tiene fin. Porque te desprendes de los escr?pulos y empiezas a conspirar permanentemente para que no te quiten el poder. Puede que el tirano muera en su cama, pero eso también implica poder. Ninguna dictadura tiene buen fin”.
?No hay l?mites para ese infierno?, preguntamos. Ram?rez cree que no. “No sabemos a d?nde va a llevar la ambici?n de poder a Ortega. ?ste dice que él es imprescindible, que sin él el proyecto no funciona. Eso est? alimentado por sus aduladores, que le dicen que s?, que va bien, que no se equivoca. Eso es parte de los mecanismos de la dictadura”. Ahora, dice Gioconda Belli, ella tiene “una confianza optimista”, porque cree que “Ortega est? actuando de una manera tan err?tica, tan vil, que va a haber un rechazo en el pueblo de Nicaragua. Ahora puede que tengan miedo, pero tarde o temprano ver?n que la supervivencia supera el miedo. No queremos una nueva lucha armada, pero podemos hacer las cosas sin recurrir a las armas”.
Todo el esfuerzo que hicimos en los a?os 80 hoy ha desembocado en una situaci?n maligna que ha aprisionado al pa?s. Y eso es algo que no se puede ignorar. Ver que Nicaragua est? atrapada en una dictadura vulgar y silvestre'
?Estados de ?nimo? Ram?rez ve ahora prohibidos todos sus libros en Nicaragua. “Es otra manera de ausencia del pa?s”. Siente “frustraci?n, decepci?n”. Est?, dice, “en un episodio en el cual yo me despido cada vez m?s de la vida. Hoy me siento m?s frustrado que antes. Todo el esfuerzo que hicimos en los a?os 80 hoy ha desembocado en una situaci?n maligna que ha aprisionado al pa?s. Y eso es algo que no se puede ignorar. Por esa sensaci?n de desencanto, de mayor frustraci?n. Ver que Nicaragua est? atrapada en una dictadura vulgar y silvestre…”. Su libro de despedida de su época revolucionaria en el poder se titul? Adios muchachos (Aguilar). Apareci? en 1999.
La despedida de aquel periodo revolucionario se titul?, en el caso de Gioconda Belli, El pa?s bajo mi piel (Txalaparta), y apareci? en 2000. En esas memorias cuenta que su instinto era huir de su pa?s para no ver lo que iba a suceder. ?Ahora que siente? “Mmmm, déjame pensar… Ahora todo es m?s triste. Una tristeza profunda. Porque ya todos los sue?os han sido machacados. Amo mucho a mi pa?s y a su gente y me parece que ahora no ha sido s?lo a nosotros a los que nos han dejado sin nacionalidad, sino que toda la poblaci?n del pa?s est? en una mala situaci?n. Me da m?s pesar la identificaci?n de ellos, el miedo que han de tener de abogar por nosotros, el terror que debe haber… Eso me da mucha tristeza. El pa?s entero es una c?rcel, la gente no puede salir y si sale no puede volver a entrar. Es un reino maléfico en el que el emperador est? desnudo, la gente lo ve, pero no puede hacer nada. Ahora ese emperador desnudo va diciendo que la religi?n también la marca él. Hasta eso llega su nivel de absolutismo”.
Aquel cuento de Sergio Ram?rez hace aparecer a Judas. La ficci?n ahora se le confunde a él mismo con la realidad extra?a, ruin, que a él y a Gioconda Belli y a muchos otros los tienen amando el pa?s de sus vidas, pero sin poder tocar su piel, aunque acaricien, de cerca y de lejos, su alma.*
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