Reem
03-31-2024, 03:20 PM
Una publicaci?n sat?rica germana puede desvelar hoy que "Alemania ha trasladado a Mallorca (https://www.sport.es/es/temas/mallorca-1843053) al Mar del Norte", sin que la violencia geogr?fica desate ni un murmullo. La aceptaci?n resignada establece la culminaci?n de un proceso de integraci?n de la isla en la realidad alemana que se inici? treinta a?os atr?s, con el impacto de la anexi?n a Berl?n (por entonces Bonn) del '17.Land' insular. Al menos, se otorgaba a los mallorquines la condici?n de Estado, a la que nunca podr?an aspirar en su configuraci?n actual. La incorporaci?n remite siempre a Mallorca y no a Balears, excluye la germanizaci?n de Ibiza y Menorca.
La iniciativa descabellada surge en 1993, pero se consolida como proceso irrefrenable en 1994. El 17 de julio del primero de los a?os citados, el sensacionalista Bild encabezaba su portada con un inapelable "Mallorca debe ser alemana". El propio diario admit?a que se trataba de "la propuesta m?s loca de Bonn". Refugiaba su iniciativa en una aportaci?n de Dionys Jobst, diputado fallecido hace siete a?os de los socialcristianos de la CSU, que tradicionalmente complementan desde Baviera a los democristianos de la CDU.
El parlamentario alem?n propon?a un alquiler de Mallorca durante 99 a?os, aunque lo correcto ser?a asignar el impulso al propio Bild. Los pormenores de la hipotética concesi?n resonaron como un bofet?n en toda Europa. Se lanzaron soflamas patri?ticas, El Pa?s titul? de inmediato "La extravagante propuesta de intentar crear el Estado mallorqu?n de Alemania". Treinta a?os después, la extravagancia se han consumado y quedan setenta a?os de vigencia del contrato que se ejecut? fielmente sin haberlo firmado jam?s.
Irreductible en su pretensi?n de ilustrar a las masas, el Bild hab?a rastreado un precedente hist?rico que revalidaba la pretensi?n anexionista. Anotaba que "Mallorca ya fue una vez alemana, en tiempos de los v?ndalos", aunque alguien interpretar?a hoy que el rotativo se refer?a a la vandalizaci?n en curso del litoral germanizado. Y quienes piensen que solo se desempolva aqu? una efemérides, comprobar?n la pujanza del concepto en el podcast del diario populista, titulado Das 17.'Bundesland'.
Pese al estruendo, la idea del Bild hubiera caducado como una tormenta pasajera, salvo que en 1994 se cruz? Der Spiegel hasta el punto de que en ese a?o puede fijarse la consolidaci?n del Estado mallorqu?n de Alemania. El semanario enfatizaba la cifra millonaria de sus compatriotas que veraneaban en la "Isla de la Locura", y emit?a un veredicto que tendr?a consecuencias. Sentenciaba que no era descabellado hablar de Mallorca como "el Land insular de Alemania".
As? qued? institucionalizada la fusi?n germanomallorquina, unos a?os después de la reunificaci?n alemana que le serv?a de referente. Ya solo quedaba discutir los términos del hermanamiento, que cambiar?a la isla para siempre. Cada a?o, una publicaci?n de la metr?poli incid?a en el n?mero m?gico. Véase por todas una edici?n de fin de semana del 'Hamburger Abendblatt' en julio de 1995, donde se dictaminaba "Mallorca- el '17.Bundesland'", para rematar que "Ya sea en el turismo de masas o individualmente, los alemanes se chiflan por la isla".
La vocaci?n germana por Mallorca supera con creces a la identificaci?n de los nativos con su tierra. En cualquier fen?meno con treinta a?os de antigüedad, se detallar?an los disparates que se vaticinaron en su nacimiento. En la germanizaci?n irreversible de la isla, asombra la exactitud de predicciones que parecen escritas a posteriori.
Por ejemplo, "El casco antiguo es el pr?ximo objetivo de las compras alemanas" (Diario de Mallorca, 1997). El certero pron?stico no amainaba el escepticismo del propio autor, que consignaba la multiplicaci?n de "apartamentos en edificios rehabilitados con vistas a la clientela germana". Se persegu?an enclaves "pr?ximos a la catedral", y el ideal estético consist?a en una "modernizaci?n" de los interiores, "unida a la preservaci?n del esp?ritu que en ?ltimo término les impulsa a comprar".
Por ejemplo, "Trabajo en Berl?n y vida en Mallorca, la ?ltima moda" (portada de Die Welt, agosto de 1994). Treinta a?os atr?s, el prestigioso rotativo ya vislumbraba que "la isla es en un principio el domicilio de vacaciones de los alemanes, pero cada vez se convierte con mayor probabilidad en la residencia principal". Esta frase podr?a redactarse inalterada ahora mismo, y ven?a acompa?ada de un apostolado del "teletrabajo" que entonces sonaba aventurado y que funcionaba como un anticipo del nomadismo digital. "Las conexiones por ordenador y los faxes permiten que muchos alemanes se alejen cada vez m?s de su pa?s, y puedan controlar sus negocios desde la isla". As? fue como un reguero de alemanes, para quienes Margarita N?jera invent? el término aséptico de «"ciudadanos centroeuropeos", empezaron a volar a Son Sant Joan los jueves por la noche, para reintegrarse a sus consultas o despachos el lunes por la ma?ana. Su Land insular estaba a menos de tres horas en avi?n.
Por ejemplo, "Las compras de alemanes son el mayor trasvase de propiedad de la historia" (DM, 1996), otro axioma evidente hoy con la curiosa excepci?n del presidente del Colegio de Arquitectos. Las disensiones eran m?nimas aunque articuladas, como Pedro Montaner al consignar por entonces que "la obsesi?n de los mallorquines por vender hasta el cenicero del abuelo demuestra una inconsciencia absoluta".
Se desarroll? incluso una enfermedad psiqui?trica, el "s?ndrome del Range Rover". El ind?gena vend?a la finca del abuelo famoso a un alem?n, se compraba a continuaci?n un coche de lujo y padec?a la crisis emocional que necesitaba de auxilio médico especializado. Ni siquiera la prensa alemana entend?a la avidez por desprenderse del territorio.
El semanario Focus ha acu?ado portadas como "Para siempre Mallorca" pero, hace treinta a?os, la revista m?s vendida de Alemania se escandalizaba ante la falta de amor propio de los mallorquines. En una portada cubierta ?ntegramente por un ave de presa y el mapa de la isla, titulaban con un tajante "En las garras del marco alem?n", previo al euro. El subt?tulo era desolador, "Por qué los mallorquines venden su para?so". Fue inexplicable.
Todas la publicaciones alemanas dedican en verano al menos una portada a Mallorca. El motor de Europa carece de celebridades dignas de tal nombre, pero intentaba proyectar las conexiones insulares de Prominenten como Boris Becker o Claudia Schiffer. Tras la conquista, a nadie pod?a impresionarle que los partidos alemanes abrieran las campa?as de sus elecciones generales en la isla. La idea fue adoptada simult?neamente en 1998 por los liberales del FDP y por los ecologistas de Die Grüne. Ambas formaciones escoltan hoy al canciller socialdem?crata Olaf Scholz en Berl?n. Adem?s, los primeros propusieron el eslogan de "Disfrute de sus vacaciones en Mallorca cada a?o, y no cada cinco como quieren los Verdes".
Sin pretensiones, al estilo mallorqu?n, la isla ha funcionado como el primer gran crisol de la Uni?n Europea. En lo econ?mico se ha aplastado a los nativos, que dif?cilmente pod?an competir con el poder?o econ?mico de alemanes que han mutado en suecos sin variar de prop?sito. Las tensiones surgieron también por las tentaciones hegem?nicas de Berl?n, dispuesta a ejercer sus derechos de propiedad sobre el reducto mediterr?neo. Véase la psicodélica portada de Der Spiegel en 1997. "Mallorca, la mejor Alemania". La asimilaci?n de la isla hab?a finalizado con éxito.
El mestizaje cultural germanomallorqu?n no solo se ha propagado a la gastronom?a, sino también a pr?cticas locales tan arraigadas como la corrupci?n. Pudo comprobarlo el promotor alem?n que acudi? al Consell del Land de Mallorca en busca de licencias para su proyecto tur?stico. Se le notificaron las comisiones oficiales de un mill?n y medio de euros por campo de golf, un mill?n por agroturismo. Cuando exterioriz? su descontento, el alto cargo le replic? con un acogedor "Mallorca is different". A la postre, el empresario exigi? una factura del soborno desembolsado, en presencia de su abogado mallorqu?n. El letrado guarda con celo en su caja fuerte este ejemplo de la fusi?n de la espontaneidad insular con la rigidez burocr?tica prusiana.
Desde que el diputado socialcristiano Dionys Jobst formulara su "propuesta loca" seg?n 'Bild', se ha normalizado la idea de Mallorca como un Land alem?n.
Las tres décadas transcurridas desde el "Land.17" proclamado por 'Bild' han visto cumplidas todas las predicciones, ocupaci?n del casco antiguo, trabajadores n?madas o invasi?n del r?stico.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/mallorca-cumple-30-anos-land-100472119)
La iniciativa descabellada surge en 1993, pero se consolida como proceso irrefrenable en 1994. El 17 de julio del primero de los a?os citados, el sensacionalista Bild encabezaba su portada con un inapelable "Mallorca debe ser alemana". El propio diario admit?a que se trataba de "la propuesta m?s loca de Bonn". Refugiaba su iniciativa en una aportaci?n de Dionys Jobst, diputado fallecido hace siete a?os de los socialcristianos de la CSU, que tradicionalmente complementan desde Baviera a los democristianos de la CDU.
El parlamentario alem?n propon?a un alquiler de Mallorca durante 99 a?os, aunque lo correcto ser?a asignar el impulso al propio Bild. Los pormenores de la hipotética concesi?n resonaron como un bofet?n en toda Europa. Se lanzaron soflamas patri?ticas, El Pa?s titul? de inmediato "La extravagante propuesta de intentar crear el Estado mallorqu?n de Alemania". Treinta a?os después, la extravagancia se han consumado y quedan setenta a?os de vigencia del contrato que se ejecut? fielmente sin haberlo firmado jam?s.
Irreductible en su pretensi?n de ilustrar a las masas, el Bild hab?a rastreado un precedente hist?rico que revalidaba la pretensi?n anexionista. Anotaba que "Mallorca ya fue una vez alemana, en tiempos de los v?ndalos", aunque alguien interpretar?a hoy que el rotativo se refer?a a la vandalizaci?n en curso del litoral germanizado. Y quienes piensen que solo se desempolva aqu? una efemérides, comprobar?n la pujanza del concepto en el podcast del diario populista, titulado Das 17.'Bundesland'.
Pese al estruendo, la idea del Bild hubiera caducado como una tormenta pasajera, salvo que en 1994 se cruz? Der Spiegel hasta el punto de que en ese a?o puede fijarse la consolidaci?n del Estado mallorqu?n de Alemania. El semanario enfatizaba la cifra millonaria de sus compatriotas que veraneaban en la "Isla de la Locura", y emit?a un veredicto que tendr?a consecuencias. Sentenciaba que no era descabellado hablar de Mallorca como "el Land insular de Alemania".
As? qued? institucionalizada la fusi?n germanomallorquina, unos a?os después de la reunificaci?n alemana que le serv?a de referente. Ya solo quedaba discutir los términos del hermanamiento, que cambiar?a la isla para siempre. Cada a?o, una publicaci?n de la metr?poli incid?a en el n?mero m?gico. Véase por todas una edici?n de fin de semana del 'Hamburger Abendblatt' en julio de 1995, donde se dictaminaba "Mallorca- el '17.Bundesland'", para rematar que "Ya sea en el turismo de masas o individualmente, los alemanes se chiflan por la isla".
La vocaci?n germana por Mallorca supera con creces a la identificaci?n de los nativos con su tierra. En cualquier fen?meno con treinta a?os de antigüedad, se detallar?an los disparates que se vaticinaron en su nacimiento. En la germanizaci?n irreversible de la isla, asombra la exactitud de predicciones que parecen escritas a posteriori.
Por ejemplo, "El casco antiguo es el pr?ximo objetivo de las compras alemanas" (Diario de Mallorca, 1997). El certero pron?stico no amainaba el escepticismo del propio autor, que consignaba la multiplicaci?n de "apartamentos en edificios rehabilitados con vistas a la clientela germana". Se persegu?an enclaves "pr?ximos a la catedral", y el ideal estético consist?a en una "modernizaci?n" de los interiores, "unida a la preservaci?n del esp?ritu que en ?ltimo término les impulsa a comprar".
Por ejemplo, "Trabajo en Berl?n y vida en Mallorca, la ?ltima moda" (portada de Die Welt, agosto de 1994). Treinta a?os atr?s, el prestigioso rotativo ya vislumbraba que "la isla es en un principio el domicilio de vacaciones de los alemanes, pero cada vez se convierte con mayor probabilidad en la residencia principal". Esta frase podr?a redactarse inalterada ahora mismo, y ven?a acompa?ada de un apostolado del "teletrabajo" que entonces sonaba aventurado y que funcionaba como un anticipo del nomadismo digital. "Las conexiones por ordenador y los faxes permiten que muchos alemanes se alejen cada vez m?s de su pa?s, y puedan controlar sus negocios desde la isla". As? fue como un reguero de alemanes, para quienes Margarita N?jera invent? el término aséptico de «"ciudadanos centroeuropeos", empezaron a volar a Son Sant Joan los jueves por la noche, para reintegrarse a sus consultas o despachos el lunes por la ma?ana. Su Land insular estaba a menos de tres horas en avi?n.
Por ejemplo, "Las compras de alemanes son el mayor trasvase de propiedad de la historia" (DM, 1996), otro axioma evidente hoy con la curiosa excepci?n del presidente del Colegio de Arquitectos. Las disensiones eran m?nimas aunque articuladas, como Pedro Montaner al consignar por entonces que "la obsesi?n de los mallorquines por vender hasta el cenicero del abuelo demuestra una inconsciencia absoluta".
Se desarroll? incluso una enfermedad psiqui?trica, el "s?ndrome del Range Rover". El ind?gena vend?a la finca del abuelo famoso a un alem?n, se compraba a continuaci?n un coche de lujo y padec?a la crisis emocional que necesitaba de auxilio médico especializado. Ni siquiera la prensa alemana entend?a la avidez por desprenderse del territorio.
El semanario Focus ha acu?ado portadas como "Para siempre Mallorca" pero, hace treinta a?os, la revista m?s vendida de Alemania se escandalizaba ante la falta de amor propio de los mallorquines. En una portada cubierta ?ntegramente por un ave de presa y el mapa de la isla, titulaban con un tajante "En las garras del marco alem?n", previo al euro. El subt?tulo era desolador, "Por qué los mallorquines venden su para?so". Fue inexplicable.
Todas la publicaciones alemanas dedican en verano al menos una portada a Mallorca. El motor de Europa carece de celebridades dignas de tal nombre, pero intentaba proyectar las conexiones insulares de Prominenten como Boris Becker o Claudia Schiffer. Tras la conquista, a nadie pod?a impresionarle que los partidos alemanes abrieran las campa?as de sus elecciones generales en la isla. La idea fue adoptada simult?neamente en 1998 por los liberales del FDP y por los ecologistas de Die Grüne. Ambas formaciones escoltan hoy al canciller socialdem?crata Olaf Scholz en Berl?n. Adem?s, los primeros propusieron el eslogan de "Disfrute de sus vacaciones en Mallorca cada a?o, y no cada cinco como quieren los Verdes".
Sin pretensiones, al estilo mallorqu?n, la isla ha funcionado como el primer gran crisol de la Uni?n Europea. En lo econ?mico se ha aplastado a los nativos, que dif?cilmente pod?an competir con el poder?o econ?mico de alemanes que han mutado en suecos sin variar de prop?sito. Las tensiones surgieron también por las tentaciones hegem?nicas de Berl?n, dispuesta a ejercer sus derechos de propiedad sobre el reducto mediterr?neo. Véase la psicodélica portada de Der Spiegel en 1997. "Mallorca, la mejor Alemania". La asimilaci?n de la isla hab?a finalizado con éxito.
El mestizaje cultural germanomallorqu?n no solo se ha propagado a la gastronom?a, sino también a pr?cticas locales tan arraigadas como la corrupci?n. Pudo comprobarlo el promotor alem?n que acudi? al Consell del Land de Mallorca en busca de licencias para su proyecto tur?stico. Se le notificaron las comisiones oficiales de un mill?n y medio de euros por campo de golf, un mill?n por agroturismo. Cuando exterioriz? su descontento, el alto cargo le replic? con un acogedor "Mallorca is different". A la postre, el empresario exigi? una factura del soborno desembolsado, en presencia de su abogado mallorqu?n. El letrado guarda con celo en su caja fuerte este ejemplo de la fusi?n de la espontaneidad insular con la rigidez burocr?tica prusiana.
Desde que el diputado socialcristiano Dionys Jobst formulara su "propuesta loca" seg?n 'Bild', se ha normalizado la idea de Mallorca como un Land alem?n.
Las tres décadas transcurridas desde el "Land.17" proclamado por 'Bild' han visto cumplidas todas las predicciones, ocupaci?n del casco antiguo, trabajadores n?madas o invasi?n del r?stico.
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