Reem
03-22-2024, 11:40 AM
La fe de todo un pueblo se comprueba en peque?as localidades como Sort de donde parti? el jueves la cuarta etapa de la Volta. La verdad es que en estos casos cualquier carrera ciclista se convierte en una fiesta porque los habitantes, los que viven all? al margen de efectos tur?sticos, tienen siempre muy lejos de sus casas los grandes acontecimientos deportivos.
Y muchas veces no resulta sencillo llegar a Sort, por carretera general desde Lleida o con la obligada necesidad de pasar por el interminable puerto del Cant? si se viene de Barcelona. Por eso, si por una vez son los protagonistas de los eventos que se ven por televisi?n los que se acercan a casa, que mejor que irlos a recibir, sacar a los ni?os de la escuela, que se sienten en la calle, que no hay peligro y que aplaudan uno a uno a todos los corredores porque a ellos les da igual que se apelliden Pogacar, Landa, L?pez o Mart?nez. Para ellos todos son un s?mbolo, unos cromos hechos realidad que desfilan delante suyo elegantemente vestidos con unos uniformes llenos de publicidad y unas bicis que brillan en sus ojos.
Hace ya muchos a?os, antes de que se impusiera por cuestiones de seguridad el casco sobre las cabezas de los corredores, todos los ciclistas llevaban aquellas gorritas con la visera que se colocaba hacia arriba para lucir all? también el nombre de la empresa que los patrocinaba. Con los cascos, las gorras ciclistas desaparecieron y también la posibilidad de ser el principal reclamo que ped?an los ni?os, porque era un elemento barato y a los corredores no les costaba nada entreg?rsela a los chavales que luego llegaban a sus casas como si tuvieran un tesoro entre las manos.
Ahora, la verdad, no pueden recoger muchas reliquias porque tampoco se las pueden entregar los ciclistas; sin casco no pueden competir y justo en la salida llevan los bidones llenos de agua fresca sobre todo si el calor aprieta, mucho m?s de la cuenta en un mes de marzo que desgraciadamente se ha puesto la careta del verano con la eterna amenaza del cambio clim?tico.
Pero s? disfrutar durante un par de horas de este deporte, que Sort, como este viernes Altafulla, se convierte en la patria del ciclismo mundial, con los mejores equipos y con presupuestos, los principales, de algunos millones de euros, los que luego colocan los coches en puntos determinados de la ruta de la etapa para entregar comida y bebida a los corredores, dar apoyo al equipo, el que llena los aparcamientos de los hoteles con un mont?n de veh?culos, autocar mec?nico, autob?s, furgonetas, los que luego acompa?an al pelot?n, que superan ampliamente el n?mero de siete ciclistas por escuadra, ocho en el Tour o la Vuelta, ya que con tres semanas de carrera se tiene derecho a un participante de m?s.
Saben en Sort, como ocurri? en Sant Joan de les Abadesses, peque?as poblaciones pirenaicas, que todo queda cortado, porque la carrera por la que se llega o se sale de la localidad est? bloqueada toda la ma?ana y porque resulta imposible moverse por las calles de la poblaci?n. Pero, con alguna excepci?n, nadie se queja, porque la Volta es como una peque?a fiesta mayor que ha llegado al pueblo que, adem?s, ha visto como se llenaban los hoteles y los restaurantes con los visitantes propios de la carrera y los que se han acercado por cari?o al ciclismo.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/volta-catalunya/ciclismo-deporte-pueblo-99823162)
Y muchas veces no resulta sencillo llegar a Sort, por carretera general desde Lleida o con la obligada necesidad de pasar por el interminable puerto del Cant? si se viene de Barcelona. Por eso, si por una vez son los protagonistas de los eventos que se ven por televisi?n los que se acercan a casa, que mejor que irlos a recibir, sacar a los ni?os de la escuela, que se sienten en la calle, que no hay peligro y que aplaudan uno a uno a todos los corredores porque a ellos les da igual que se apelliden Pogacar, Landa, L?pez o Mart?nez. Para ellos todos son un s?mbolo, unos cromos hechos realidad que desfilan delante suyo elegantemente vestidos con unos uniformes llenos de publicidad y unas bicis que brillan en sus ojos.
Hace ya muchos a?os, antes de que se impusiera por cuestiones de seguridad el casco sobre las cabezas de los corredores, todos los ciclistas llevaban aquellas gorritas con la visera que se colocaba hacia arriba para lucir all? también el nombre de la empresa que los patrocinaba. Con los cascos, las gorras ciclistas desaparecieron y también la posibilidad de ser el principal reclamo que ped?an los ni?os, porque era un elemento barato y a los corredores no les costaba nada entreg?rsela a los chavales que luego llegaban a sus casas como si tuvieran un tesoro entre las manos.
Ahora, la verdad, no pueden recoger muchas reliquias porque tampoco se las pueden entregar los ciclistas; sin casco no pueden competir y justo en la salida llevan los bidones llenos de agua fresca sobre todo si el calor aprieta, mucho m?s de la cuenta en un mes de marzo que desgraciadamente se ha puesto la careta del verano con la eterna amenaza del cambio clim?tico.
Pero s? disfrutar durante un par de horas de este deporte, que Sort, como este viernes Altafulla, se convierte en la patria del ciclismo mundial, con los mejores equipos y con presupuestos, los principales, de algunos millones de euros, los que luego colocan los coches en puntos determinados de la ruta de la etapa para entregar comida y bebida a los corredores, dar apoyo al equipo, el que llena los aparcamientos de los hoteles con un mont?n de veh?culos, autocar mec?nico, autob?s, furgonetas, los que luego acompa?an al pelot?n, que superan ampliamente el n?mero de siete ciclistas por escuadra, ocho en el Tour o la Vuelta, ya que con tres semanas de carrera se tiene derecho a un participante de m?s.
Saben en Sort, como ocurri? en Sant Joan de les Abadesses, peque?as poblaciones pirenaicas, que todo queda cortado, porque la carrera por la que se llega o se sale de la localidad est? bloqueada toda la ma?ana y porque resulta imposible moverse por las calles de la poblaci?n. Pero, con alguna excepci?n, nadie se queja, porque la Volta es como una peque?a fiesta mayor que ha llegado al pueblo que, adem?s, ha visto como se llenaban los hoteles y los restaurantes con los visitantes propios de la carrera y los que se han acercado por cari?o al ciclismo.
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