Reem
03-06-2024, 06:30 AM
Hay en esta breve joya de la literatura universal 'En agosto nos vemos' (Random House, 2024) de Gabriel Garc?a M?rquez, seis cap?tulos y setenta p?ginas [el manuscrito], una visi?n renovada del amor en los hombros de una mujer, Ana Magdalena Bach, la protagonista que tiene 46 a?os, 27 a?os de casada con un hombre que “amaba y que la amaba”, y fue al altar sin culminar sus estudios de Artes y Letras, siendo virgen y sin tener novios anteriores. Madre de dos hijos: un joven de 22 a?os, primer cello de la orquesta sinf?nica nacional, y Micaela, de 18 a?os, que deseaba ser monja de la orden de las Carmelitas Descalzas. Un aparente matrimonio donde todo parec?a fluir, es lo que lleva a crear en el autor la singular paradoja de que “nada se parece m?s al infierno que un matrimonio feliz”.
La protagonista dise?a su propio destino, su para?so ef?mero, cada 16 de agosto, al llevar un ramo de gladiolos frescos a la tumba de su madre enterrada en un cementerio de una isla del Caribe descrita como un "pueblo indigente con casas de bahareque, techos de palma amarga y calles de arena ardiente frente a un mar en llamas" (p?g. 2). Un paisaje que por instantes podr?a ser Cartagena de Indias, en donde hay un caser?o pobre de pescadores mutilados por pescar con dinamita (La Boquilla), en donde hay ni?os desnudos, una laguna sembrada de cocoteros, con garzas, iguanas, cerdos, vendedores ambulantes, una avenida con palmeras reales, playas extensas y hoteles de turismo.
Solo sabemos que en ese lugar naci? una poeta y un senador grandilocuente que estuvo a punto de ser presidente de la rep?blica, tal y como precisa el autor. Esta mujer es diametralmente opuesta al destino de las mujeres en las obras anteriores de GGM, que viven los l?mites opresivos y dram?ticos de una sociedad machista y patriarcal. Ana Magdalena Bach, su nombre es evidentemente un homenaje a la m?sica universal. Es una mujer culta, ilustrada, amante de la literatura y la m?sica cl?sica, pero también del bolero. Una mujer de cabellos indios hasta los hombros, cuyos “ojos de topacio eran hermosos con sus oscuros p?rpados portugueses” (p?g. 4), nos evoca la descripci?n de la mujer de 'El avi?n de la bella durmiente'. Tiene los “senos redondos y altivos a pesar de sus dos partos” y se unta gotas de perfume Maderas de Oriente en el l?bulo de cada oreja.
No se parece en nada a ?rsula Iguar?n, que maneja los hilos del orden y el destino de la estirpe, mientras los hombres cumplen el desvar?o de pelear en la guerra, ir al burdel, seguir los pasos del circo o matarse por falta de amor. Tampoco se parece a Remedios la Bella, cuya soledad y santidad alejada de los hombres, provoca muertes y cat?strofes en quienes la pretenden. Es el reverso del alma de ?ngela Vicario, v?ctima de amar antes de ir al altar, en una sociedad atroz del siglo pasado en el Caribe, que lavaba con sangre el honor de la virginidad mancillada. No es Pilar Ternera y Petra Cotes, matronas del placer, a quienes jam?s les import? el juicio de doble moral de una sociedad envilecida. No es Fermina Daza, entre dos amores, que esper? enviudar para cumplir los designios del coraz?n. Lo autobiogr?fico est? presente siempre en toda la creaci?n y construcci?n del car?cter del personaje en GGM.
Image ID:
99074893
Gonzalo Garc?a Barcha , hijo de Gabriel Garc?a M?rquez, durante la presentaci?n del libro inédito de Gabriel Garc?a M?rquez `EN AGOSTO NOS VEMOS´.
David Castro
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880
495
La madre de Ana Magdalena, de ancestros musicales, era una reconocida maestra de primaria en el Montessori, al igual que la profesora Rosa Elena Fergusson, quien ense?? a leer y escribir al autor y lo inici? en el encanto de la poes?a al recitarle de memoria poemas del Siglo de Oro espa?ol, cuando era un ni?o en Aracataca. De su madre que decide ser enterrada en ese lugar pobre, Ana Magdalena hered? adem?s del brillo de sus ojos dorados, “la virtud de las pocas palabras y la inteligencia para manejar el temple de su car?cter” (p?g. 2).
Clarividencia contempor?nea
Esta mujer encarna el tr?nsito de la vieja y anacr?nica visi?n del amor en una sociedad patriarcal y machista en la que hay mujeres sometidas y silenciadas en el rezago latinoamericano, y nos revela el amor sin prejuicios de la mujer independiente, liberada y due?a de su destino en el siglo XXI. En esta novela GGM descifra con clarividencia contempor?nea, las nuevas tensiones interiores del alma femenina, los cataclismos existenciales y emocionales, en contraste parad?jico con una aparente y feliz vida conyugal.
El amor con su anverso y reverso, el amor m?s all? de la soledad y el laberinto del poder, el amor, la soledad y la muerte, tres grandes obsesiones en sus novelas como 'El amor en los tiempos del c?lera', 'El general en su laberinto', 'Del amor y otros demonios', 'Cr?nica de una muerte anunciada', y en sus cuentos 'Mar?a Dos Prazeres' y 'Un rastro de tu sangre en la nieve'. Y esta vez desde otra perspectiva narrativa, la soledad, el amor y la muerte en 'Agosto nos vemos'. Lo que aparece un azar es un lazo del destino. GGM elige un viernes 16 de agosto, mes de calores y aguaceros inesperados, mes de augurios y espantos, para iniciar la metamorfosis emocional de Ana Magdalena, fecha elegida al azar, sin presentir que su musa esencial: Mercedes Barcha, una de las mujeres fundamentales de su vida y obra, luego de m?s de medio siglo de matrimonio, partir?a el 15 de agosto de 2020. Es como si en un d?a de un agosto distante y diferente en el tiempo, trascurrir?a la trama delirante otra historia de amor, en la que el azar delinear?a un horizonte imprevisible de pasiones entre las 3 de la tarde del 16 de agosto y las 9 de la ma?ana del d?a siguiente, antes de subirse al transbordador.
Tres vidas
Garc?a M?rquez dec?a en p?blico y privado que él como todo escritor ten?a tres vidas, una vida secreta, p?blica y privada, pero que en las tres gravitaban siempre como presencia ineludible, las mujeres. No solo en su vida, sino en su propia obra. Hasta 1937 vivi? en la casa grande de sus abuelos en Aracataca, junto a su abuela Tranquilina Iguar?n y el abuelo coronel Nicol?s M?rquez Mej?a, y once mujeres m?s, entre t?as y parientes, y tres ind?genas wayuu que viv?an en el traspatio de la casa, que es lo ?nico que se conserva intacto en su casa natal, bajo la vieja sombra de un ?rbol enorme de barbas flotantes que acarician el piano.
De esa infancia no solo proviene 'Cien a?os de soledad', su novela cl?sica, sino toda su escritura, en la que desde ni?o las mujeres de la casa y el pueblo fueron personajes de carne y hueso para sus cuentos y novelas. “Creo que la esencia de mi modo de ser y de pensar se la debo en realidad a las mujeres de la familia y a las muchas de la servidumbre que pastorearon mi infancia” confiesa en sus memorias de 'Vivir para contarla'. “Eran de car?cter fuerte y coraz?n tierno, y me trataban con la naturalidad del para?so terrenal. Entre las muchas que recuerdo, Luc?a fue la ?nica que me sorprendi? con su malicia pueril, cuando me llev? al callej?n de los sapos y se alz? la bata hasta la cintura para mostrarme su pelambre cobriza y desgre?ada”.
Evoca también a Trinidad, de 13 a?os, hija de alguien que trabajaba en su casa, que en una noche de m?sica de banda lo sac? a bailar y le dej? para siempre la huella de su tacto con la conmoci?n de su olor de animal de monte en cada pulgada de su piel.
GGM conoci? y descifr? el alma de las mujeres, no solo la de su esposa Mercedes, sino la de mujeres de todos tiempos: conoci? la desolaci?n y la esperanza de las muchachitas que se acostaban por hambre en el viejo burdel de Barranquilla, en el edificio El Rascacielos donde convivi? y comparti? con prostitutas, en el Ni?o de Oro de Cartagena, y en los burdeles de Sucre, Sucre, y las mujeres del mundo con otro poder m?s all? del oro, mujeres presentes e intangibles como Virginia Woolf, cuyo final de su novela p?stuma evoca en tiempo presente el apocalipsis de todo esplendor en las manos perfumadas de la se?orita Dallada y en las cenizas de la madre de Ana Magdalena Bach.
Muchos autores y m?sica
En toda esta novela hay referencias a libros y autores y a obras musicales: Ana Magdalena Bach lee 'Dr?cula' de Bram Stoker, en el primer agosto, y contin?a con 'El extranjero' de Albert Camus, 'El viejo y el mar' de Hemingway, 'El lazarillo de Tormes', 'Antolog?a de cuentos fant?sticos' de Borges y Bioy Casares, 'Cr?nicas marcianas' de Ray Bradbury, Daniel Defoe, 'El d?a de los tr?fidos' de John Wyndham, entre otros, y escucha frente al primer seducido el 'Claro de Luna' de Debussy, y luego sigue escucha en pr?ximos agostos: a Dvorak, Mozart, Schubert, Béla Bart?k, Chaikovski, Aaron Copland, Celia Cruz, entre otros.
La novela tiene la sutileza de un embrujo adictivo al ritmo sensual de la m?sica, a sorbos de ginebra y brandy. “El mundo cambi? desde el primer sorbo. Se sinti? p?cara, alegre, capaz de todo, y embellecida por la mezcla sagrada de la m?sica con la ginebra”, describe GGM. En la intimidad de la habitaci?n 203 ella abri? la puerta desde adentro de su alma y cumpli? su deseo: “No le dej? ninguna iniciativa. Se acaball? sobre él hasta el alma y lo devor? para ella sola y sin pensar en él, hasta que ambos quedaron perplejos y exhaustos en una sopa de sudor (p?g. 11).
Ese primer cap?tulo es un cuento perfecto y la secuencia general son seis narraciones enlazadas en la que Ana Magdalena Bach inicia una nueva b?squeda de su propia libertad individual y sexual. En alguna ocasi?n en privado el escritor nos confes? que deseaba escribir novelas de amor, en donde sus protagonistas oto?ales y en plena madurez, pudieran vivir la felicidad del amor como si vivieran una renovada primavera. El ritmo de la prosa poética fluye cuando describe instantes como “el aleteo de mariposas dentro del pecho se le volvi? insoportable con la sola idea de tener al hombre de su vida hasta el amanecer” (p?g. 39).
En la novela desnud? el esp?ritu de hombres machistas como Aquiles Coronado, amante de Los Panchos, que desahogaba su pasi?n de adolescencia por el amor de Ana Magdalena Bach, haciendo el amor con su esposa en la oscuridad, y pensando en la mujer culta y sensible que era Ana Magdalena, pensamiento en la intimidad con su mujer que lo hac?a feliz.
En esencia, GGM fue siempre un alquimista de las historias ?ntimas y buscaba que sus lectores inventaran y reinventaran la huidiza y misteriosa felicidad del amor, sin ataduras. El escritor batall? hasta el final con los lugares comunes, y fue m?s all? de la novedad vivencial de ese primer cap?tulo que genera un verdadero cataclismo en la vida de la protagonista. No se trataba de alargar y repetir encuentros con diversos amantes fugaces, sino confrontar las tensiones que palpitaran en su esp?ritu. As? que, en esta brevedad de seis cap?tulos, el autor reescribi? como quien pule una piedra preciosa, y alcanz? una breve obra maestra de la literatura, intuyendo que no todo estaba resuelto en los encuentros corporales y sexuales de Ana Magdalena Bach, sino en los silencios cifrados del deseo no siempre alcanzado.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/critica-agosto-vemos-novela-mujer-99074955)
La protagonista dise?a su propio destino, su para?so ef?mero, cada 16 de agosto, al llevar un ramo de gladiolos frescos a la tumba de su madre enterrada en un cementerio de una isla del Caribe descrita como un "pueblo indigente con casas de bahareque, techos de palma amarga y calles de arena ardiente frente a un mar en llamas" (p?g. 2). Un paisaje que por instantes podr?a ser Cartagena de Indias, en donde hay un caser?o pobre de pescadores mutilados por pescar con dinamita (La Boquilla), en donde hay ni?os desnudos, una laguna sembrada de cocoteros, con garzas, iguanas, cerdos, vendedores ambulantes, una avenida con palmeras reales, playas extensas y hoteles de turismo.
Solo sabemos que en ese lugar naci? una poeta y un senador grandilocuente que estuvo a punto de ser presidente de la rep?blica, tal y como precisa el autor. Esta mujer es diametralmente opuesta al destino de las mujeres en las obras anteriores de GGM, que viven los l?mites opresivos y dram?ticos de una sociedad machista y patriarcal. Ana Magdalena Bach, su nombre es evidentemente un homenaje a la m?sica universal. Es una mujer culta, ilustrada, amante de la literatura y la m?sica cl?sica, pero también del bolero. Una mujer de cabellos indios hasta los hombros, cuyos “ojos de topacio eran hermosos con sus oscuros p?rpados portugueses” (p?g. 4), nos evoca la descripci?n de la mujer de 'El avi?n de la bella durmiente'. Tiene los “senos redondos y altivos a pesar de sus dos partos” y se unta gotas de perfume Maderas de Oriente en el l?bulo de cada oreja.
No se parece en nada a ?rsula Iguar?n, que maneja los hilos del orden y el destino de la estirpe, mientras los hombres cumplen el desvar?o de pelear en la guerra, ir al burdel, seguir los pasos del circo o matarse por falta de amor. Tampoco se parece a Remedios la Bella, cuya soledad y santidad alejada de los hombres, provoca muertes y cat?strofes en quienes la pretenden. Es el reverso del alma de ?ngela Vicario, v?ctima de amar antes de ir al altar, en una sociedad atroz del siglo pasado en el Caribe, que lavaba con sangre el honor de la virginidad mancillada. No es Pilar Ternera y Petra Cotes, matronas del placer, a quienes jam?s les import? el juicio de doble moral de una sociedad envilecida. No es Fermina Daza, entre dos amores, que esper? enviudar para cumplir los designios del coraz?n. Lo autobiogr?fico est? presente siempre en toda la creaci?n y construcci?n del car?cter del personaje en GGM.
Image ID:
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Gonzalo Garc?a Barcha , hijo de Gabriel Garc?a M?rquez, durante la presentaci?n del libro inédito de Gabriel Garc?a M?rquez `EN AGOSTO NOS VEMOS´.
David Castro
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La madre de Ana Magdalena, de ancestros musicales, era una reconocida maestra de primaria en el Montessori, al igual que la profesora Rosa Elena Fergusson, quien ense?? a leer y escribir al autor y lo inici? en el encanto de la poes?a al recitarle de memoria poemas del Siglo de Oro espa?ol, cuando era un ni?o en Aracataca. De su madre que decide ser enterrada en ese lugar pobre, Ana Magdalena hered? adem?s del brillo de sus ojos dorados, “la virtud de las pocas palabras y la inteligencia para manejar el temple de su car?cter” (p?g. 2).
Clarividencia contempor?nea
Esta mujer encarna el tr?nsito de la vieja y anacr?nica visi?n del amor en una sociedad patriarcal y machista en la que hay mujeres sometidas y silenciadas en el rezago latinoamericano, y nos revela el amor sin prejuicios de la mujer independiente, liberada y due?a de su destino en el siglo XXI. En esta novela GGM descifra con clarividencia contempor?nea, las nuevas tensiones interiores del alma femenina, los cataclismos existenciales y emocionales, en contraste parad?jico con una aparente y feliz vida conyugal.
El amor con su anverso y reverso, el amor m?s all? de la soledad y el laberinto del poder, el amor, la soledad y la muerte, tres grandes obsesiones en sus novelas como 'El amor en los tiempos del c?lera', 'El general en su laberinto', 'Del amor y otros demonios', 'Cr?nica de una muerte anunciada', y en sus cuentos 'Mar?a Dos Prazeres' y 'Un rastro de tu sangre en la nieve'. Y esta vez desde otra perspectiva narrativa, la soledad, el amor y la muerte en 'Agosto nos vemos'. Lo que aparece un azar es un lazo del destino. GGM elige un viernes 16 de agosto, mes de calores y aguaceros inesperados, mes de augurios y espantos, para iniciar la metamorfosis emocional de Ana Magdalena, fecha elegida al azar, sin presentir que su musa esencial: Mercedes Barcha, una de las mujeres fundamentales de su vida y obra, luego de m?s de medio siglo de matrimonio, partir?a el 15 de agosto de 2020. Es como si en un d?a de un agosto distante y diferente en el tiempo, trascurrir?a la trama delirante otra historia de amor, en la que el azar delinear?a un horizonte imprevisible de pasiones entre las 3 de la tarde del 16 de agosto y las 9 de la ma?ana del d?a siguiente, antes de subirse al transbordador.
Tres vidas
Garc?a M?rquez dec?a en p?blico y privado que él como todo escritor ten?a tres vidas, una vida secreta, p?blica y privada, pero que en las tres gravitaban siempre como presencia ineludible, las mujeres. No solo en su vida, sino en su propia obra. Hasta 1937 vivi? en la casa grande de sus abuelos en Aracataca, junto a su abuela Tranquilina Iguar?n y el abuelo coronel Nicol?s M?rquez Mej?a, y once mujeres m?s, entre t?as y parientes, y tres ind?genas wayuu que viv?an en el traspatio de la casa, que es lo ?nico que se conserva intacto en su casa natal, bajo la vieja sombra de un ?rbol enorme de barbas flotantes que acarician el piano.
De esa infancia no solo proviene 'Cien a?os de soledad', su novela cl?sica, sino toda su escritura, en la que desde ni?o las mujeres de la casa y el pueblo fueron personajes de carne y hueso para sus cuentos y novelas. “Creo que la esencia de mi modo de ser y de pensar se la debo en realidad a las mujeres de la familia y a las muchas de la servidumbre que pastorearon mi infancia” confiesa en sus memorias de 'Vivir para contarla'. “Eran de car?cter fuerte y coraz?n tierno, y me trataban con la naturalidad del para?so terrenal. Entre las muchas que recuerdo, Luc?a fue la ?nica que me sorprendi? con su malicia pueril, cuando me llev? al callej?n de los sapos y se alz? la bata hasta la cintura para mostrarme su pelambre cobriza y desgre?ada”.
Evoca también a Trinidad, de 13 a?os, hija de alguien que trabajaba en su casa, que en una noche de m?sica de banda lo sac? a bailar y le dej? para siempre la huella de su tacto con la conmoci?n de su olor de animal de monte en cada pulgada de su piel.
GGM conoci? y descifr? el alma de las mujeres, no solo la de su esposa Mercedes, sino la de mujeres de todos tiempos: conoci? la desolaci?n y la esperanza de las muchachitas que se acostaban por hambre en el viejo burdel de Barranquilla, en el edificio El Rascacielos donde convivi? y comparti? con prostitutas, en el Ni?o de Oro de Cartagena, y en los burdeles de Sucre, Sucre, y las mujeres del mundo con otro poder m?s all? del oro, mujeres presentes e intangibles como Virginia Woolf, cuyo final de su novela p?stuma evoca en tiempo presente el apocalipsis de todo esplendor en las manos perfumadas de la se?orita Dallada y en las cenizas de la madre de Ana Magdalena Bach.
Muchos autores y m?sica
En toda esta novela hay referencias a libros y autores y a obras musicales: Ana Magdalena Bach lee 'Dr?cula' de Bram Stoker, en el primer agosto, y contin?a con 'El extranjero' de Albert Camus, 'El viejo y el mar' de Hemingway, 'El lazarillo de Tormes', 'Antolog?a de cuentos fant?sticos' de Borges y Bioy Casares, 'Cr?nicas marcianas' de Ray Bradbury, Daniel Defoe, 'El d?a de los tr?fidos' de John Wyndham, entre otros, y escucha frente al primer seducido el 'Claro de Luna' de Debussy, y luego sigue escucha en pr?ximos agostos: a Dvorak, Mozart, Schubert, Béla Bart?k, Chaikovski, Aaron Copland, Celia Cruz, entre otros.
La novela tiene la sutileza de un embrujo adictivo al ritmo sensual de la m?sica, a sorbos de ginebra y brandy. “El mundo cambi? desde el primer sorbo. Se sinti? p?cara, alegre, capaz de todo, y embellecida por la mezcla sagrada de la m?sica con la ginebra”, describe GGM. En la intimidad de la habitaci?n 203 ella abri? la puerta desde adentro de su alma y cumpli? su deseo: “No le dej? ninguna iniciativa. Se acaball? sobre él hasta el alma y lo devor? para ella sola y sin pensar en él, hasta que ambos quedaron perplejos y exhaustos en una sopa de sudor (p?g. 11).
Ese primer cap?tulo es un cuento perfecto y la secuencia general son seis narraciones enlazadas en la que Ana Magdalena Bach inicia una nueva b?squeda de su propia libertad individual y sexual. En alguna ocasi?n en privado el escritor nos confes? que deseaba escribir novelas de amor, en donde sus protagonistas oto?ales y en plena madurez, pudieran vivir la felicidad del amor como si vivieran una renovada primavera. El ritmo de la prosa poética fluye cuando describe instantes como “el aleteo de mariposas dentro del pecho se le volvi? insoportable con la sola idea de tener al hombre de su vida hasta el amanecer” (p?g. 39).
En la novela desnud? el esp?ritu de hombres machistas como Aquiles Coronado, amante de Los Panchos, que desahogaba su pasi?n de adolescencia por el amor de Ana Magdalena Bach, haciendo el amor con su esposa en la oscuridad, y pensando en la mujer culta y sensible que era Ana Magdalena, pensamiento en la intimidad con su mujer que lo hac?a feliz.
En esencia, GGM fue siempre un alquimista de las historias ?ntimas y buscaba que sus lectores inventaran y reinventaran la huidiza y misteriosa felicidad del amor, sin ataduras. El escritor batall? hasta el final con los lugares comunes, y fue m?s all? de la novedad vivencial de ese primer cap?tulo que genera un verdadero cataclismo en la vida de la protagonista. No se trataba de alargar y repetir encuentros con diversos amantes fugaces, sino confrontar las tensiones que palpitaran en su esp?ritu. As? que, en esta brevedad de seis cap?tulos, el autor reescribi? como quien pule una piedra preciosa, y alcanz? una breve obra maestra de la literatura, intuyendo que no todo estaba resuelto en los encuentros corporales y sexuales de Ana Magdalena Bach, sino en los silencios cifrados del deseo no siempre alcanzado.
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