Reem
02-12-2023, 08:07 PM
Musa dice que bueno, que es lo que hay, que al final, aunque sea dif?cil, uno se puede acostumbrar a ello, a los cuerpos enteros, porque se pueden sacar r?pido y uno puede seguir entonces con el trabajo.
Son los otros, los cuerpos partidos, los separados, los amputados: estos son a los que Musa, un rescatista voluntario, no se puede acostumbrar. “Cuando sacamos un cuerpo con partes amputadas… Al mediod?a hace algo de calor, huele muy fuerte. Aunque intentamos resistir, somos seres humanos. A m? me afecta mucho. No es f?cil”, dice Musa, frases entrecortadas, mucho estrés, intentando sacarse de dentro todo lo que ha visto y tocado porque le quema, le corroe: necesita decirlo.
Abrazados
“Llevamos en este edificio tres d?as. Solo hoy hemos conseguido llegar donde est?n los cuerpos. Creemos que hay unos 70 dentro, y esta ma?ana hemos sacado a un hombre de 60 o 65 a?os con su hija. Estaban abrazados. ?l ten?a las tripas fuera, el brazo colgando, ha costado. Ha costado mucho sacarlo”, dice Musa, que en su vida anterior, hace una semana, era trabajador de construcci?n en Estambul.
Pero su vida -y la de todos los turcos, sobre todo los del sureste- cambi? el pasado lunes por la madrugada con el terremoto que sacudi? el sur del pa?s y el noroeste de Siria. Las cifras, disparadas, asustan: 33.000 muertos entre los dos pa?ses.
https://aglitk.com/clip/c04ba802-426a-4104-8339-95e0667b1550_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Ya es casi imposible encontrar a nadie con vida. | ADRI? ROCHA CUTILLER
“Si Dios quiere, de dentro podremos rescatar a alguien con vida. Si Dios quiere, pero a esta hora ya no lo esperamos demasiado”, explica el trabajador mientras se pone la mascarilla. Al subir hacia el lugar de trabajo, el olor va aumentando. Es un olor intenso, de podredumbre, de descomposici?n, de la muerte tras una semana bajo los escombros. “?B?jala! ?B?jala!”, grita un compa?ero del rescatista. Entonces, la excavadora mete sus garras en los escombros, presiona, los sujeta y tira hacia abajo. Rocas se precipitan por el suelo, que también son escombros. La monta?a de restos, as?, va bajando lentamente.
"Ya no tenemos ninguna esperanza de que quede nadie con vida"
“Ahora ya lo hacemos as?. Ya no tenemos ninguna esperanza de que quede nadie con vida, as? que usamos la excavadora. Es un desastre, un desastre. No puedo decir nada. Es en este punto en el que ya no me llegan las palabras. Ya no alcanzan”, se lamenta.
Casi una semana después del terremoto, de las diez provincias turcas afectadas, una parte importante ha terminado con los rescates. Diyarbakir, Sanliurfa, Kilis y Adana ya han finalizado -del todo o casi- con las tareas de rescate.
https://aglitk.com/clip/c1be2b7f-5ea3-4c24-9e1a-6c13236ec8a1_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Tras el terremoto. | ADRI? ROCHA CUTILLER
Antioqu?a
Hay dos regiones, sin embargo, donde la cat?strofe no tiene igual: Adiyaman y Antioqu?a. En la ?ltima, este domingo, el sol aprieta por primera vez este invierno. El centro de la ciudad, anta?o uno de los m?s caracter?sticos y famosos de Turqu?a, se siente fantasmag?rico. Hombres, sobre todo hombres, caminan tristes entre los escombros, que han cerrado todas o casi todas las calles.
De las callejuelas caracter?sticas de Antioqu?a, en las que sinagogas, mezquitas e iglesias conviv?an pared con pared, ahora no quedan m?s que piedras tiradas en el suelo, polvo, y fachadas apoyadas contra la acera de enfrente. Antioqu?a ha sido la ciudad, con diferencia, que m?s muertes ha sufrido. Antioqu?a ha dejado de existir.
"Cuando la gente nos viene, de verdad vemos a muchos muy necesitados", explica Abdullah, un voluntario que reparte comida en lo que antes era el centro de la ciudad y ahora también pero ya qué importa. "Todas sus pertenencias, todas sus cosas han quedado debajo de los escombros”, a?ade.
"Lo perdimos todo en un segundo. Antioqu?a est? muerta"
Familias que huyen
Mehmet, de unos sesenta, desespera. Corre, suda, grita, pregunta, grita m?s. “?Oye! ?Trae a los ni?os! ?Qué hacéis a?n ah? sentados? ?Os dije que vinieseis!”, le grita por teléfono el hombre a su mujer. ?l y su familia, de cuatro, van y vienen nerviosos: la estaci?n de autobuses de la ciudad est? derruida y es tarea casi imposible saber hacia d?nde va ese autob?s, en qué direcci?n ir? otro. Mehmet pregunta, se enfada, ruega. Salir de Antioqu?a no es tarea f?cil. “Ayer decidimos que nos ?bamos. Aqu? ya no nos queda absolutamente nada. Nuestra casa se ha derrumbado”, dice Mehmet con prisas. "No sé, ojal? que no, pero Antioqu?a ha muerto, ya no est?, y mira nuestro equipaje", afirma ense?ando todas las pertenencias de su familia: una bolsa de pl?stico negra, cuatro botellas de agua de medio litro y varios paquetes de galletas con sabor a lim?n. Nada m?s.
“Lo perdimos todo en un segundo. El domingo por la noche nos fuimos a dormir como cada d?a, en casa. El lunes nos levantamos sin nada. Ahora nos intentaremos mudar a otra ciudad. Es lo ?nico que podemos hacer. En nuestra ciudad ya no tenemos d?nde quedarnos, d?nde vivir ya. Nuestra casa, nuestro hogar… duele irse. Ya no nos queda nada. Lo ?nico es que nos llevamos de aqu? son nuestras vidas”, dice Mehmet.
Al fin, ruegos y alg?n empuj?n después, la familia encuentra cuatro billetes en un autocar que se marcha al rato. “?Qué asientos son, amigo?”, pregunta Mehmet: 11, 12, 14 y 15. Nunca, unos n?meros le han importado tanto: 11, 12, 14 y 15. Nunca, unos n?meros, le han hecho tanto da?o.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/terremoto-turquia-quedan-enterrados-muertos-82883546)
Son los otros, los cuerpos partidos, los separados, los amputados: estos son a los que Musa, un rescatista voluntario, no se puede acostumbrar. “Cuando sacamos un cuerpo con partes amputadas… Al mediod?a hace algo de calor, huele muy fuerte. Aunque intentamos resistir, somos seres humanos. A m? me afecta mucho. No es f?cil”, dice Musa, frases entrecortadas, mucho estrés, intentando sacarse de dentro todo lo que ha visto y tocado porque le quema, le corroe: necesita decirlo.
Abrazados
“Llevamos en este edificio tres d?as. Solo hoy hemos conseguido llegar donde est?n los cuerpos. Creemos que hay unos 70 dentro, y esta ma?ana hemos sacado a un hombre de 60 o 65 a?os con su hija. Estaban abrazados. ?l ten?a las tripas fuera, el brazo colgando, ha costado. Ha costado mucho sacarlo”, dice Musa, que en su vida anterior, hace una semana, era trabajador de construcci?n en Estambul.
Pero su vida -y la de todos los turcos, sobre todo los del sureste- cambi? el pasado lunes por la madrugada con el terremoto que sacudi? el sur del pa?s y el noroeste de Siria. Las cifras, disparadas, asustan: 33.000 muertos entre los dos pa?ses.
https://aglitk.com/clip/c04ba802-426a-4104-8339-95e0667b1550_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Ya es casi imposible encontrar a nadie con vida. | ADRI? ROCHA CUTILLER
“Si Dios quiere, de dentro podremos rescatar a alguien con vida. Si Dios quiere, pero a esta hora ya no lo esperamos demasiado”, explica el trabajador mientras se pone la mascarilla. Al subir hacia el lugar de trabajo, el olor va aumentando. Es un olor intenso, de podredumbre, de descomposici?n, de la muerte tras una semana bajo los escombros. “?B?jala! ?B?jala!”, grita un compa?ero del rescatista. Entonces, la excavadora mete sus garras en los escombros, presiona, los sujeta y tira hacia abajo. Rocas se precipitan por el suelo, que también son escombros. La monta?a de restos, as?, va bajando lentamente.
"Ya no tenemos ninguna esperanza de que quede nadie con vida"
“Ahora ya lo hacemos as?. Ya no tenemos ninguna esperanza de que quede nadie con vida, as? que usamos la excavadora. Es un desastre, un desastre. No puedo decir nada. Es en este punto en el que ya no me llegan las palabras. Ya no alcanzan”, se lamenta.
Casi una semana después del terremoto, de las diez provincias turcas afectadas, una parte importante ha terminado con los rescates. Diyarbakir, Sanliurfa, Kilis y Adana ya han finalizado -del todo o casi- con las tareas de rescate.
https://aglitk.com/clip/c1be2b7f-5ea3-4c24-9e1a-6c13236ec8a1_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Tras el terremoto. | ADRI? ROCHA CUTILLER
Antioqu?a
Hay dos regiones, sin embargo, donde la cat?strofe no tiene igual: Adiyaman y Antioqu?a. En la ?ltima, este domingo, el sol aprieta por primera vez este invierno. El centro de la ciudad, anta?o uno de los m?s caracter?sticos y famosos de Turqu?a, se siente fantasmag?rico. Hombres, sobre todo hombres, caminan tristes entre los escombros, que han cerrado todas o casi todas las calles.
De las callejuelas caracter?sticas de Antioqu?a, en las que sinagogas, mezquitas e iglesias conviv?an pared con pared, ahora no quedan m?s que piedras tiradas en el suelo, polvo, y fachadas apoyadas contra la acera de enfrente. Antioqu?a ha sido la ciudad, con diferencia, que m?s muertes ha sufrido. Antioqu?a ha dejado de existir.
"Cuando la gente nos viene, de verdad vemos a muchos muy necesitados", explica Abdullah, un voluntario que reparte comida en lo que antes era el centro de la ciudad y ahora también pero ya qué importa. "Todas sus pertenencias, todas sus cosas han quedado debajo de los escombros”, a?ade.
"Lo perdimos todo en un segundo. Antioqu?a est? muerta"
Familias que huyen
Mehmet, de unos sesenta, desespera. Corre, suda, grita, pregunta, grita m?s. “?Oye! ?Trae a los ni?os! ?Qué hacéis a?n ah? sentados? ?Os dije que vinieseis!”, le grita por teléfono el hombre a su mujer. ?l y su familia, de cuatro, van y vienen nerviosos: la estaci?n de autobuses de la ciudad est? derruida y es tarea casi imposible saber hacia d?nde va ese autob?s, en qué direcci?n ir? otro. Mehmet pregunta, se enfada, ruega. Salir de Antioqu?a no es tarea f?cil. “Ayer decidimos que nos ?bamos. Aqu? ya no nos queda absolutamente nada. Nuestra casa se ha derrumbado”, dice Mehmet con prisas. "No sé, ojal? que no, pero Antioqu?a ha muerto, ya no est?, y mira nuestro equipaje", afirma ense?ando todas las pertenencias de su familia: una bolsa de pl?stico negra, cuatro botellas de agua de medio litro y varios paquetes de galletas con sabor a lim?n. Nada m?s.
“Lo perdimos todo en un segundo. El domingo por la noche nos fuimos a dormir como cada d?a, en casa. El lunes nos levantamos sin nada. Ahora nos intentaremos mudar a otra ciudad. Es lo ?nico que podemos hacer. En nuestra ciudad ya no tenemos d?nde quedarnos, d?nde vivir ya. Nuestra casa, nuestro hogar… duele irse. Ya no nos queda nada. Lo ?nico es que nos llevamos de aqu? son nuestras vidas”, dice Mehmet.
Al fin, ruegos y alg?n empuj?n después, la familia encuentra cuatro billetes en un autocar que se marcha al rato. “?Qué asientos son, amigo?”, pregunta Mehmet: 11, 12, 14 y 15. Nunca, unos n?meros le han importado tanto: 11, 12, 14 y 15. Nunca, unos n?meros, le han hecho tanto da?o.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/terremoto-turquia-quedan-enterrados-muertos-82883546)