Reem
02-10-2023, 07:07 PM
El lugar es pac?fico, casi se podr?a decir que tranquilo. Las hojas de algunos cipreses y pinos le silban a la brisa gélida que le canta al lugar, mientras unos pocos p?jaros acompa?an la melod?a. A los lados, cayendo por las ramas, algo de nieve en v?as de derretirse se escabulle entre los ?rboles y se precipita en direcci?n al suelo.
All?, en la tierra, cientos la reciben, descansan. Algunos de ellos yacen aqu? desde hace a?os, décadas incluso. Otros, una minor?a muy mayoritaria, desde hace tan solo unos d?as. “Este viernes es el primer d?a que est? esto tranquilo. El primero desde el lunes. El jueves, todos los d?as anteriores… todo estaba lleno, familias enteras, much?sima gente. Todo rebosando”, dice Husein, vecino del pueblo de Sekeroba, en la provincia turca de Kahramanmaras; el*epicentro del*terremoto*del pasado lunes por la madrugada.
Alrededor del hombre, un cementerio cuyo tama?o rebasa toda expectativa: las l?pidas y tumbas antiguas son casi igualadas en n?mero por las nuevas,*construidas a toda prisa durante las ?ltimas horas. La tierra, los materiales, los nombres de los fallecidos lo delatan: no ha habido tiempo para explicar quién yace aqu?, quién descansa m?s abajo porque ya llegan otros. Sekeroba, un pueblo de 11.000 habitantes, ha perdido m?s de 800 de ellos en una semana.
“Las familias, como pueden, traen sus*fallecidos*al cementerio y ellos mismos los entierran. No hay ning?n servicio para ello. Hace unos d?as vino un fiscal al pueblo. Apunt? los nombres de los fallecidos que le dijeron y se fue. Ya est?. Esta noche, por ejemplo, ha habido*dos entierros.*En uno de ellos hab?a tres fallecidos. Eran una madre y sus dos hijos, que fueron encontrados muertos y abrazados. Sus cuerpos estaban unidos, hab?a un olor muy fuerte”, explica Hussein.
https://aglitk.com/clip/3383e56b-49d1-4aa8-bcd0-08a88d56833a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg |
Ciudades y pueblos
En el sureste de*Turqu?a, todo ha sido desigual. El total de muertos, entre Turqu?a y Siria, asciende ya a los*22.300, pero cada regi?n afectada ha recibido un castigo distinto; una pena rebajada o aumentada conforme la orograf?a y las placas tect?nicas que recorren el lugar. Pero en una misma zona, el trato también ha sido distinto: los equipos de*rescate*—turcos e internacionales— han llegado al lugar, pero se han centrado, sobre todo, en la entrega de*ayuda y las tareas de rescate*en las ciudades, donde hay, por supuesto, m?s gente*atrapada bajo las runas*y necesitada encima de ellas.
Los pueblos, también afectados, han sido casi abandonados. All?, la ayuda casi no ha llegado. “Hemos recibido agua, comida, algunas medicinas… todo esto lleg? hace tan solo un par de d?as —dice Aziz, vecino del pueblo del lado de Sekeroba, Beyoglu, también en la provincia de Kahramanmaras—. Ha venido ayuda en forma de comida, pero no hemos recibido tiendas suficientes, y esto es un problema. No tenemos*electricidad, ni productos sanitarios y de higiene*suficientes. Ir al ba?o est? siendo un problema, y si esto sigue as? podr?amos enfermar”.
La ayuda, dice Aziz, aunque tarde, ha llegado, gracias a Dios. Pero los equipos de rescate nunca lo hicieron. “Yo mismo saqué a*dos personas*[de los escombros]. Les hab?a ca?do su edificio encima, y los conseguimos sacar después de que falleciesen. Yo no saqué a nadie con vida, pero otros vecinos s? que consiguieron hacerlo. Aqu? y en otros pueblos… todos tuvieron que hacerlo con sus propios recursos”, dice Aziz, y que claro, que él lo entiende, que hay tantos da?os,*tantos muertos,*que es imposible llegar a todo, pero que igualmente uno no puede llegar a comprender lo que es sacar a un vecino muerto de unos escombros, en su pueblo, en su casa, su vecino.
Tiendas, tiendas, tiendas
Sekeroba, ahora, cinco d?as después del terremoto, se ha convertido en una*monta?a de ruinas,*techos en el suelo, salones y comedores tirados en la calle, gallinas y vacas entre escombros y, sobre todo, tiendas y hogueras rodeando toda la destrucci?n.
Pero son pocas, aseguran sus habitantes, muy pocas han llegado, y hacen falta muchas m?s tiendas para poder cobijar a todos. La mayor?a, cinco d?as después, sigue durmiendo a la intemperie: “?Por favor, por favor! D?gaselo a sus superiores. Les estamos agradecidos, de verdad, y necesitamos esta comida, pero de verdad que lo que m?s nos hace falta son tiendas, no hay suficientes, no hay para todos”, pide una mujer a un voluntario que, con su cami?n, ha tra?do bollos y pastas al pueblo.
A lo lejos, Halil, un padre de familia y ganadero local, mira la escena. El hombre tuvo suerte: su*casa, aunque ha quedado inutilizable, a?n aguanta en pie, aunque si se la mira con algo de fuerza las paredes podr?an ceder. El lunes, después del terremoto, Halil y su mujer pudieron volver al interior, armarse con*pl?sticos, telas, cuerdas: crearse su propia tienda de campa?a. Desde entonces, duermen all?.
“Por suerte ahora estamos bien. Con nuestras*gallinas*y la ayuda que recibimos tenemos todo lo que necesitamos para aguantar estos d?as —dice Halil—. Pero esa noche… En esa casa del fondo, la destrozada, hicimos agujeros desde el techo, as? lo intentamos, as?, como supimos. Un ni?o… una madre… el padre también… a todos los sacamos muertos”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/luto-turquia-familias-traen-fallecidos-82796990)
All?, en la tierra, cientos la reciben, descansan. Algunos de ellos yacen aqu? desde hace a?os, décadas incluso. Otros, una minor?a muy mayoritaria, desde hace tan solo unos d?as. “Este viernes es el primer d?a que est? esto tranquilo. El primero desde el lunes. El jueves, todos los d?as anteriores… todo estaba lleno, familias enteras, much?sima gente. Todo rebosando”, dice Husein, vecino del pueblo de Sekeroba, en la provincia turca de Kahramanmaras; el*epicentro del*terremoto*del pasado lunes por la madrugada.
Alrededor del hombre, un cementerio cuyo tama?o rebasa toda expectativa: las l?pidas y tumbas antiguas son casi igualadas en n?mero por las nuevas,*construidas a toda prisa durante las ?ltimas horas. La tierra, los materiales, los nombres de los fallecidos lo delatan: no ha habido tiempo para explicar quién yace aqu?, quién descansa m?s abajo porque ya llegan otros. Sekeroba, un pueblo de 11.000 habitantes, ha perdido m?s de 800 de ellos en una semana.
“Las familias, como pueden, traen sus*fallecidos*al cementerio y ellos mismos los entierran. No hay ning?n servicio para ello. Hace unos d?as vino un fiscal al pueblo. Apunt? los nombres de los fallecidos que le dijeron y se fue. Ya est?. Esta noche, por ejemplo, ha habido*dos entierros.*En uno de ellos hab?a tres fallecidos. Eran una madre y sus dos hijos, que fueron encontrados muertos y abrazados. Sus cuerpos estaban unidos, hab?a un olor muy fuerte”, explica Hussein.
https://aglitk.com/clip/3383e56b-49d1-4aa8-bcd0-08a88d56833a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg |
Ciudades y pueblos
En el sureste de*Turqu?a, todo ha sido desigual. El total de muertos, entre Turqu?a y Siria, asciende ya a los*22.300, pero cada regi?n afectada ha recibido un castigo distinto; una pena rebajada o aumentada conforme la orograf?a y las placas tect?nicas que recorren el lugar. Pero en una misma zona, el trato también ha sido distinto: los equipos de*rescate*—turcos e internacionales— han llegado al lugar, pero se han centrado, sobre todo, en la entrega de*ayuda y las tareas de rescate*en las ciudades, donde hay, por supuesto, m?s gente*atrapada bajo las runas*y necesitada encima de ellas.
Los pueblos, también afectados, han sido casi abandonados. All?, la ayuda casi no ha llegado. “Hemos recibido agua, comida, algunas medicinas… todo esto lleg? hace tan solo un par de d?as —dice Aziz, vecino del pueblo del lado de Sekeroba, Beyoglu, también en la provincia de Kahramanmaras—. Ha venido ayuda en forma de comida, pero no hemos recibido tiendas suficientes, y esto es un problema. No tenemos*electricidad, ni productos sanitarios y de higiene*suficientes. Ir al ba?o est? siendo un problema, y si esto sigue as? podr?amos enfermar”.
La ayuda, dice Aziz, aunque tarde, ha llegado, gracias a Dios. Pero los equipos de rescate nunca lo hicieron. “Yo mismo saqué a*dos personas*[de los escombros]. Les hab?a ca?do su edificio encima, y los conseguimos sacar después de que falleciesen. Yo no saqué a nadie con vida, pero otros vecinos s? que consiguieron hacerlo. Aqu? y en otros pueblos… todos tuvieron que hacerlo con sus propios recursos”, dice Aziz, y que claro, que él lo entiende, que hay tantos da?os,*tantos muertos,*que es imposible llegar a todo, pero que igualmente uno no puede llegar a comprender lo que es sacar a un vecino muerto de unos escombros, en su pueblo, en su casa, su vecino.
Tiendas, tiendas, tiendas
Sekeroba, ahora, cinco d?as después del terremoto, se ha convertido en una*monta?a de ruinas,*techos en el suelo, salones y comedores tirados en la calle, gallinas y vacas entre escombros y, sobre todo, tiendas y hogueras rodeando toda la destrucci?n.
Pero son pocas, aseguran sus habitantes, muy pocas han llegado, y hacen falta muchas m?s tiendas para poder cobijar a todos. La mayor?a, cinco d?as después, sigue durmiendo a la intemperie: “?Por favor, por favor! D?gaselo a sus superiores. Les estamos agradecidos, de verdad, y necesitamos esta comida, pero de verdad que lo que m?s nos hace falta son tiendas, no hay suficientes, no hay para todos”, pide una mujer a un voluntario que, con su cami?n, ha tra?do bollos y pastas al pueblo.
A lo lejos, Halil, un padre de familia y ganadero local, mira la escena. El hombre tuvo suerte: su*casa, aunque ha quedado inutilizable, a?n aguanta en pie, aunque si se la mira con algo de fuerza las paredes podr?an ceder. El lunes, después del terremoto, Halil y su mujer pudieron volver al interior, armarse con*pl?sticos, telas, cuerdas: crearse su propia tienda de campa?a. Desde entonces, duermen all?.
“Por suerte ahora estamos bien. Con nuestras*gallinas*y la ayuda que recibimos tenemos todo lo que necesitamos para aguantar estos d?as —dice Halil—. Pero esa noche… En esa casa del fondo, la destrozada, hicimos agujeros desde el techo, as? lo intentamos, as?, como supimos. Un ni?o… una madre… el padre también… a todos los sacamos muertos”.
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