Reem
02-10-2023, 08:04 AM
La existencia de criminales que matan repetidamente y de forma compulsiva se conoce desde los tiempos de Homero pero, oficialmente, la figura del asesino en serie existe desde que Robert K. Ressler le puso ese nombre en 1977. Durante sus 13 a?os de servicio en el FBI, a través de sus investigaciones e interrogatorios, revolucion? la criminolog?a explorando las mentes y las motivaciones de algunos de los homicidas m?s infames del siglo pasado, y después se dedic? a viajar por el mundo en calidad de consultor privado. Entretanto colabor? en el dise?o de Hannibal Lecter, personaje se?ero del escritor Thomas Harris, e inspir? uno de los protagonistas de ‘2666’, la monumental novela de*Roberto Bola?o; la serie 'Mindhunter', adem?s, recre? sus logros como agente federal mucho después de que él mismo los detallara en las p?ginas del ‘best seller’ 'El que lucha con monstruos' (1992). 'Dentro del monstruo', el libro que public? posteriormente a modo de continuaci?n y que vio la luz en Espa?a en 2003, vuelve ahora a las librer?as reeditado por Alba Editorial.
En él se recopilan las conclusiones que Ressler sac? de los casos en los que trabaj? tras dejar la polic?a, y que lo enfrentaron a formas particularmente pavorosas de depravaci?n. Sus p?ginas describen escenarios criminales, explican patrones y métodos de asesinatos y penetran en las mentes de sus perpetradores en busca de los sentimientos que los empujaban a seguir matando. Est?n plagadas de detalles s?rdidos -no son aptas para est?magos sensibles- y de numerosas evidencias tanto de la agudeza de su autor como de su proclividad a exhibirla para el lector.
Entendido como fen?meno social, indica 'Dentro del monstruo', el asesinato en serie surgi? hace unos 150 a?os, en buena medida como consecuencia de las interconexiones globales creadas por los medios de comunicaci?n, la difuminaci?n de las distinciones culturales y una creciente alienaci?n del individuo. “Lo que enturbia Estados Unidos -posiblemente el pa?s m?s ‘avanzado’ en cuanto a este tipo de violencia- se extiende a Gran Breta?a, a Jap?n, a la antigua Uni?n Soviética, a otros pa?ses altamente tecnificados e incluso a pa?ses menos desarrollados como Sud?frica”, afirma Ressler. “Las mismas pel?culas de acci?n y los mismos programas televisivos, los mismos teléfonos y otros equipos tecnol?gicos, y, muchas veces, los mismos materiales pornogr?ficos acent?an la similitud de los aspectos m?s oscuros de las culturas entrelazadas, esos aspectos que parecen albergar en su interior las semillas de la violencia”.
El libro dibuja un perfil muy n?tido del ‘serial killer’ protot?pico. Se trata de un var?n adulto que aqueja una vida sexual frustrante, que sufri? abusos de tipo emocional o f?sico y que suele masturbarse all? donde mata, usando para ello preferentemente un cuchillo. Los asesinos en serie son solitarios, crueles con los animales y unos fan?ticos del control absorbidos por fantas?as protagonizadas por cad?veres. Habitan entornos urbanos, porque las grandes ciudades ofrecen est?n llenas de presas f?ciles -prostitutas, adolescentes huidos, drogadictos, solteros solitarios- y de “oportunidades para que el asesino se mezcle entre la muchedumbre, se oculte y mantenga su anonimato”. Ressler concluye que no hay un tratamiento efectivo para estas personas. “No hay ninguna posibilidad de rehabilitarlas porque sus fantas?as no se pueden borrar ni alterar”. El autor, asimismo, invierte una energ?a extraordinaria en asociar a estos criminales con seres aberrados nacidos en el ?mbito de la literatura, el cine o el folclore, probablemente porque as?, despoj?ndolos de su humanidad, permite que el lector nutra sus inclinaciones m?s morbosas sin correr el riesgo de sentirse identificado con ellos.
Algunos de los individuos retratados en ‘Dentro del monstruo’ no resultar?n familiares m?s que a los ya versados en el mundo de los asesinos en serie; como el doctor Iwao Nomoto, que en 1994 lanz? mat? a su mujer y sus dos hijos porque mantenerlos le imped?a financiar su ludopat?a y el lujoso estilo de vida que ansiaba; o Norman Afzal, conocido como “el estrangulador de la estaci?n de tren”, que actu? en Ciudad del Cabo (Sud?frica) entre 1986 y 1993, y que viol? y mat? a una veintena de ni?os negros de entre 9 y 15 a?os. Pero aqu? las verdaderas estrellas -adem?s del propio Ressler- son dos sujetos tan célebres que ambos tienen su propia serie en Netflix. El libro, en efecto, reproduce ?ntegramente sendas entrevistas que el crimin?logo mantuvo con John Wayne Gacy -ejecutado en 1994 por la violaci?n y el asesinato de 33 hombres j?venes, algunos de ellos menores- y con Jeffrey Dahmer, confirmado como icono pop tras el estreno en 2022 de los 10 episodios de ‘Dahmer’.
Entre finales de los 70 y principios de los 90, el conocido como “can?bal de Milwaukee” cometi? el asesinato y desmembramiento de 17 hombres adultos o adolescentes, y posteriormente y muchos de sus cr?menes involucraron la necrofilia y la preservaci?n total o parcial del esqueleto de la v?ctima. “Conservar sus huesos era una manera de sentir que por lo menos hab?a salvado algo de su esencia, que no hab?a sido un desperdicio total matarlos”, confiesa Dahmer, que también tortur? a algunas de sus presas perforando agujeros en sus cr?neos con un taladro y vertiendo ?cido directamente en el cerebro con la intenci?n de “matar el intelecto de la persona, pero mantener el cuerpo vivo y obediente”. Con algunos de los cad?veres también practic? la antropofagia. “Guardé el coraz?n. Y los b?ceps (...) Los corté en pedazos peque?os, los lavé, los met? en bolsas de pl?stico herméticas y las guardé en el congelador (...) Después lo cociné, y me masturbé”, relata en el libro. “As? tuve la sensaci?n de que formaban m?s parte de m?. Sexualmente estimulante”.
?C?mo debe lidiar la sociedad con personas como Dahmer? En ‘Dentro del monstruo’, Ressler no ofrece verdaderas respuestas al respecto, pero s? invitaciones a la reflexi?n. “Cuando alguien est? loco, esperamos que tenga los ojos desorbitados, que babee y que no controle sus facultades. Sin embargo, hay muchos perturbados que parecen seres humanos cuerdos y funcionales”. La sociedad, a?ade, “no ha desarrollado un modo adecuado de tratarlos. Centrarse en conceptos como el bien y el mal no es ni una aproximaci?n siquiera a la compleja realidad” de lo que hicieron.
La empat?a que esas palabras sugieren queda confirmada en otros pasajes del libro, en los que el autor se muestra inc?modamente consciente de las conexiones entre los monstruos y sus cazadores. En uno de ellos, por ejemplo, Ressler se sincera sobre los v?nculos biogr?ficos que mantiene con Gacy: “Nos hab?amos criado a cuatro manzanas de distancia. Gacy me recordaba de cuando él hac?a el reparto de la tienda de comestibles de la cadena IGA, donde mi madre sol?a comprar, y se acordaba de mi casa por unas macetas especiales que ten?amos en el patio; adem?s, los grupos de boyscouts a los que pertenec?amos por separado se reun?an semanalmente en la misma casa de campo, cerca de unas instalaciones deportivas, y frecuent?bamos el mismo cine”. Y en otro, al recordar su entrevista con Dahmer, escribe: “Incluso insinu? que yo habr?a sido un buen asesino en serie. Le respond? que llevaba mucho tiempo entre criminales. Y nos re?mos”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/quiso-asesinos-serie-82757123)
En él se recopilan las conclusiones que Ressler sac? de los casos en los que trabaj? tras dejar la polic?a, y que lo enfrentaron a formas particularmente pavorosas de depravaci?n. Sus p?ginas describen escenarios criminales, explican patrones y métodos de asesinatos y penetran en las mentes de sus perpetradores en busca de los sentimientos que los empujaban a seguir matando. Est?n plagadas de detalles s?rdidos -no son aptas para est?magos sensibles- y de numerosas evidencias tanto de la agudeza de su autor como de su proclividad a exhibirla para el lector.
Entendido como fen?meno social, indica 'Dentro del monstruo', el asesinato en serie surgi? hace unos 150 a?os, en buena medida como consecuencia de las interconexiones globales creadas por los medios de comunicaci?n, la difuminaci?n de las distinciones culturales y una creciente alienaci?n del individuo. “Lo que enturbia Estados Unidos -posiblemente el pa?s m?s ‘avanzado’ en cuanto a este tipo de violencia- se extiende a Gran Breta?a, a Jap?n, a la antigua Uni?n Soviética, a otros pa?ses altamente tecnificados e incluso a pa?ses menos desarrollados como Sud?frica”, afirma Ressler. “Las mismas pel?culas de acci?n y los mismos programas televisivos, los mismos teléfonos y otros equipos tecnol?gicos, y, muchas veces, los mismos materiales pornogr?ficos acent?an la similitud de los aspectos m?s oscuros de las culturas entrelazadas, esos aspectos que parecen albergar en su interior las semillas de la violencia”.
El libro dibuja un perfil muy n?tido del ‘serial killer’ protot?pico. Se trata de un var?n adulto que aqueja una vida sexual frustrante, que sufri? abusos de tipo emocional o f?sico y que suele masturbarse all? donde mata, usando para ello preferentemente un cuchillo. Los asesinos en serie son solitarios, crueles con los animales y unos fan?ticos del control absorbidos por fantas?as protagonizadas por cad?veres. Habitan entornos urbanos, porque las grandes ciudades ofrecen est?n llenas de presas f?ciles -prostitutas, adolescentes huidos, drogadictos, solteros solitarios- y de “oportunidades para que el asesino se mezcle entre la muchedumbre, se oculte y mantenga su anonimato”. Ressler concluye que no hay un tratamiento efectivo para estas personas. “No hay ninguna posibilidad de rehabilitarlas porque sus fantas?as no se pueden borrar ni alterar”. El autor, asimismo, invierte una energ?a extraordinaria en asociar a estos criminales con seres aberrados nacidos en el ?mbito de la literatura, el cine o el folclore, probablemente porque as?, despoj?ndolos de su humanidad, permite que el lector nutra sus inclinaciones m?s morbosas sin correr el riesgo de sentirse identificado con ellos.
Algunos de los individuos retratados en ‘Dentro del monstruo’ no resultar?n familiares m?s que a los ya versados en el mundo de los asesinos en serie; como el doctor Iwao Nomoto, que en 1994 lanz? mat? a su mujer y sus dos hijos porque mantenerlos le imped?a financiar su ludopat?a y el lujoso estilo de vida que ansiaba; o Norman Afzal, conocido como “el estrangulador de la estaci?n de tren”, que actu? en Ciudad del Cabo (Sud?frica) entre 1986 y 1993, y que viol? y mat? a una veintena de ni?os negros de entre 9 y 15 a?os. Pero aqu? las verdaderas estrellas -adem?s del propio Ressler- son dos sujetos tan célebres que ambos tienen su propia serie en Netflix. El libro, en efecto, reproduce ?ntegramente sendas entrevistas que el crimin?logo mantuvo con John Wayne Gacy -ejecutado en 1994 por la violaci?n y el asesinato de 33 hombres j?venes, algunos de ellos menores- y con Jeffrey Dahmer, confirmado como icono pop tras el estreno en 2022 de los 10 episodios de ‘Dahmer’.
Entre finales de los 70 y principios de los 90, el conocido como “can?bal de Milwaukee” cometi? el asesinato y desmembramiento de 17 hombres adultos o adolescentes, y posteriormente y muchos de sus cr?menes involucraron la necrofilia y la preservaci?n total o parcial del esqueleto de la v?ctima. “Conservar sus huesos era una manera de sentir que por lo menos hab?a salvado algo de su esencia, que no hab?a sido un desperdicio total matarlos”, confiesa Dahmer, que también tortur? a algunas de sus presas perforando agujeros en sus cr?neos con un taladro y vertiendo ?cido directamente en el cerebro con la intenci?n de “matar el intelecto de la persona, pero mantener el cuerpo vivo y obediente”. Con algunos de los cad?veres también practic? la antropofagia. “Guardé el coraz?n. Y los b?ceps (...) Los corté en pedazos peque?os, los lavé, los met? en bolsas de pl?stico herméticas y las guardé en el congelador (...) Después lo cociné, y me masturbé”, relata en el libro. “As? tuve la sensaci?n de que formaban m?s parte de m?. Sexualmente estimulante”.
?C?mo debe lidiar la sociedad con personas como Dahmer? En ‘Dentro del monstruo’, Ressler no ofrece verdaderas respuestas al respecto, pero s? invitaciones a la reflexi?n. “Cuando alguien est? loco, esperamos que tenga los ojos desorbitados, que babee y que no controle sus facultades. Sin embargo, hay muchos perturbados que parecen seres humanos cuerdos y funcionales”. La sociedad, a?ade, “no ha desarrollado un modo adecuado de tratarlos. Centrarse en conceptos como el bien y el mal no es ni una aproximaci?n siquiera a la compleja realidad” de lo que hicieron.
La empat?a que esas palabras sugieren queda confirmada en otros pasajes del libro, en los que el autor se muestra inc?modamente consciente de las conexiones entre los monstruos y sus cazadores. En uno de ellos, por ejemplo, Ressler se sincera sobre los v?nculos biogr?ficos que mantiene con Gacy: “Nos hab?amos criado a cuatro manzanas de distancia. Gacy me recordaba de cuando él hac?a el reparto de la tienda de comestibles de la cadena IGA, donde mi madre sol?a comprar, y se acordaba de mi casa por unas macetas especiales que ten?amos en el patio; adem?s, los grupos de boyscouts a los que pertenec?amos por separado se reun?an semanalmente en la misma casa de campo, cerca de unas instalaciones deportivas, y frecuent?bamos el mismo cine”. Y en otro, al recordar su entrevista con Dahmer, escribe: “Incluso insinu? que yo habr?a sido un buen asesino en serie. Le respond? que llevaba mucho tiempo entre criminales. Y nos re?mos”.
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