Reem
02-09-2023, 02:35 PM
Mario Vargas Llosa, escritor peruano, disc?pulo apasionado de Gustave Flaubert, ingres? esta tarde del 9 de febrero de 2023, a punto de cumplir los 87 a?os, en la Académie Française, el mayor templo literario de esta lengua. Lo hizo con un discurso en el que reclam? para la novela, el arte que lo llev? al premio Nobel en 2010, un papel decisivo en el pasado y en el futuro de la humanidad. Flaubert fue su espejo y en este acto fue su impar acompa?ante.
Ante las autoridades de la principal instituci?n literaria del pa?s que adopt? como su referencia de escritor en 1956, cuando ten?a veinte a?os, y ante autoridades francesas y espa?olas, entre las cuales estaba el rey emérito, Juan Carlos de Borb?n, adem?s de la familia Vargas Llosa al completo, aquel Zavalita que le sirvi? para mezclar experiencia y ficci?n en 'Conversaci?n en La Catedral' expres? su pasi?n por la novela como elemento consustancial de la democracia.
Fue recibido con honores institucionales y literarios, como si el propio reino francés de las letras le estuviera agradeciendo que se fijara en este pa?s para pasear por el mundo su admiraci?n de escritor enamorado de la literatura creada en esta lengua. Quien se encarg? de hacer su elogio, Daniel Rondeau, dijo que Vargas Llosa representa una figura literaria singular que jam?s “ha soltado el hilo de sus formidables aventuras novelescas”. Su decisi?n de intervenir en la pol?tica de su pa?s, un acto fallido que lo atrajo de nuevo a la literatura y, adem?s, a Par?s, signific? un gesto de generosidad. Pero “ese d?a en que acept? dar ese salto usted toc? en la puerta de la desgracia”, como se dice en una de las p?ginas m?s brillantes de uno de sus escritores preferidos, Albert Camus, en 'El extranjero'.
Esa actuaci?n civil del escritor, le dijo Rondeau, responde a su “relaci?n compleja con la utop?a”, reflejada desde el principio en 'La ciudad y los perros' o, m?s adelante, en 'La fiesta del Chivo', una novela sobre “ese manto de hierro echado sobre un pueblo al que se encadena al mismo tiempo que se le presiona para perder su alma”. Cada libro de Vargas Llosa, dijo su exégeta en la Academia Francesa, “es a la vez un escudo contra el tiempo que pasa y la espada del que permanece a la b?squeda de una cierta idea del infinito”. Jorge Luis Borges form? parte de esta valoraci?n literaria del nuevo 'inmortal'. “Borges representa todo lo que Sartre le hab?a ense?ado a odiar: el escritor altivo que desprecia la pol?tica y el fango del mundo real. Usted le?a a Borges en secreto durante sus a?os en Par?s, extra?a de su lector un placer ambiguo. Hoy los libros de Sartre se le caen de las manos, pero su admiraci?n por Borges sigue intacta”. Este fue el ?ltimo episodio del elogio: “Querido Mario Vargas Llosa, usted est? aqu? en su casa, en nuestra obstinada tribu de ef?meros inmortales”.
El nuevo "inmortal ef?mero", el peruano que también es espa?ol, dio su carta de batalla por la literatura que all? se celebraba, como hace decenios dio la batalla por 'Tirant lo Blanc', con la misma pasi?n también con la que se ocup? de Juan Carlos Onetti o William Faulkner, en el territorio y la imaginaci?n que lo cautiv? desde antes de 1956 y hasta ahora mismo.
Alternando sus referencias a los héroes franceses de su juventud y de siempre (Gustave Flaubert, Victor Hugo, Jean Paul Sartre, Albert Camus…), y después de haber situado en la historia de la literatura a Michel Serres, narrador al que sigue en el sill?n que le corresponde en la docta instituci?n, Vargas Llosa se puso el traje del novelista y el del periodista a la vez y explic? en este p?rrafo el doble compromiso que ha marcado su vida: la literatura y la democracia. Dijo el escritor peruano: “La novela salvar? a la democracia o se sepultar? con ella y desaparecer?. Quedar? siempre, c?mo no, esa caricatura que los pa?ses totalitarios hacen pasar por novelas, pero que est?n all?, solo después de atravesar la censura que las mutila, para apuntalar las instituciones fantasmag?ricas de semejantes caricaturas de democracia de la que es ejemplar la Rusia de Putin atacando a la infeliz Ucrania”.
El Nobel peruano, enviado especial a pa?ses en penuria o en guerra, como el Congo, Palestina, Israel y otros lugares cuyos conflictos avivaron su primera experiencia de periodista, se refiri? al actual episodio de guerra en Europa subrayando la valent?a con la que Ucrania resiste, pese a la “superioridad militar” rusa, “a sus bombas at?micas y a sus ejércitos multitudinarios”. Cronista y novelista a la vez, explic? su visi?n del momento que vive el pa?s acosado: “Como en las novelas, aqu? los débiles derrotan a los fuertes pues la justicia de su causa es infinitamente m?s grande que la de estos ?ltimos, los supuestamente poderosos”.
“Como en la literatura”, a?adi? Vargas Llosa, “las cosas se hacen bien y confirman una justicia inmanente que s?lo existe, est? dem?s decirlo, en nuestros sue?os”. Aqu? introdujo Vargas Llosa, como teor?a y pr?ctica de la novela, lo que puede ser el resumen de su propia manera de abordar el género que lo ha llevado a ser una figura mundial de la literatura. “?C?mo puede una novela conmover esa historia que se hace cada d?a?”, se pregunt?. “Simplemente existiendo, llenando de aspiraciones y deseos a los lectores, inoculando en ellos el virus de la ambici?n y la osad?a fant?stica de una vida mejor, o en todo caso distinta, como las que descubrimos en los libros de Flaubert, de V?ctor Hugo, de Gide o de Cèline –ese gran autor y ruin persona que ten?a dos manos, una para escribir con genio ese viaje al final de la noche y otra para alimentar el odio contra los jud?os”.
Su gratitud a Gustave Flaubert alcanz? en su discurso el tenor de una autobiograf?a. Cuando vino a Par?s, a recoger el primer premio de su vida, fue a su tumba a rendirle gratitud; el ?ltimo libro que reley?, antes de este nuevo viaje a Par?s, fue la 'Madame Bovary' en la primera edici?n con la que le esperaba su hijo ?lvaro, y el discurso de este mediod?a fue una nueva rendici?n de cuentas al “solitario de Croisset que me ayud? a ser el escritor que soy”. Fue en 1959. La misma noche de su encuentro con la ciudad en la que ayer recib?a este homenaje fue a comprar ese libro que constituy? para él “un sue?o del que nunca he despertado”. "Deslumbrado”, dijo, “por la elegancia y la precisi?n con la que escrib?a Flaubert, lo le? y lo rele? todo, de principio a fin, quiero decir, estudié sus novelas y sus cuentos y su correspondencia”, hasta el punto de que realiz? aquel viaje a la tumba del maestro para rendir cuentas sentimentales de su deuda, la suya y la que le debe “la novela moderna”.
La pasi?n por Flaubert fue “un descubrimiento acaso m?s importante que los rebuscamientos y travesuras formales de Joyce en el Ulises, aunque el propio Flaubert no fuera totalmente consciente de aquella revoluci?n que provoc? en los cinco a?os que trabaj? en 'Madame Bovary', invent?ndose una enfermedad prolongada, para aplacar al atinado cirujano que era su padre y que aspiraba, c?mo no, a dotar a su hijo de una profesi?n liberal”.
Esa evocaci?n, que en este caso tiene que ver con el escritor de su vida, remite también a su autobiograf?a. En sus memorias, 'El pez en el agua', recuerda Vargas Llosa hasta qué punto su padre trat? de impedir que fuera un escritor. Lo someti? a todo tipo de presiones cuando regres? a su casa de la que estuvo separado mientras el hijo era enga?ado por su madre, que le insist?a en que su padre hab?a muerto. El padre inst? a Mario a dejar lecturas y otras actividades que él consideraba mariconadas. Lo oblig?, adem?s, a estudiar en el internado del Colegio Militar Leoncio Prado, pero no pudo impedir que aquella pasi?n que hab?a alimentado sin querer su madre (dejaba a la vista poemas de Pablo Neruda que el muchacho le?a ?vidamente) fuera la que se aviv? en Par?s y la que ahora lo lleva a cosechar, también en Par?s, uno de los m?s grandes premios de su vida. Vargas Llosa cuenta en aquellas memorias que aquel padre reticente al talento del hijo llevaba en la cartera, y eso se descubri? a su muerte, un recorte de la revista Time elogiando una novela del ex alumno del Leoncio Prado.
Fue este discurso parisino un elogio a Francia, a su literatura, y a la novela. La novela tal como la concibieron sus maestros, en concreto los franceses, entre los cuales Balzac, Stendhal, Zola o Alejandro Dumas est?n escalones por debajo del maestro al que llev? flores cuando era un muchacho al que aun no apodaban Zavalita. “La literatura francesa”, dijo, “ha hecho so?ar al mundo entero con otro mundo mejor (…) y ha hecho posible que ese sue?o se fuera convirtiendo en realidad en las democracias del mundo. (…) Nada se ha inventado hasta ahora como la novela para mantener vivo el sue?o de una sociedad mejor que ésta en que vivimos”.
Hubo referencias a otros autores de otras lenguas (con menci?n, por supuesto, a Cervantes), pero él incidi? en la personalidad abrumadora de los autores franceses que hab?a mencionado. Pues esta literatura que ahora homenajea es “la m?s osada, la m?s libre, la que construye mundos a partir de los derechos humanos, la que da orden y claridad a la vida de las palabras, la que osa romper con los valores existentes, la que se insubordina a la actualidad, a la que regula y administra los sue?os de los seres humanos”.
Fue un manifiesto, una carta de batalla por Flaubert y los herederos de éste, entre los que él se cuenta, una canci?n de afecto por la pasi?n que lo hizo el hombre que es, consciente de que “una vida sin literatura ser?a horrible, siniestra, una rutina intolerable”.
Viaje privado
Cuando vino por primera vez a Par?s, Vargas Llosa aun no hab?a escrito sus grandes obras, pero sab?a cu?l ser?a la fuente de su inspiraci?n. Aqu? fue premiado en un concurso arbitrado en Per?, vivi? el sue?o de escribir y se contagi? de la atm?sfera que este mediod?a le devolv?a la esencia de lo que buscaba: el reconocimiento literario. Cuarenta a?os después volvi? de Per? habiendo sido derrotado en el ejercicio de una pasi?n, la pol?tica, que le fue esquiva. Tras la derrota en su aspiraci?n a ser presidente de su pa?s, se instal? en Par?s; lleg? m?s flaco, atribulado, diciendo que se cre?a liberado para la literatura y reconocido a Luis de G?ngora, cuya poes?a alivi? las tribulaciones de campa?as electorales que fueron feroces.
En aquel regreso a Par?s parec?a desmejorado, con el cuerpo golpeado por el tiempo pasado, y se puso a escribir 'El pez en el agua', su desahogo mayor, donde cont? las ri?as con su padre, su pasi?n francesa, sus enamoramientos y sus rupturas, y naturalmente su pasi?n por Par?s, su renovada iluminaci?n literaria, y su decepci?n por la aventura pol?tica.
A?os después, en 2010, gan? el Nobel. Ah? su destino fue Estocolmo. La fiesta que le rindieron su pa?s, sus amigos, su familia, sus l?grimas en el momento en que cit? a su mujer, su prima Patricia Llosa, marc? unas jornadas en las que no pudo evitar, adem?s de esa emoci?n familiar, el susto que vive en su cuerpo desde que descubri? que su padre s? exist?a e iba a hacerle la vida imposible.
No se entend?a entonces, sino fuera por ese da?o psicol?gico que describe en 'El pez en el agua', que justo el d?a en que iba a dar su discurso de Nobel perdiera por completo la voz y anduviera como alma en pena en busca de un remedio que enseguida ser?a una inyecci?n milagrosa.
Y Par?s, ahora, no es solo una ciudad a la que ingresa para ser ungido como heredero de Flaubert, al que busc? siempre. Hace ocho a?os abandon? el hogar de su familia, de Patricia y los hijos, para vivir una relaci?n con Isabel Preysler. Esa relaci?n, que termin? en diciembre, rompi? durante un tiempo sus relaciones m?s directas y gener? un importante trauma familiar. La decisi?n de Vargas Llosa de devolverse a su casa de Madrid, en la calle Flora, caus? un enorme revuelo informativo y de opini?n alimentado sobre todo por la prensa del coraz?n y algunos diarios cl?sicos.
Ni él ni otros miembros de su familia han dicho nada de este proceso de retorno del padre a una relaci?n normal con la exmujer y con los hijos. Menos ellos, los padres y los hijos, puede decirse que, al menos en Espa?a, nadie ha dejado de decir lo que quisiera, con informaci?n que parec?a sacada de las especulaciones. ?l se ha limitado a decir que no se arrepiente de nada y que el mundo en que hab?a estado viviendo en este periodo de ocho a?os de separaci?n “no era mi mundo”. El resto de su familia, sobre todo el hijo ?lvaro, ha hecho un seguimiento en im?genes de la vida de su padre desde que volvi? a vivir en la anterior casa familiar, que siempre estuvo dispuesta para ser habitada.
La expresi?n p?blica, concreta, de esa reinserci?n familiar se ha visto estos d?as, c?mo no, en Par?s. Ha habido celebraciones familiares (el cumplea?os de una nieta) y otras fotograf?as que rescatan la normalidad de un grupo afectivo que en un tiempo pareci? irrompible y que ahora forma parte otra vez de una fotograf?a completa a la que, simb?licamente, se ha sumado el retrato de Flaubert, que este mediod?a parec?a también un antepasado del premio Nobel peruano.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/vargas-llosa-discurso-academie-francaise-82725800)
Ante las autoridades de la principal instituci?n literaria del pa?s que adopt? como su referencia de escritor en 1956, cuando ten?a veinte a?os, y ante autoridades francesas y espa?olas, entre las cuales estaba el rey emérito, Juan Carlos de Borb?n, adem?s de la familia Vargas Llosa al completo, aquel Zavalita que le sirvi? para mezclar experiencia y ficci?n en 'Conversaci?n en La Catedral' expres? su pasi?n por la novela como elemento consustancial de la democracia.
Fue recibido con honores institucionales y literarios, como si el propio reino francés de las letras le estuviera agradeciendo que se fijara en este pa?s para pasear por el mundo su admiraci?n de escritor enamorado de la literatura creada en esta lengua. Quien se encarg? de hacer su elogio, Daniel Rondeau, dijo que Vargas Llosa representa una figura literaria singular que jam?s “ha soltado el hilo de sus formidables aventuras novelescas”. Su decisi?n de intervenir en la pol?tica de su pa?s, un acto fallido que lo atrajo de nuevo a la literatura y, adem?s, a Par?s, signific? un gesto de generosidad. Pero “ese d?a en que acept? dar ese salto usted toc? en la puerta de la desgracia”, como se dice en una de las p?ginas m?s brillantes de uno de sus escritores preferidos, Albert Camus, en 'El extranjero'.
Esa actuaci?n civil del escritor, le dijo Rondeau, responde a su “relaci?n compleja con la utop?a”, reflejada desde el principio en 'La ciudad y los perros' o, m?s adelante, en 'La fiesta del Chivo', una novela sobre “ese manto de hierro echado sobre un pueblo al que se encadena al mismo tiempo que se le presiona para perder su alma”. Cada libro de Vargas Llosa, dijo su exégeta en la Academia Francesa, “es a la vez un escudo contra el tiempo que pasa y la espada del que permanece a la b?squeda de una cierta idea del infinito”. Jorge Luis Borges form? parte de esta valoraci?n literaria del nuevo 'inmortal'. “Borges representa todo lo que Sartre le hab?a ense?ado a odiar: el escritor altivo que desprecia la pol?tica y el fango del mundo real. Usted le?a a Borges en secreto durante sus a?os en Par?s, extra?a de su lector un placer ambiguo. Hoy los libros de Sartre se le caen de las manos, pero su admiraci?n por Borges sigue intacta”. Este fue el ?ltimo episodio del elogio: “Querido Mario Vargas Llosa, usted est? aqu? en su casa, en nuestra obstinada tribu de ef?meros inmortales”.
El nuevo "inmortal ef?mero", el peruano que también es espa?ol, dio su carta de batalla por la literatura que all? se celebraba, como hace decenios dio la batalla por 'Tirant lo Blanc', con la misma pasi?n también con la que se ocup? de Juan Carlos Onetti o William Faulkner, en el territorio y la imaginaci?n que lo cautiv? desde antes de 1956 y hasta ahora mismo.
Alternando sus referencias a los héroes franceses de su juventud y de siempre (Gustave Flaubert, Victor Hugo, Jean Paul Sartre, Albert Camus…), y después de haber situado en la historia de la literatura a Michel Serres, narrador al que sigue en el sill?n que le corresponde en la docta instituci?n, Vargas Llosa se puso el traje del novelista y el del periodista a la vez y explic? en este p?rrafo el doble compromiso que ha marcado su vida: la literatura y la democracia. Dijo el escritor peruano: “La novela salvar? a la democracia o se sepultar? con ella y desaparecer?. Quedar? siempre, c?mo no, esa caricatura que los pa?ses totalitarios hacen pasar por novelas, pero que est?n all?, solo después de atravesar la censura que las mutila, para apuntalar las instituciones fantasmag?ricas de semejantes caricaturas de democracia de la que es ejemplar la Rusia de Putin atacando a la infeliz Ucrania”.
El Nobel peruano, enviado especial a pa?ses en penuria o en guerra, como el Congo, Palestina, Israel y otros lugares cuyos conflictos avivaron su primera experiencia de periodista, se refiri? al actual episodio de guerra en Europa subrayando la valent?a con la que Ucrania resiste, pese a la “superioridad militar” rusa, “a sus bombas at?micas y a sus ejércitos multitudinarios”. Cronista y novelista a la vez, explic? su visi?n del momento que vive el pa?s acosado: “Como en las novelas, aqu? los débiles derrotan a los fuertes pues la justicia de su causa es infinitamente m?s grande que la de estos ?ltimos, los supuestamente poderosos”.
“Como en la literatura”, a?adi? Vargas Llosa, “las cosas se hacen bien y confirman una justicia inmanente que s?lo existe, est? dem?s decirlo, en nuestros sue?os”. Aqu? introdujo Vargas Llosa, como teor?a y pr?ctica de la novela, lo que puede ser el resumen de su propia manera de abordar el género que lo ha llevado a ser una figura mundial de la literatura. “?C?mo puede una novela conmover esa historia que se hace cada d?a?”, se pregunt?. “Simplemente existiendo, llenando de aspiraciones y deseos a los lectores, inoculando en ellos el virus de la ambici?n y la osad?a fant?stica de una vida mejor, o en todo caso distinta, como las que descubrimos en los libros de Flaubert, de V?ctor Hugo, de Gide o de Cèline –ese gran autor y ruin persona que ten?a dos manos, una para escribir con genio ese viaje al final de la noche y otra para alimentar el odio contra los jud?os”.
Su gratitud a Gustave Flaubert alcanz? en su discurso el tenor de una autobiograf?a. Cuando vino a Par?s, a recoger el primer premio de su vida, fue a su tumba a rendirle gratitud; el ?ltimo libro que reley?, antes de este nuevo viaje a Par?s, fue la 'Madame Bovary' en la primera edici?n con la que le esperaba su hijo ?lvaro, y el discurso de este mediod?a fue una nueva rendici?n de cuentas al “solitario de Croisset que me ayud? a ser el escritor que soy”. Fue en 1959. La misma noche de su encuentro con la ciudad en la que ayer recib?a este homenaje fue a comprar ese libro que constituy? para él “un sue?o del que nunca he despertado”. "Deslumbrado”, dijo, “por la elegancia y la precisi?n con la que escrib?a Flaubert, lo le? y lo rele? todo, de principio a fin, quiero decir, estudié sus novelas y sus cuentos y su correspondencia”, hasta el punto de que realiz? aquel viaje a la tumba del maestro para rendir cuentas sentimentales de su deuda, la suya y la que le debe “la novela moderna”.
La pasi?n por Flaubert fue “un descubrimiento acaso m?s importante que los rebuscamientos y travesuras formales de Joyce en el Ulises, aunque el propio Flaubert no fuera totalmente consciente de aquella revoluci?n que provoc? en los cinco a?os que trabaj? en 'Madame Bovary', invent?ndose una enfermedad prolongada, para aplacar al atinado cirujano que era su padre y que aspiraba, c?mo no, a dotar a su hijo de una profesi?n liberal”.
Esa evocaci?n, que en este caso tiene que ver con el escritor de su vida, remite también a su autobiograf?a. En sus memorias, 'El pez en el agua', recuerda Vargas Llosa hasta qué punto su padre trat? de impedir que fuera un escritor. Lo someti? a todo tipo de presiones cuando regres? a su casa de la que estuvo separado mientras el hijo era enga?ado por su madre, que le insist?a en que su padre hab?a muerto. El padre inst? a Mario a dejar lecturas y otras actividades que él consideraba mariconadas. Lo oblig?, adem?s, a estudiar en el internado del Colegio Militar Leoncio Prado, pero no pudo impedir que aquella pasi?n que hab?a alimentado sin querer su madre (dejaba a la vista poemas de Pablo Neruda que el muchacho le?a ?vidamente) fuera la que se aviv? en Par?s y la que ahora lo lleva a cosechar, también en Par?s, uno de los m?s grandes premios de su vida. Vargas Llosa cuenta en aquellas memorias que aquel padre reticente al talento del hijo llevaba en la cartera, y eso se descubri? a su muerte, un recorte de la revista Time elogiando una novela del ex alumno del Leoncio Prado.
Fue este discurso parisino un elogio a Francia, a su literatura, y a la novela. La novela tal como la concibieron sus maestros, en concreto los franceses, entre los cuales Balzac, Stendhal, Zola o Alejandro Dumas est?n escalones por debajo del maestro al que llev? flores cuando era un muchacho al que aun no apodaban Zavalita. “La literatura francesa”, dijo, “ha hecho so?ar al mundo entero con otro mundo mejor (…) y ha hecho posible que ese sue?o se fuera convirtiendo en realidad en las democracias del mundo. (…) Nada se ha inventado hasta ahora como la novela para mantener vivo el sue?o de una sociedad mejor que ésta en que vivimos”.
Hubo referencias a otros autores de otras lenguas (con menci?n, por supuesto, a Cervantes), pero él incidi? en la personalidad abrumadora de los autores franceses que hab?a mencionado. Pues esta literatura que ahora homenajea es “la m?s osada, la m?s libre, la que construye mundos a partir de los derechos humanos, la que da orden y claridad a la vida de las palabras, la que osa romper con los valores existentes, la que se insubordina a la actualidad, a la que regula y administra los sue?os de los seres humanos”.
Fue un manifiesto, una carta de batalla por Flaubert y los herederos de éste, entre los que él se cuenta, una canci?n de afecto por la pasi?n que lo hizo el hombre que es, consciente de que “una vida sin literatura ser?a horrible, siniestra, una rutina intolerable”.
Viaje privado
Cuando vino por primera vez a Par?s, Vargas Llosa aun no hab?a escrito sus grandes obras, pero sab?a cu?l ser?a la fuente de su inspiraci?n. Aqu? fue premiado en un concurso arbitrado en Per?, vivi? el sue?o de escribir y se contagi? de la atm?sfera que este mediod?a le devolv?a la esencia de lo que buscaba: el reconocimiento literario. Cuarenta a?os después volvi? de Per? habiendo sido derrotado en el ejercicio de una pasi?n, la pol?tica, que le fue esquiva. Tras la derrota en su aspiraci?n a ser presidente de su pa?s, se instal? en Par?s; lleg? m?s flaco, atribulado, diciendo que se cre?a liberado para la literatura y reconocido a Luis de G?ngora, cuya poes?a alivi? las tribulaciones de campa?as electorales que fueron feroces.
En aquel regreso a Par?s parec?a desmejorado, con el cuerpo golpeado por el tiempo pasado, y se puso a escribir 'El pez en el agua', su desahogo mayor, donde cont? las ri?as con su padre, su pasi?n francesa, sus enamoramientos y sus rupturas, y naturalmente su pasi?n por Par?s, su renovada iluminaci?n literaria, y su decepci?n por la aventura pol?tica.
A?os después, en 2010, gan? el Nobel. Ah? su destino fue Estocolmo. La fiesta que le rindieron su pa?s, sus amigos, su familia, sus l?grimas en el momento en que cit? a su mujer, su prima Patricia Llosa, marc? unas jornadas en las que no pudo evitar, adem?s de esa emoci?n familiar, el susto que vive en su cuerpo desde que descubri? que su padre s? exist?a e iba a hacerle la vida imposible.
No se entend?a entonces, sino fuera por ese da?o psicol?gico que describe en 'El pez en el agua', que justo el d?a en que iba a dar su discurso de Nobel perdiera por completo la voz y anduviera como alma en pena en busca de un remedio que enseguida ser?a una inyecci?n milagrosa.
Y Par?s, ahora, no es solo una ciudad a la que ingresa para ser ungido como heredero de Flaubert, al que busc? siempre. Hace ocho a?os abandon? el hogar de su familia, de Patricia y los hijos, para vivir una relaci?n con Isabel Preysler. Esa relaci?n, que termin? en diciembre, rompi? durante un tiempo sus relaciones m?s directas y gener? un importante trauma familiar. La decisi?n de Vargas Llosa de devolverse a su casa de Madrid, en la calle Flora, caus? un enorme revuelo informativo y de opini?n alimentado sobre todo por la prensa del coraz?n y algunos diarios cl?sicos.
Ni él ni otros miembros de su familia han dicho nada de este proceso de retorno del padre a una relaci?n normal con la exmujer y con los hijos. Menos ellos, los padres y los hijos, puede decirse que, al menos en Espa?a, nadie ha dejado de decir lo que quisiera, con informaci?n que parec?a sacada de las especulaciones. ?l se ha limitado a decir que no se arrepiente de nada y que el mundo en que hab?a estado viviendo en este periodo de ocho a?os de separaci?n “no era mi mundo”. El resto de su familia, sobre todo el hijo ?lvaro, ha hecho un seguimiento en im?genes de la vida de su padre desde que volvi? a vivir en la anterior casa familiar, que siempre estuvo dispuesta para ser habitada.
La expresi?n p?blica, concreta, de esa reinserci?n familiar se ha visto estos d?as, c?mo no, en Par?s. Ha habido celebraciones familiares (el cumplea?os de una nieta) y otras fotograf?as que rescatan la normalidad de un grupo afectivo que en un tiempo pareci? irrompible y que ahora forma parte otra vez de una fotograf?a completa a la que, simb?licamente, se ha sumado el retrato de Flaubert, que este mediod?a parec?a también un antepasado del premio Nobel peruano.*
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