Reem
08-01-2023, 10:19 AM
?D?nde est? el lugar en el mundo de una viajera? ?De alguien que dice no tener un hogar en ning?n sitio pero s? una casa? Patricia Almarcegui, como autora de libros de viajes, que sabe que en su caso los lugares condicionan la narraci?n, proclama que su casa est? en Menorca, que es el lugar donde escribe, aunque su otra gran querencia geogr?fica esté a kil?metros de distancia. En Ir?n, un pa?s que la sedujo al realizar un largo periplo por Oriente Pr?ximo tras haber estudiado ?rabe. Entre estos dos puntos geogr?ficos transcurre buena parte de la vida de esta profesora de literatura comparada, experta en orientalismo, que naci? en Zaragoza hace 53 a?os –“Quiz? el desierto aragonés me ense?? a amar el paisaje, la luz y los colores de Ir?n”, bromea-, y siendo docente en la Universidad en Barcelona decidi? reorganizar su vida para vivir permanentemente en la isla balear. Atr?s qued? la vocaci?n frustrada de la danza cl?sica a la que se dedic? profesionalmente durante un tiempo hasta que una lesi?n la llev? por otros derroteros. Historia esa que alumbr? su segunda novela, ‘La memoria del cuerpo’.
Su ?ltimo libro de viajes, ‘Cuadernos perdidos de Jap?n’, que ha agotado varias ediciones, es un libro fragmentario, delicado y elegante y no menos delicada es su reciente novela, ‘Las vidas que no viv?’ (Candaya), donde ha convertido su isla de adopci?n en punto de encuentro de dos mujeres, una menorquina, Anna, y otra iran?, Pari, ambas en crisis. Esa pareja puede parecer improbable pero se basa en circunstancias concretas y reales: el hecho de que en los ?ltimos a?os Menorca haya sido una escala para los y las 33 iran?s que han pasado por all? camino del exilio en Bruselas. “Quer?a hablar de la movilidad de las personas en sitios impensables, mostrar por ejemplo que en Sant Llu?s, un pueblo menorqu?n, se ha instalado un barbero iran?”.
Menorca concebida como encrucijada entre Oriente y Occidente guarda historias desconocidas, como el ataque turco que sufri? en el siglo XVI que hizo prisioneros a 4.000 de los 4.500 habitantes que ten?a la isla entonces, y que hace a la autora preguntarse por el asombro de aquellos menorquines al contemplar la opulencia de la Constantinopla de entonces.
La novela surge de una treintena de entrevistas a mujeres de tres generaciones a las que pregunt? por los momentos en los que se hab?an visto en inferioridad de condiciones familiares, sentimentales y sociales. Todo ello cristaliz? en la historia de estas dos mujeres que Almarcegui convoca a modo de vidas paralelas. La idea es que haber nacido en Occidente no exime a una mujer de la desigualdad y la violencia: “Quer?a ir m?s all? de la revoluci?n isl?mica y mostrar c?mo las mujeres también tuvieron dificultades en la época del Sha. Las mujeres lo han pasado mal en los a?os 40, 50 y 60, tanto con Oriente como en Occidente. Por eso ninguna de mis dos protagonistas lo tiene f?cil”.
Cuando el huerto es jard?n
El com?n denominador entre ambas es el cuidado de un jard?n que ella concibe de una forma distinta a la habitual: “La primera persona que vio una planta naranja lo que fue una calabaza y la que vio una fuente muy posiblemente vio una acequia. La idea es que igual no hay que hacer jardines sino huertos o utilizarlos como si fueran jardines. Creo que hay que modificar la mirada para que el paisaje m?s bonito sea un guisante”.
Los a?os menorquines le han servido para ser testigo de los ?ltimos derroteros pol?ticos en Baleares, con la desaparici?n de las consejer?as de Igualdad y Medioambiente, desactivadas por la presi?n de Vox. “Se est? vendiendo la isla porque es bella y es seguro y eso en los tiempos que corren es. Un objetivo c?modo para los millonarios que antiguamente se iban a Beirut o a Corcega. Menorca est? sufriendo la gentrificaci?n de los visitante de alto poder adquisitivo mientras que los menorquines quedan relegados porque no puede pagar los precios desorbitados de las viviendas”.
Sostiene Almarcegui que viajar sirve para tener esas perspectivas sociales, ampliar las aspiraciones y el horizonte. Lo aprendi? cuando era ni?a mirando por la ventanilla de atr?s del coche de su padre, que no pod?a ser otra cosa que viajante. “La curiosidad te impulsa a viajar y viajar te permite asistir en tiempo real a un acontecimiento, una puesta de sol en Madr?s o un ballet en San Petersburgo. Yo he pasado por el mundo, lo he visto, y eso me deja m?s tranquila”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/patricia-almarcegui-escritora-nomada-curiosidad-90545815)
Su ?ltimo libro de viajes, ‘Cuadernos perdidos de Jap?n’, que ha agotado varias ediciones, es un libro fragmentario, delicado y elegante y no menos delicada es su reciente novela, ‘Las vidas que no viv?’ (Candaya), donde ha convertido su isla de adopci?n en punto de encuentro de dos mujeres, una menorquina, Anna, y otra iran?, Pari, ambas en crisis. Esa pareja puede parecer improbable pero se basa en circunstancias concretas y reales: el hecho de que en los ?ltimos a?os Menorca haya sido una escala para los y las 33 iran?s que han pasado por all? camino del exilio en Bruselas. “Quer?a hablar de la movilidad de las personas en sitios impensables, mostrar por ejemplo que en Sant Llu?s, un pueblo menorqu?n, se ha instalado un barbero iran?”.
Menorca concebida como encrucijada entre Oriente y Occidente guarda historias desconocidas, como el ataque turco que sufri? en el siglo XVI que hizo prisioneros a 4.000 de los 4.500 habitantes que ten?a la isla entonces, y que hace a la autora preguntarse por el asombro de aquellos menorquines al contemplar la opulencia de la Constantinopla de entonces.
La novela surge de una treintena de entrevistas a mujeres de tres generaciones a las que pregunt? por los momentos en los que se hab?an visto en inferioridad de condiciones familiares, sentimentales y sociales. Todo ello cristaliz? en la historia de estas dos mujeres que Almarcegui convoca a modo de vidas paralelas. La idea es que haber nacido en Occidente no exime a una mujer de la desigualdad y la violencia: “Quer?a ir m?s all? de la revoluci?n isl?mica y mostrar c?mo las mujeres también tuvieron dificultades en la época del Sha. Las mujeres lo han pasado mal en los a?os 40, 50 y 60, tanto con Oriente como en Occidente. Por eso ninguna de mis dos protagonistas lo tiene f?cil”.
Cuando el huerto es jard?n
El com?n denominador entre ambas es el cuidado de un jard?n que ella concibe de una forma distinta a la habitual: “La primera persona que vio una planta naranja lo que fue una calabaza y la que vio una fuente muy posiblemente vio una acequia. La idea es que igual no hay que hacer jardines sino huertos o utilizarlos como si fueran jardines. Creo que hay que modificar la mirada para que el paisaje m?s bonito sea un guisante”.
Los a?os menorquines le han servido para ser testigo de los ?ltimos derroteros pol?ticos en Baleares, con la desaparici?n de las consejer?as de Igualdad y Medioambiente, desactivadas por la presi?n de Vox. “Se est? vendiendo la isla porque es bella y es seguro y eso en los tiempos que corren es. Un objetivo c?modo para los millonarios que antiguamente se iban a Beirut o a Corcega. Menorca est? sufriendo la gentrificaci?n de los visitante de alto poder adquisitivo mientras que los menorquines quedan relegados porque no puede pagar los precios desorbitados de las viviendas”.
Sostiene Almarcegui que viajar sirve para tener esas perspectivas sociales, ampliar las aspiraciones y el horizonte. Lo aprendi? cuando era ni?a mirando por la ventanilla de atr?s del coche de su padre, que no pod?a ser otra cosa que viajante. “La curiosidad te impulsa a viajar y viajar te permite asistir en tiempo real a un acontecimiento, una puesta de sol en Madr?s o un ballet en San Petersburgo. Yo he pasado por el mundo, lo he visto, y eso me deja m?s tranquila”.
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