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مشاهدة النسخة كاملة : Carles Puigdemont, el hombre que lleva un pastelero dentro


Reem
07-30-2023, 02:05 PM
Los “Capricis d'Amer” son la especialidad de la Pastisseria Puigdemont, fundada en 1928 por los abuelos del 'expresident'. Se venden en bolsas o en paquetes y son una combinaci?n de tres galletas de formas abruptas y de dulces interiores. Son los “carquinyolis”, los “cracs” y los “terratrèmols”, estos ?ltimos en recuerdo de la sacudida que devast? el pueblo en 1427. Se podr?a escribir una met?fora, de los movimientos tel?ricos y de estos dulces desgarbados, como cantos rodados de un arroyo. La apariencia pétrea se diluye en la boca. Entonces, de la roca, emerge un exquisito manjar. Podr?amos afirmar que son el correlato objetivo de la figura de Carles Puigdemont, que se ha ido endureciendo a base de los a?os y las tormentas, que se ha ido ensimismando con la dura experiencia del exilio y que, a pesar de todo, conserva todav?a la chispa del visionario, para bien y para mal, la del hombre digno que lleva un pastelero dentro (lo dijo él mismo en un post en Instagram, la noche de San Juan, con la imagen de una coca casera hecha probablemente en Waterloo) y que no ha cambiado ni una coma del discurso que empez? a escribir de joven.

Hay una foto de 1982, cuando ten?a veinte a?os, donde se le ve con un grupo de amigos de Amer en una plaza de Ginebra. Parece un Wally “avant la lettre”, con gorro y gafas, sentado frente a una bandera “estelada” hecha en casa, cuando a?n no las vend?an en los negocios de todo a cien. Puigdemont ya era entonces independentista, pero discrepaba de los movimientos que abogaban por la lucha armada y la agitaci?n, porque, como explica su amigo, Miquel Casals, que también le ha apoyado en los episodios m?s extremos, “la violencia no era el camino para conseguir la independencia”. Lo era de peque?o y de adolescente, en el internado del Collell, donde fundament? los or?genes de su pensamiento catalanista. Un d?a llev?, clavada en la bata de los alumnos, una pegatina de la campa?a “Volem l’Estatut”. Uno de los curas, le recrimin? el gesto y le dijo: "Pero si no sabes ni de qué hablas". ?l, orgulloso y tozudo, contest?: “Por supuesto que lo sé; si quiere se lo cuento”.

Orgulloso y tozudo son algunos de los adjetivos que utilizan los amigos de aquel tiempo. Y también terco y solitario. Me cuentan que en el autob?s donde coincid?an para ir a estudiar, la imagen de Puigdemont era la de “un tipo raro”, con una de esas bolsas de asas largas, a la manera de los hippies, y con una guitarra que, de vez en cuando, hac?a sonar a lo largo del trayecto. "Si se te acercaba", me dicen con una sonrisa ir?nica, "era seguro que te clavaba la chapa de Catalu?a". Y a?aden, gente que le ha tratado todos estos a?os: “Adem?s de ser un trabajador incansable, inteligente y calculador, ese chico de pueblo ahora est? herido”. Herido por las circunstancias y los exabruptos, por aquellos que lo tratan de traidor o terrorista (depende de d?nde sople el viento), de iluminado o de pr?fugo. Herido por todas aquellas chorradas que se han dicho de la Casa de la Rep?blica en Waterloo, por la quema y el ahorcamiento de mu?ecos con su figura. Herido, en la esencia m?s profunda, ?ntima, indescifrable, del hombre que recibe la noticia de la muerte del padre en la distancia y la soledad. “Hace poco rato mi padre nos ha dejado. Mi madre, mis hermanas y mis hermanos, le recordaremos siempre como un hombre de bondad inmensa y fidelidad a los valores del cristianismo de base”. Lo escribi? el 6 de noviembre de 2019. Un adi?s discreto y tan emotivo.

Pocos meses después, justo antes de la pandemia, Puigdemont se fotografiaba en Perpi??n (donde ha vivido buena parte de los ?ltimos a?os) junto a su madre. Si nos paramos a pensar en este desgarro emocional, no s?lo en los momentos m?s dram?ticos, sino en la vida cotidiana, en el crecimiento de las dos hijas que ya son adolescentes (Magal?, de 16 a?os y Mar?a, de 14), en las dificultades de mantener una relaci?n de pareja estable cuando la estabilidad es s?lo una entelequia, todo lo que se escribe con sarcasmo sobre la pl?cida vida del exiliado acaba convirtiéndose en una broma pesada de mal gusto.

Tras el monstruo (o el “Vivales”) que algunos han retratado, est? la figura de un hombre desamparado. Lo escribo con plena convicci?n y con el cari?o y el recuerdo de una relaci?n amistosa que se ha ido desvaneciendo con los a?os. Recuerdo ahora una noche c?lida en La Gavina de S'Agar?. Era el 9 de junio de 2017. Se inauguraba la temporada de verano y el ambiente era relajado y festivo. Puigdemont lleg? tarde. Acababa de hacer p?blica la convocatoria de un referendo para el 1 de octubre. Hablé un rato con él junto a la piscina. Le pregunté si lo ten?a todo previsto. Me dijo que s?. Pero en la cartograf?a de los obst?culos tuvieron m?s protagonismo las hondonadas que las cimas, los barrancos m?s que los valles. No pod?a imaginar, por ejemplo, que en aquel 1-O una de las escuelas donde se ejercer?a con m?s violencia la represi?n policial, y no por azar, ser?a el Col·legi Verd de Girona, donde estudiaban sus peque?as. Aquella noche quedamos que cenar?amos pronto con un grupo de amigos de diversas ideolog?as y talantes, “con tiempo para hablar”. Ya no hubo tiempo. La abstracci?n le convirti? en m?rtir.

Uno de sus ?ltimos mensajes es un reconocimiento a Sinéad O’Connor (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/muere-56-anos-cantante-sinead-90360197). Sin embargo, no cita la canci?n que todo el mundo cita, sino un concierto de la cantante con The Chieftains. Cantan una balada irlandesa (“The Foggy Dew”) que rememora la revuelta de Pascua de 1916. Habla de lucha y de represi?n y termina as?: “La libertad brillar? a través de la niebla rosada”. Vive en la ilusi?n de una Pascua similar, simb?lica de un futuro de resurrecci?n.

Puigdemont cerr? el discurso de su investidura como presidente con unas palabras del a?orado escritor Miquel Pairol?. “La dignidad construye la personalidad como el orgullo tiende a destruirla; por tanto, dejemos el orgullo, cojamos la dignidad”. Tengo la sensaci?n de que todav?a ahora Puigdemont oscila entre esos dos polos. Dir?a que es consciente de ello. Acostumbrado a los proyectos visionarios que deja hilvanados para huir hacia adelante, superviviente de m?ltiples accidentes (en carreteras reales y simb?licas), vive en el callej?n sin salida del alma de un pastelero extra?ado.



أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/carles-puigdemont-hombre-lleva-pastelero-90485772)

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