Reem
01-22-2023, 04:15 PM
Cuando mill?n y medio de madrile?os llenaron las calles de la capital un 27 de febrero de 1981 condenando el intento de golpe de estado de Tejero, la respuesta pol?tica fue un?nime. Felipe Gonz?lez (PSOE) estrechaba la mano de Manuel Fraga (AP) mientras se abr?a paso entre el gent?o. Santiago Carrillo (PCE) y Nicol?s Redondo (UGT) lo acompa?aban tras la pancarta, que también sujetaban Rafael Calvo Ortega (UCD) y Marcelino Camacho (CCOO). Después de aquella, ha habido miles de manifestaciones en las calles madrile?as y en todos los rincones de un pa?s que ha liderado repetidas veces las estad?sticas europeas de marchas callejeras (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/miles-personas-llenan-madrid-politica-81553124). Contra gobiernos o decisiones pol?ticas, de condena ante atentados terroristas o para reivindicar derechos, nacionalismo o apoyo a colectivos: los motivos y sus promotores han sido muy diversos, como también lo ha sido la lectura que los partidos pol?ticos han hecho de ellas.
En 2022, las manifestaciones han vivido un nuevo repunte. Es lo que se extrae de los datos que manejan en algunas de las principales comunidades espa?olas. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, este ha sido el segundo a?o con m?s movilizaciones de la década: se han celebrado 3.758, una cifra ligeramente superior a las 3.709 de 2021. Desde la Delegaci?n del Gobierno en Madrid apuntan a la “diversificaci?n” de las concentraciones como una de las causas. Por ejemplo, si el 25N sol?a convocarse una ?nica marcha en la regi?n, este a?o ha habido al menos una treintena.
“Las manifestaciones son un instrumento fundamental de la democracia, que no puede limitarse solo al momento electoral”, indica el profesor de Ciencias Pol?ticas y Sociolog?a Robert M. Fishman. Las hay que aspiran a cambiar las decisiones de los gobernantes y también que solo pretenden reafirmar una opini?n de los manifestantes y que aspira a ser mayoritaria. Las m?s numerosas en Espa?a han sido de este segundo tipo: las de condena del terrorismo, especialmente de ETA, que a partir de los a?os 90 normalizaron la protesta. “Espa?a es l?der en manifestaciones, porque la cultura pol?tica se forja contra el Franquismo y ah? fueron especialmente importantes”, explica Fishman.
Eran convocatorias que quedaban al margen de contiendas pol?ticas. El asesinato del concejal de Ermua Miguel ?ngel Blanco ti?? de blanco las manos de mill?n y medio de personas en la capital y otro mill?n en Barcelona. Y hubo muchas m?s manifestaciones en toda Espa?a. En el 87, fueron 700.000 catalanes los que salieron en Barcelona a condenar la matanza de Hipercor, y 900.000 los que en el 2000 rindieron homenaje a Ernest Lluch.
Ruido y resultado
El punto de inflexi?n lleg? en 2008. La crisis econ?mica y los recortes se sintieron en las calles: de las 9.131 manifestaciones de 2007 se pas? a m?s de 44.000 en 2012, casi cinco veces m?s. Ha sido el récord, con alrededor de 120 protestas diarias. El ?ltimo dato disponible, de 2021, fue de 33.366 marchas.
Uno de los ?ltimos ejemplos ha sido la multitudinaria manifestaci?n por la Sanidad P?blica de Madrid. Mientras que la oposici?n la apoy? en las calles, la respuesta del Gobierno auton?mico fue minimizarla. El secretario general del PP lleg? a decir que hab?a sido “un fracaso”, porque “el 99% de los madrile?os” no la hab?an apoyado. Pero, ?c?mo se mide el éxito de una manifestaci?n? ?C?mo se lee el mensaje que dejan las calles?
Los partidos agitan la calle cuando est?n en la oposici?n y tratan de minimizarla cuando est?n en el gobierno
“Una manifestaci?n es un hecho pol?tico y, como tal, est? sujeto a la interpretaci?n pol?tica. No hay una verdad absoluta en términos de fracaso o de éxito”, indica la Doctora en Ciencias Pol?ticas y Sociolog?a Marisa Revilla. “Si algo se puede interpretar en esos términos es la cantidad de gente que se moviliza, si es mucha o poca, m?s all? de si es representativa o no”, a?ade.
Ese es el primer problema. Los bailes de cifras hacen muy dif?cil valorar cu?ntas personas salieron realmente a las calles. Son determinantes el ?rea del recorrido de la concentraci?n y la densidad media de asistentes por metro cuadrado, pero no siempre hay im?genes aéreas suficientes y los c?lculos siguen haciéndose a ojo. El pasado domingo, Vox convoc? una manifestaci?n contra el Gobierno y la reforma del delito de sedici?n: la delegaci?n del Gobierno habla de 25.000 asistentes y la organizaci?n los eleva a los 80.000. En 2007, el PP lider? una protesta contra la excarcelaci?n del etarra I?aki de Juana Chaos. Seg?n el gobierno auton?mico, en manos populares, acudieron m?s de dos millones de personas. La delegaci?n del Gobierno socialista rebaj? la cifra a 342.000 personas. Este diario contabiliz? unos 425.000.
Delegaci?n del Gobierno, la misma fuente que cont? 200.000 personas defendiendo la sanidad p?blica de Madrid, cifr? en 45.000 las personas en la plaza de Col?n junto con PP, Ciudadanos y Vox en 2019 en la manifestaci?n “en defensa de la unidad de Espa?a”. Sin embargo, para los partidos de la derecha, aquella convocatoria s? fue un éxito.
Politiza que algo queda
Llenar las calles sigue siendo una herramienta imprescindible para la protesta social. El catedr?tico de sociolog?a Jes?s Ib??ez contaba que, en las cortes franquistas, como los votos eran un?nimes, los periodistas inventaron el aplaus?metro para medir la duraci?n y la fuerza de los aplausos: “El voto mide la extensi?n, pero el ruido mide la intensidad”.
En Catalunya, las manifestaciones por la Diada son buen bar?metro de c?mo la calle mide la fuerza social de un movimiento. La manifestaci?n de 1977, la primera tras la dictadura, tuvo una reivindicaci?n clara -m?s autonom?a- que se tradujo en Estatut y Parlament. En 2012 lleg? el punto de inflexi?n, con una masiva marcha independentista que congreg? a mill?n y medio de personas, seg?n la Generalitat, y 600.000 seg?n delegaci?n del Gobierno. La cifra toc? m?ximos en 2014, para después ir bajando, c?mo ha ido bajando en el CEO el interés independentista de los catalanes.
Aquella diada hist?rica, la de 2012, lleg? en un contexto de gran movilizaci?n social. Los indignados segu?an llenando las plazas y las mareas inundaban las calles con frecuencia. El PP respondi? rescatando un término, el de la “mayor?a silenciosa”. Desde Nueva York, el presidente Mariano Rajoy lanzaba su “reconocimiento a la mayor?a de espa?oles que no se manifiesta, que no salen en las portadas de la prensa y no abren los telediarios, no se les ve, pero est?n ah?, son la inmensa mayor?a de los 47 millones de espa?oles”. Sin embargo, cuando en Catalunya comenzaron a extenderse manifestaciones por la unidad de Espa?a, los populares aseguraban que los asistentes eran representantes de esa mayor?a silenciosa que por fin hab?a “roto su silencio”.
Cuando los partidos est?n en el poder, tienden a la negaci?n. “Es un mecanismo de represi?n de la protesta, reducirla a cuatro o cinco que no representan el sentir mayoritario”, explica Revilla. La respuesta a la calle siempre ha sido de impermeabilidad. Espa?a apoy? la intervenci?n de EEUU en Irak pese a una movilizaci?n hist?rica en 2002, con m?s de un mill?n de personas en Madrid y 1,3 millones en Barcelona, pero también hay algunos ejemplos de protestas que s? han servido para torcer el brazo de los gobernantes: las mareas blancas por la Sanidad han parado privatizaciones en Madrid y Andaluc?a, la PAH ha logrado frenar numerosos desahucios y algunos cambios legislativos, una huelga general puso fin al “decretazo” con el que Aznar elimin? parte de los subsidios al desempleo en 2002 y otra acab? con el contrato temporal para j?venes de Gonz?lez en 1988.
Quién “calienta” la calle
Fishman se?ala que las personas con menos recursos econ?micos tienen “pocas formas de llegar a los gobernantes, de que se los escuche”, por lo que son m?s dadas a manifestarse. “La izquierda sol?a llenar las calles porque la derecha ten?a otros cauces de influencia. Desde hace un par de décadas, la derecha también se moviliza en la calle”, indica Revilla. La manifestaci?n contra la guerra de Irak coincidi? con la segunda legislatura de José Mar?a Aznar, con fuerte agitaci?n social: el agua, la reforma laboral o la cat?strofe del Prestige sirvieron de acicate para la protesta y la motivaci?n m?s frecuente pas? a ser la de oposici?n a medidas del gobierno. A Aznar lo sucedi? José Luis Rodr?guez Zapatero, y fue en este periodo en que el PP comenz? a convocar manifestaciones junto a otros sectores conservadores, especialmente la Iglesia, en temas como el terrorismo, la reforma de los estatutos, la familia tradicional o la reforma de la ley del aborto.
El 15-M se levant? contra un gobierno de izquierdas, y sigui? rodeando el Congreso durante la mayor?a absoluta de la derecha. El “no nos representan” clamaba contra la clase pol?tica y hablaba de desafecci?n. Parte de su éxito también fue su ambigüedad y amplitud, la indignaci?n frente a la propuesta concreta. “La idea predominante de democracia en Espa?a ha sido una que intenta proteger al poder pol?tico de la calle”, se?ala Fishman. El soci?logo recuerda que la ley mordaza, que se aprob? en aquel a?o, fue “un intento de criminalizar la protesta pol?tica”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/protesta-vuelve-calles-sanidad-machismo-81661234)
En 2022, las manifestaciones han vivido un nuevo repunte. Es lo que se extrae de los datos que manejan en algunas de las principales comunidades espa?olas. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, este ha sido el segundo a?o con m?s movilizaciones de la década: se han celebrado 3.758, una cifra ligeramente superior a las 3.709 de 2021. Desde la Delegaci?n del Gobierno en Madrid apuntan a la “diversificaci?n” de las concentraciones como una de las causas. Por ejemplo, si el 25N sol?a convocarse una ?nica marcha en la regi?n, este a?o ha habido al menos una treintena.
“Las manifestaciones son un instrumento fundamental de la democracia, que no puede limitarse solo al momento electoral”, indica el profesor de Ciencias Pol?ticas y Sociolog?a Robert M. Fishman. Las hay que aspiran a cambiar las decisiones de los gobernantes y también que solo pretenden reafirmar una opini?n de los manifestantes y que aspira a ser mayoritaria. Las m?s numerosas en Espa?a han sido de este segundo tipo: las de condena del terrorismo, especialmente de ETA, que a partir de los a?os 90 normalizaron la protesta. “Espa?a es l?der en manifestaciones, porque la cultura pol?tica se forja contra el Franquismo y ah? fueron especialmente importantes”, explica Fishman.
Eran convocatorias que quedaban al margen de contiendas pol?ticas. El asesinato del concejal de Ermua Miguel ?ngel Blanco ti?? de blanco las manos de mill?n y medio de personas en la capital y otro mill?n en Barcelona. Y hubo muchas m?s manifestaciones en toda Espa?a. En el 87, fueron 700.000 catalanes los que salieron en Barcelona a condenar la matanza de Hipercor, y 900.000 los que en el 2000 rindieron homenaje a Ernest Lluch.
Ruido y resultado
El punto de inflexi?n lleg? en 2008. La crisis econ?mica y los recortes se sintieron en las calles: de las 9.131 manifestaciones de 2007 se pas? a m?s de 44.000 en 2012, casi cinco veces m?s. Ha sido el récord, con alrededor de 120 protestas diarias. El ?ltimo dato disponible, de 2021, fue de 33.366 marchas.
Uno de los ?ltimos ejemplos ha sido la multitudinaria manifestaci?n por la Sanidad P?blica de Madrid. Mientras que la oposici?n la apoy? en las calles, la respuesta del Gobierno auton?mico fue minimizarla. El secretario general del PP lleg? a decir que hab?a sido “un fracaso”, porque “el 99% de los madrile?os” no la hab?an apoyado. Pero, ?c?mo se mide el éxito de una manifestaci?n? ?C?mo se lee el mensaje que dejan las calles?
Los partidos agitan la calle cuando est?n en la oposici?n y tratan de minimizarla cuando est?n en el gobierno
“Una manifestaci?n es un hecho pol?tico y, como tal, est? sujeto a la interpretaci?n pol?tica. No hay una verdad absoluta en términos de fracaso o de éxito”, indica la Doctora en Ciencias Pol?ticas y Sociolog?a Marisa Revilla. “Si algo se puede interpretar en esos términos es la cantidad de gente que se moviliza, si es mucha o poca, m?s all? de si es representativa o no”, a?ade.
Ese es el primer problema. Los bailes de cifras hacen muy dif?cil valorar cu?ntas personas salieron realmente a las calles. Son determinantes el ?rea del recorrido de la concentraci?n y la densidad media de asistentes por metro cuadrado, pero no siempre hay im?genes aéreas suficientes y los c?lculos siguen haciéndose a ojo. El pasado domingo, Vox convoc? una manifestaci?n contra el Gobierno y la reforma del delito de sedici?n: la delegaci?n del Gobierno habla de 25.000 asistentes y la organizaci?n los eleva a los 80.000. En 2007, el PP lider? una protesta contra la excarcelaci?n del etarra I?aki de Juana Chaos. Seg?n el gobierno auton?mico, en manos populares, acudieron m?s de dos millones de personas. La delegaci?n del Gobierno socialista rebaj? la cifra a 342.000 personas. Este diario contabiliz? unos 425.000.
Delegaci?n del Gobierno, la misma fuente que cont? 200.000 personas defendiendo la sanidad p?blica de Madrid, cifr? en 45.000 las personas en la plaza de Col?n junto con PP, Ciudadanos y Vox en 2019 en la manifestaci?n “en defensa de la unidad de Espa?a”. Sin embargo, para los partidos de la derecha, aquella convocatoria s? fue un éxito.
Politiza que algo queda
Llenar las calles sigue siendo una herramienta imprescindible para la protesta social. El catedr?tico de sociolog?a Jes?s Ib??ez contaba que, en las cortes franquistas, como los votos eran un?nimes, los periodistas inventaron el aplaus?metro para medir la duraci?n y la fuerza de los aplausos: “El voto mide la extensi?n, pero el ruido mide la intensidad”.
En Catalunya, las manifestaciones por la Diada son buen bar?metro de c?mo la calle mide la fuerza social de un movimiento. La manifestaci?n de 1977, la primera tras la dictadura, tuvo una reivindicaci?n clara -m?s autonom?a- que se tradujo en Estatut y Parlament. En 2012 lleg? el punto de inflexi?n, con una masiva marcha independentista que congreg? a mill?n y medio de personas, seg?n la Generalitat, y 600.000 seg?n delegaci?n del Gobierno. La cifra toc? m?ximos en 2014, para después ir bajando, c?mo ha ido bajando en el CEO el interés independentista de los catalanes.
Aquella diada hist?rica, la de 2012, lleg? en un contexto de gran movilizaci?n social. Los indignados segu?an llenando las plazas y las mareas inundaban las calles con frecuencia. El PP respondi? rescatando un término, el de la “mayor?a silenciosa”. Desde Nueva York, el presidente Mariano Rajoy lanzaba su “reconocimiento a la mayor?a de espa?oles que no se manifiesta, que no salen en las portadas de la prensa y no abren los telediarios, no se les ve, pero est?n ah?, son la inmensa mayor?a de los 47 millones de espa?oles”. Sin embargo, cuando en Catalunya comenzaron a extenderse manifestaciones por la unidad de Espa?a, los populares aseguraban que los asistentes eran representantes de esa mayor?a silenciosa que por fin hab?a “roto su silencio”.
Cuando los partidos est?n en el poder, tienden a la negaci?n. “Es un mecanismo de represi?n de la protesta, reducirla a cuatro o cinco que no representan el sentir mayoritario”, explica Revilla. La respuesta a la calle siempre ha sido de impermeabilidad. Espa?a apoy? la intervenci?n de EEUU en Irak pese a una movilizaci?n hist?rica en 2002, con m?s de un mill?n de personas en Madrid y 1,3 millones en Barcelona, pero también hay algunos ejemplos de protestas que s? han servido para torcer el brazo de los gobernantes: las mareas blancas por la Sanidad han parado privatizaciones en Madrid y Andaluc?a, la PAH ha logrado frenar numerosos desahucios y algunos cambios legislativos, una huelga general puso fin al “decretazo” con el que Aznar elimin? parte de los subsidios al desempleo en 2002 y otra acab? con el contrato temporal para j?venes de Gonz?lez en 1988.
Quién “calienta” la calle
Fishman se?ala que las personas con menos recursos econ?micos tienen “pocas formas de llegar a los gobernantes, de que se los escuche”, por lo que son m?s dadas a manifestarse. “La izquierda sol?a llenar las calles porque la derecha ten?a otros cauces de influencia. Desde hace un par de décadas, la derecha también se moviliza en la calle”, indica Revilla. La manifestaci?n contra la guerra de Irak coincidi? con la segunda legislatura de José Mar?a Aznar, con fuerte agitaci?n social: el agua, la reforma laboral o la cat?strofe del Prestige sirvieron de acicate para la protesta y la motivaci?n m?s frecuente pas? a ser la de oposici?n a medidas del gobierno. A Aznar lo sucedi? José Luis Rodr?guez Zapatero, y fue en este periodo en que el PP comenz? a convocar manifestaciones junto a otros sectores conservadores, especialmente la Iglesia, en temas como el terrorismo, la reforma de los estatutos, la familia tradicional o la reforma de la ley del aborto.
El 15-M se levant? contra un gobierno de izquierdas, y sigui? rodeando el Congreso durante la mayor?a absoluta de la derecha. El “no nos representan” clamaba contra la clase pol?tica y hablaba de desafecci?n. Parte de su éxito también fue su ambigüedad y amplitud, la indignaci?n frente a la propuesta concreta. “La idea predominante de democracia en Espa?a ha sido una que intenta proteger al poder pol?tico de la calle”, se?ala Fishman. El soci?logo recuerda que la ley mordaza, que se aprob? en aquel a?o, fue “un intento de criminalizar la protesta pol?tica”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/protesta-vuelve-calles-sanidad-machismo-81661234)