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مشاهدة النسخة كاملة : Cr?tica de 'Elizabeth Finch', de Julian Barnes: el esbozo permanente


Reem
05-17-2023, 04:23 PM
Empieza deliciosamente, Elizabeth Finch, pues empieza con el esbozo de un personaje cautivador y misterioso, una de esas oberturas que ponen al lector en estado de m?xima alerta -porque, quién sabe, este puede ser un Barnes de los grandes, piensa-. ?Quién es Elizabeth Finch? ?Esa es la pregunta? Si es esa, Julian Barnes (Leicester, Reino Unido, 1946) empieza su m?s reciente libro empezando a responderla, y las palabras no est?n elegidas al azar: empezando a responderla.

EF, aprendemos, es profesora, fuma mucho, tiene una voz clara y serena e intelectualmente es gran?tica: libre y due?a de sus ideas. "Como regla general, cuidado con aquello a lo que aspire la mayor?a", dice al principio del libro. Por descontado, Barnes nos seduce con su esbozo.

Sabemos que estamos ante una novela de personaje, y que el personaje, al parecer, se asienta sobre cimientos s?lidos. Pero no. Esa (?quién es Elizabeth Finch?) no es la pregunta.

Uno de los grandes héroes de EF -el m?s grande, acaso- es Juliano el Ap?stata, el ?ltimo emperador pagano: el que con su derrota, pregona nuestra hero?na en clase, marc? el lamentable giro de Europa hacia el gris, culpable y retr?grado cristianismo.

Pues bien, lo que ocurre es que a partir de cierto punto empezamos a comprender que en Elizabeth Finch no es menos protagonista el Ap?stata que la propia Finch. ?Es la historia del emperador virtuoso un espejo donde debemos ver reflejada su historia? Empezamos a creer que s?. Empezamos a creer, empezamos a comprender: de nuevo, el verbo no est? elegido al azar.

Terreno pantanoso

Ya no es s?lido el terreno, es pantanoso, y crea el extra?o efecto de permanente inicio, o de permanente esbozo. Se sugiere, siempre se sugiere. Juega Barnes con la ambigüedad. Nos gusta EF pero nunca acabamos de conocerla, nos gusta el Ap?stata pero no acabamos de situarlo en el edificio de la novela, m?s all? de que es el favorito de la protagonista. Y as?, la obra nos empieza a generar incomodidad. Lo que no est? bien resuelto genera incomodidad.

Quiz? era la intenci?n de Barnes, y cuesta dudar de ello habida cuenta de su experiencia. Pero que fuera su intenci?n no significa nada. Hay algo irresuelto en Elizabeth Finch, o mejor, la sensaci?n de algo irresuelto, y es una l?stima, porque la novela tiene grandes aciertos, como la elecci?n del narrador, Neil, un alumno de su clase de Cultura y civilizaci?n que cae plat?nicamente enamorado de ella.

La relaci?n que construyen, en torno a una cita para comer que se repite durante décadas, siempre a la misma hora y siempre en el mismo restaurante, el cultivo de ese amor pre?ado de admiraci?n, la prolongaci?n de la relaci?n maestra / alumno hacia el territorio personal, todo eso est? admirablemente construido, con la sensibilidad que requiere un material tan delicado.

También es subyugante la b?squeda que emprende Neil tras la muerte de su amiga, porque es la exploraci?n de la que un hombre enamorado espera extraer los secretos que le fueron hurtados en su d?a: una b?squeda sentida, en la que cada hallazgo es envuelto en pa?o y celosamente guardado en un caj?n.

Ya estamos grandecitos como para esperar ansiosamente finales cerrados, que todo encaje y que todos los hilos se junten en una vibrante ?ltima p?gina. No se trata de eso. Pero la sensaci?n de inacabada no le hace bien a esta novela. M?s bien, parece imperfecta.



'Elizabeth Finch'

Julian Barnes

Traducci?n de Inga Pellisa

Anagrama

200 p?ginas

18,90 euros






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